Va al contenido

Huellas N.8, Septiembre 2004

PRIMER PLANO Asamblea Internacional de Responsables

Una historia habitada por una Presencia

Jesús Sanz Montes

De la homilía de monseñor Jesús Sanz Montes, obispo de Huesca y Jaca. La Thuile, 19 de agosto

«Os recogeré de entre las gentes, os reuniré de todas las naciones y os conduciré a vuestra tierra». El pueblo al que pertenecemos no es fruto de un proyecto nuestro, social o religioso, no es la consecuencia de no sé qué estrategia nuestra para ayudar a Dios en su tarea de salvar al mundo y al hombre, sino que es el resultado de una elección muy concreta de Otro. A nosotros lo único que nos toca es descubrir esa elección y abrazarla como se abraza el destino para el que hemos sido creados, descubrir lo que Él ha dispuesto para nuestra felicidad, es decir, para Su Gloria. Porque, como decía el gran Ireneo, Su gloria es que nuestra vida se cumpla, Gloria Dei vivens homo.

Este pueblo tiene una historia habitada por una presencia que la sostiene y la acompaña. No basta permanecer, hay que pertenecer. Es precisamente la discusión que Jesús sostenía con los fariseos: ellos formaban parte del pueblo elegido de Dios, pero no pertenecían a la historia viviente de este Dios, sino a la historia que ellos imaginaban.

Siempre existe la tentación de reducir la historia real a nuestras pretensiones o abstracciones. Fue la tentación de Israel, y muchas veces es también la nuestra.

Soy obispo desde hace ocho meses. Cuando me llamaron para aceptar esta nueva vocación, caí en la cuenta de que toda mi vida es una llamada para servir a Dios en su Iglesia como sucesor de los apóstoles, con toda mi historia, con todas mis gracias y también con mis pecados.
La primera tentación que he tenido ha sido la de organizar las cosas, los colaboradores, hacer proyectos, etc... Me he dado cuenta de que lo que estaba haciendo era precisamente lo que Jesús echaba en cara a los fariseos: poner en juego tus ideas, tus proyectos de salvación, en definitiva, tu propia organización.

Lo he dejado y he comenzado a testimoniar lo que he encontrado: esa Presencia que me permite no solo permanecer en un pueblo que ahora me confía la Iglesia, sino saber el porqué y, sobre todo, el para Quién.

Dios no se escandaliza de mis límites, y a Dios no lo conquisto con mis bondades. Más allá de mis bondades o de mis maldades está esa llamada completamente gratuita que no depende de mí.

Recordemos cómo Pedro se encontró por primera vez con Jesús a la orilla del lago Tiberíades. En ese primer encuentro Simón reaccionó en un modo violento frente a esa presencia: «Márchate, que yo soy un pecador». Esto quiere decir: existe una imposible correspondencia que escandaliza. Esa presencia reta mi límite y me asusta hasta el punto de censurarlo: «Márchate». Tres años después el mismo Simón era todavía más consciente de su pecado (había llegado hasta el punto de negar a Jesús como si no le conociera), pero ahora no sólo no censura la presencia, sino que la desea, es más, la pide con la oración más bella que testimonia la pertenencia a esa Presencia: «Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero». Pidamos a la Virgen, pidamos a san José para que nuestro encuentro con la Presencia no nos asuste, no nos permita imaginar a un Dios que huya de nosotros escandalizado por nuestros límites, sino que nos ayude a buscar esta Presencia, a aceptar la gracia de una imposible correspondencia salvada por la misericordia de Aquel que nos llama.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página