Dos palabras genuinamente humanas resonaron en el aula magna de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid durante la presentación del libro de Luigi Giussani, a cargo de César Vidal y Lorenzo Albacete. Interés y asombro por la naturaleza de la Iglesia que se describe a partir de la experiencia y a la luz de una profunda racionalidad
«Interés, interesante», repetía una y otra vez César Vidal, doctor en Historia, Filosofía y Teología, escritor y ensayista y colaborador habitual de medios de comunicación como El Mundo, Libertad Digital, la Cadena Cope y Telecinco. Hasta cinco veces, Lorenzo Albacete, sacerdote puertorriqueño, ingeniero aeronáutico, físico, profesor de Teología y columnista del New York Times, habló de auténtico “asombro”, ante un aforo de 800 personas que habían acudido el día 3 de mayo, a las 8.30 h. de la tarde, para la presentación del tercer volumen del Curso Básico de Cristianismo. Entre ellas, el arzobispo de Oviedo, mons. Carlos Osoro; de Granada, mons. Javier Martínez; de Tarragona, mons. Luis Martínez Sistach; el obispo de Orense, mons. Luis Quinteiro y el de Huesca y Jaca, mons. Jesús Sanz, junto con varios periodistas, catedráticos de Universidad y muchos jóvenes.
Festejar una presencia buena
El encuentro tenía como doble motivo la presentación del libro y la celebración del 50 aniversario de CL, tal y como recordó Javier Prades al comienzo: «Estamos aquí para festejar una presencia buena. La presencia es, de manera singular, la de don Giussani, a quien felicitamos desde aquí, que hace 50 años empezaba sus clases de Religión en el Liceo Berchet de Milán. Es también, desde luego, la expresividad de la vida cristiana que su carisma ha suscitado en la Iglesia y que nos ha alcanzado a tantos de nosotros. Si se piensa bien, lo que celebramos es la presencia de Cristo reconocida y amada aquí y ahora». No se conmemoraba algo del pasado, sino una realidad viva y muy presente en España.
Una visión vivencial y unitaria
Tampoco las páginas de Giussani son letra muerta sino algo vivo –observaba César Vidal, quizá la figura más significativa del ámbito protestante en España–, una experiencia con la que hay que hacer las cuentas: «Este es un libro absolutamente vivencial. Remite a una experiencia real que arranca desde el encuentro con Jesús y que marca una visión unitaria de la Iglesia que me parece de especial relevancia». Este intelectual reconocía que le habría gustado poder escribir, como Giussani, estas cinco líneas de la introducción: «La Iglesia no sólo es expresión de vida, algo que nace de la vida, sino que es una vida. Una vida que nos llega desde muchos siglos anteriores a nosotros. Quien quiera comprobar la veracidad de su opinión sobre la Iglesia ha de tener presente que, para comprender realmente una vida, como es el caso, se necesita convivir con ella adecuadamente».
Superar la separación entre Cristo y lo humano
Preguntarse «¿por qué la Iglesia?» no es obvio. En Puerto Rico, país de fuerte tradición católica surgida a partir de la tarea evangelizadora de los españoles, a nadie se se le ocurría preguntarse por la Iglesia, ya que ésta era algo tan evidente «como el arroz con habichuelas», según Lorenzo Albacete. Exponiendo su recorrido personal, Albacete contó: «Esta pregunta se me planteó cuando salí de ese ambiente cultural y me fui a EEUU a estudiar Física. Estudiaba en la Universidad Católica y me vi rodeado de un catolicismo que era defensivo y temeroso, avergonzado, en medio de la intensa vida intelectual norteamericana de principios de la década de los 60».
El relato de Albacete se fue acercando hacia una de las cuestiones decisivas que se abordaron esa noche en la Complutense: «Por otro lado, me veía inmerso en un ambiente científico, no creyente. A mis compañeros les resultaba sorprendente encontrar en mí una pasión por la investigación científica y, a la vez, ver que me sentía como en casa dentro de la Iglesia Católica. Por primera vez, sentí la separación entre mi vida en la Iglesia y mi vida profesional y científica; entre mi pertenencia y mi contribución a la humanidad. Hasta ese momento no había sentido esta división. Desde entonces y hasta ahora mi pasión ha sido buscar, encontrar y vivir la manera de superar esta división. Buscar la armonía entre mi pasión por lo humano y el misterio de Cristo según lo vivo serenamente en la vida de la Iglesia».
Una realidad inseparable de la satisfacción y el cumplimiento
Y el sacerdote afincado en Nueva York remacha su testimonio con una anécdota protagonizada por Giussani: «En un vídeo de un encuentro que tuvimos con él, se puede ver cómo, al acabar su conferencia, de pronto se dio la vuelta y dijo: “Yo no quiero lo humano porque quiera a Cristo; abrazo y quiero a Cristo porque quiero lo humano”».
Las palabras de Albacete evidenciaban sobre todo un profundo amor por esa presencia buena de Cristo y su forma particular, el carisma de don Giussani. Lo que surgió después de haberlo conocido fue un dilatarse de esta humanidad: «Paso la mayor parte de mi tiempo en un mundo no creyente y en ese mundo me siento bien. Donde quiera que vaya, abro puertas. Lo cual es el resultado de haber sido fiel a la experiencia del carisma de don Giussani. Todo nace de esa pasión por la propia humanidad. Este libro está inspirado en esa misma pasión y ofrece una visión de la Iglesia inseparable de la satisfacción y el cumplimiento de los deseos más profundos que tiene el corazón humano».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón