La España post franquista es una España que se incorpora a Europa y a la OTAN. En su nueva etapa en los años setenta, se constituye un capitalismo que se proyecta más sobre América Latina y que establece una relación con EEUU. Los últimos veinte años han permitido al nuevo capitalismo español integrarse en Europa y caracterizarse por las reformas del mercado de trabajo y las grandes privatizaciones.
En los últimos años los gobiernos españoles han mantenido una relación preferente con América Latina, de forma que se ha constituido en un puente entre la Unión Europea y los países latinos, ya que con anterioridad Europa los había considerado como una especie de “patio trasero” de EEUU. En esta óptica hay que encuadrar el gran esfuerzo de la diplomacia española por establecer espacios de contacto político con los países latinos al más alto nivel, a través de las Cumbres anuales de Estados Iberoamericanos, que incluyen a Portugal e incluso a Brasil; encuentros finalizados en muchos casos con acuerdos de carácter financiero o cultural, promoviendo iniciativas de cooperación y, de forma especial en el campo político, apoyando la democracia como forma de gobierno.
Aliado de EEUU
Por lo que respecta al conflicto en Iraq, desde el punto de vista político España es un país del primer mundo, quiere ser aliado estratégico de EEUU. Deberá por tanto alejarse de la posición europea más radical, de tendencia franco-alemana. Esta política afirma que los intereses europeos son distintos de los norteamericanos, a diferencia de la posición inglesa, que promueve la “relación atlántica”, una relación preferente con EEUU. La España de Aznar optó por la posición inglesa.
Si observamos la posición de los países latinoamericanos, un estudio de la sección chilena de la Facultad latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) demuestra que siete países aprobaron explícitamente la acción militar (Colombia, Costa Rica, Honduras, Panamá, El Salvador, República Dominicana y Nicaragua); otros siete deploraron (Chile, Méjico y Perú) o rechazaron la intervención (Argentina, Brasil, Cuba y Venezuela); otros tres países (Bolivia, Ecuador y Uruguay) adoptaron posiciones más ambiguas. Con Zapatero parece que España adopta una línea más parecida a las expectativas de América Latina: la guerra vale si está avalada por la ONU.
Las relaciones culturales y religiosas, después de la era de Franco, están mejorando, pero cualquier tipo de relación entre España y América Latina estará siempre condicionada por la relación con EEUU.
Religiosidad latinoamericana
Considerando otro aspecto, la religiosidad latinoamericana es diferente de la española. América Latina vive en un mundo más “mágico” que en España, en donde los problemas religiosos y teológicos son enfocados desde un punto de vista intelectual. En América Latina la religiosidad está más apegada a los factores de la tradición, al culto de los santos y de las imágenes sagradas, sin olvidar que existe mucho sincretismo por la influencia indígena y negra (en Brasil, por ejemplo, existe una religiosidad vinculada a cultos paganos de origen africano).
Finalmente, en las relaciones entre España y América Latina, es necesario analizar la presencia de inversiones privadas que objetivamente favorecen la cooperación cultural y tecnológica (el caso más paradigmático es el de Telefónica).
El horizonte de las relaciones entre España y América Latina es, en la actualidad, un horizonte que se va ampliando, en términos políticos, económicos y culturales, por el apoyo español a la democracia.
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