Partiendo de la vida en la universidad, los chicos del CLU de Lagos han trabajado el libro de don Giussani: «Solo hace falta seguir la belleza que has encontrado»
Los del CLU de Nigeria hemos empezado a trabajar el libro Educar es un riesgo. Empecé a percibir de verdad el desafío de la educación cuando comencé a ir a la universidad, a la facultad de Medicina. Antes de esto estaba acostumbrado a la buena vida, entre fiestas y espectáculos. Pero al llegar a la universidad, tenía la impresión de pasarme todo el día leyendo, y me parecía muy monótono. En un momento dado empecé a tener problemas con el estudio. No era un problema de comprensión, sino de conciliar el estudio con mi deseo de creatividad, con mi deseo de hacer algo grande, único y extraordinario (hasta aquel momento, organizar espectáculos era para mí la forma de expresar mi creatividad). Este problema persistió hasta que, junto a algunos amigos de Portugal (Margarida, Tomás y Gonzalo), nos pusimos a trabajar el artículo de Cesana «El sentimiento de las cosas, la contemplación de la belleza» (v. Huellas, julio/agosto 2002). A raíz del trabajo sobre ese artículo empecé a preguntarme: «Es fácil experimentar la Belleza en esta compañía y aquí, en la playa, pero ¿cómo puedo experimentar la Belleza cuando la realidad parece tan monótona, cuando estoy estudiando en la biblioteca?». Desde aquel momento empecé a desear experimentar la Belleza en mi estudio, y conseguí ver una conexión entre esto y mi deseo de creatividad. Mi estudio desde entonces se ha convertido en “una ventana abierta a la realidad”.
Para qué se estudia
Después empezamos a juzgar nuestra experiencia en la universidad, empujados por el deseo de vivir con plenitud. Nos dimos cuenta de que la mayoría de los estudiantes (y también nosotros) estudia sólo para pasar los exámenes. También circulaba entre nosotros ese mito del genio, es decir, del que podía pasar los exámenes aparentemente sin esfuerzo alguno. Ken (uno de nosotros), por ejemplo, contó que tenía que esconderse detrás de la biblioteca (por la noche) para leer, para que nadie le viese estudiar. A partir de aquí nació entre nosotros el deseo de experimentar la Belleza en el estudio (porque, ¿cómo podemos decir que la vida es bella si nuestro estudio no lo es? Como estudiantes pasamos la mayor parte de nuestro tiempo delante de un libro) y el deseo de proponer esta Belleza a otros estudiantes. Así es como empezamos a trabajar el libro Educar es un riesgo.
Al principio la mayoría de nosotros veía la educación únicamente como un instrumento para adquirir poder, como el camino para hacer carrera. Pero en Educar es un riesgo la educación se proponía como «una introducción a la realidad en su totalidad». ¡Esta propuesta tenía en cuenta verdaderamente nuestro deseo!
“Cara Beltà”
Entonces ser serio con el estudio significaba ser serio con la realidad, y no sólo tomar en serio el trabajo de hacer carrera. En ese punto la Belleza se convirtió para nosotros en el centro de la cuestión, y por eso decidimos titular a este trabajo “Cara Beltà”, y decidimos elegir los instrumentos que pudiesen ayudarnos a experimentar esta Belleza.
Seleccionamos algunas películas y una exposición sobre la temática del libro.
Después propusimos a nuestros amigos tener unos días de convivencia, jornadas que se repitieron a lo largo del curso. En uno de estos encuentros, desarrollados en Pakoto (al suroeste de Nigeria), participaron unos setenta estudiantes de varios institutos universitarios.
Durante la asamblea conclusiva, ante nuestra petición de intervenciones sobre los días que habíamos pasado juntos, empezó una conversación fruto de la experiencia personal, y no una de las habituales discusiones sobre educación, que suelen contener intervenciones como «siempre se suspende el suministro eléctrico durante las clases», «los laboratorios no están suficientemente equipados» o «el presupuesto para educación es demasiado escaso».
Los testimonios de los amigos
Bunmi habló de cómo le correspondía la propuesta de una autoridad como lugar de su yo más auténtico, y contó un episodio concreto de su vida en el que había experimentado esto.
Tony, otro amigo, habló de cómo el trabajo realizado le había empujado a ser más sensible ante la realidad, porque durante el trabajo se hablaba sobre todo de nuestra experiencia personal, y esto era totalmente nuevo para él.
Amaka contó que inicialmente se esperaba que toda la discusión versara sobre Comunión y Liberación, y que sin embargo había experimentado un interés por su vida y por su experiencia. También dijo que aquellos días pasados juntos habían despertado en ella el gusto de la felicidad.
Entonces empezamos a proponer en nuestras universidades lo que habíamos encontrado. Organizamos proyecciones de la película Los miserables (basada en el relato de Víctor Hugo). Muchos de los que acudieron a las proyecciones vinieron porque se habían sentido atraídos por los manifiestos que habíamos repartido, lo cual confirma verdaderamente que el hombre busca el significado de las cosas.
Después de una de las proyecciones, dos estudiantes decidieron participar en nuestra Escuela de comunidad porque –nos dijeron– lo que habían encontrado durante la proyección de la película era algo único, y querían venir a verlo.
El trabajo que estamos haciendo desde entonces me está ayudando a comprender que, para realizar mi deseo de creatividad, no tengo que inventar algo que no existe, sino únicamente seguir una belleza con la que me he encontrado.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón