También este año el Informe 2004 sobre la libertad religiosa en el mundo denuncia graves violaciones de la libertad religiosa contra los cristianos en todo el mundo. Un mapa de las persecuciones
El más fundamental de todos los derechos, como el Papa define la libertad religiosa, sigue sin ser reconocido todavía en muchos países. Este es el panorama que emerge no obstante alguna mejoría en algunos lugares del Informe 2004 sobre la libertad religiosa en el mundo, realizado por la sección italiana de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Este trabajo ha analizado país por país y, por sexto año consecutivo, las violaciones cometidas, ya sean persecuciones físicas, vejaciones o mordazas administrativas y legislativas.
Como es habitual, son en especial los cristianos los que pagan el precio más alto, pues resultan el blanco preferido en todas las “áreas religiosas”. En los países islámicos, en los que la situación de los cristianos sigue siendo bastante crítica, el activismo militante de algunos grupos fundamentalistas está creando tensiones incluso en aquellos países tradicionalmente más tranquilos, como el caso de Bangladesh, en donde el año pasado se registraron numerosos casos de violencia contra las minorías no islámicas.
En el área hindú una oleada parecida está pisoteando los valores de tolerancia y respeto que habían sido alentados en la India por la mentalidad de Gandhi. En muchos estados bajo estrecho control del partido BJP los cristianos piden mayores medidas de protección frente a los ataques de los fundamentalistas. En Nepal los repetidos ataques de los rebeldes maoístas están poniendo en peligro la obra de la Iglesia. Tres escuelas católicas en distritos de montaña han tenido que cerrar sus puertas el año pasado después de haber sido sometidas a continuas amenazas de violencia y destrucción.
En el área budista se percibe un empeoramiento de la situación de los cristianos en Myanmar (en donde se registran restricciones en las actividades de educación, de evangelización y de construcción de lugares de culto) y en Bután, en donde desde el año 2000 tanto el culto público como la evangelización son ilegales. En Camboya el crecimiento del nacionalismo –estrechamente conectado con el budismo, que es la religión del Estado–- está causando problemas a los cristianos en los últimos tiempos, sobre todo en las áreas rurales. El 13 de julio del año pasado un centenar de budistas atacó una iglesia en el sureste del país durante la misa dominical y destruyó la cruz, rompió las ventanas y tiró por el suelo las Biblias. En Sri Lanka el crecimiento de la tensión política y religiosa se ha expresado también en formas violentas, con algunos monjes budistas que incitan a la población contra las organizaciones cristianas acusadas de minar la identidad religiosa y cultural de la nación.
Más problemático es el caso del bloque comunista. En China el nuevo gobierno en el poder desde 2003 ha dejado en su puesto al director de la administración estatal para los Asuntos Religiosos, confirmando la ambigua política religiosa de los años precedentes. Las comunidades clandestinas se encuentran constantemente en el punto de mira, porque no aceptan ser encasilladas en la Iglesia oficial. En Corea del Norte la situación está envuelta en el misterio, pues el país es impenetrable y está completamente aislado del mundo. Las pocas noticias que proceden de allí hablan sin embargo de brutales persecuciones y de estrecho control del gobierno, tanto que se calcula que, desde que se instauró el régimen comunista en 1953, han desaparecido alrededor de trescientos mil cristianos y todos los sacerdotes y monjas. En Laos (situado en el tercer puesto mundial en materia de violación de la libertad religiosa, después de Corea del Norte y Arabia Saudí), el gobierno ha declarado expresamente que quiere eliminar a los cristianos, considerando el cristianismo como una violación de las costumbres nacionales y «una religión extranjera imperialista».
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