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Huellas N.9, Octubre 2004

ENCUENTROS

Una escuela cotidiana de libertad

Roberto Formigoni

La primera experiencia política en el Movimiento Popular, la elección en el Parlamento Europeo y, actualmente, en el ejercicio del segundo mandato como Presidente de la Región de Lombardía. «En todas las decisiones importantes que tenía que tomar no me contentaba con “una” opción, quería “la” opción»

Sin un juicio sobre sí mismo y sobre la realidad el hombre es impotente; sin este juicio de valor, el hombre avanza inseguro. Carece de certeza y, por tanto, procede sin rumbo, sin capacidad real de construir.
Justamente en este sentido, conocer el movimiento fue determinante para mí y me guió constantemente para profundizar y articular orgánicamente este juicio que iba haciéndose también mío.

Un tramo del camino
Ya de universitario, por ejemplo, en virtud de ese encuentro y del juicio que conllevaba, decidí cambiar de Facultad, es decir, de perspectiva de vida y de trabajo. Me había matriculado en Ingeniería por unas razones muy válidas: la fascinación por mi padre que era ingeniero; una notas excelentes en las asignaturas de Ciencias; una perspectiva de trabajo segura y prometedota. Sin embargo, todo esto no suponía un auténtico juicio para mí (aunque, desde el comienzo, quien me guiaba me señaló algunos factores más). Un juicio auténtico es aquel que corresponde a ese haz de luz sobre mí mismo y mi futuro, y esto fue lo que entró en mi vida con el movimiento. Cuando el encuentro llegó a iluminar de manera irresistible lo que yo era y cómo podía servir al mundo, me cambié de Facultad. Fue un punto de no retorno en mi camino.
En todas las decisiones importantes que tenía que tomar advertía la necesidad de comprender a fondo cómo estaban las cosas; no me contentaba con “una” opción, quería “la” opción; no quería simplemente aprovechar la ocasión, buscaba razones adecuadas para una opción concreta.
Sin haberme distanciado nunca del movimiento, sin embargo tuve la oportunidad de encontrarlo repetidas veces. He tenido la suerte de volver a vivir el encuentro original.
Me acuerdo perfectamente del primero, con 14 años. Pero recuerdo de la misma manera, el segundo, el tercero, el cuarto... Fueron puntos firmes, evidencias cargadas de emoción como la primera, de los que puedo recordar, como san Juan, el día y la hora. De manera especial, algunas conversaciones con don Giussani me marcaron a fuego con una novedad que me aferraba y cambiaba la vida, a veces con dureza y dolor.

Vista desde arriba
Me pasaba igual que a aquel que nunca ha subido a la montaña y mira el mundo desde abajo; un día sube hasta los 3.000 metros y de repente lo ve todo de otra manera; al cabo de un tiempo, sube a un avión y mira el mundo desde los 10.000 metros de altitud; luego, se le ofrece la oportunidad de un viaje al espacio...
Estos encuentros me han ensanchado siempre el horizonte: cada vez he visto la realidad y me he visto a mí mismo más profunda y adecuadamente.
Y así uno crece en libertad y en conciencia, porque el encuentro con Cristo genera libertad y capacidad de conocer la realidad. Lo cual ha determinado mi vocación histórica: desde la experiencia del Movimiento Popular, a mitad de los 70, a mi primera candidatura política al Parlamento Europeo en Estrasburgo, en 1995, y la Presidencia de la Región de Lombardía... Cada vez he querido comprobar si esa era “la” vía a recorrer y siempre el movimiento ha sido factor esencial de claridad sobre mi persona y la realidad en la que esta se inserta, permitiéndome elegir con plena conciencia y libertad extrema.