Entrevista al gran maestro esloveno de filosofía cristiana Emilio Komar, argentino por exilio. Tras la Segunda Guerra Mundial debió refugiarse primero en Italia, para pasar en 1948 a Argentina. Con motivo de la actual crisis argentina, conversamos con él sobre la necesidad de educar en la obediencia a la realidad
«A los cuarenta años yo no tenía autoridad para decir a los progresistas que se estaban equivocando; ahora sí, a los ochenta y tres tengo esta autoridad». Emilio Komar ya no goza de la misma vista y del mismo oído de entonces, pero su palabra permanece concisa, afilada. Trabaja mucho, aunque ahora encuentra «dificultades diabólicas» – así habla de sus fatigas – para hallar los libros que necesita consultar. Su enfermera hace lo que puede y más de una vez trepa por las librerías llenas de libros que van desde el suelo hasta el techo. Para romper el hielo, comenzamos la conversación hablando de la crisis argentina. Responde diciendo que sí existen los recursos, que las pequeñas y medianas empresas tienen más posibilidades de superar la crisis. Después se vuelve crítico y observa con pesar cuán insuficiente es la influencia de la Iglesia para orientar el camino de la sociedad argentina. «La crisis es grande, además, porque quien se dice católico no tiene ninguna política cultural».
¿Cómo se explica este hecho?
En parte con la historia: el liberalismo y la masonería han tenido mucho que ver.
¿Cómo se puede convivir con los políticos liberales?
Se puede convivir críticamente, hablando cuando hay que hablar. Por lo demás, se ve inmediatamente que en el mismo liberalismo hay mucha confusión. Croce decía que la idea liberal puede sobrevivir sólo si se separa del la política económica liberal. Esta última se desarrolla de tal manera que el verdadero espíritu liberal se percibe como un agregado artificial al liberalismo económico.
¿Qué es lo que les falta a los católicos?
Una propuesta; y una propuesta es algo concreto, que supone la conciencia de lo que uno es. Una vez, en una conferencia, dije que me llamaba la atención la ignorancia de los marxistas. Entristece ver que en Argentina aquellos que se proclaman marxistas no saben nada de Marx. Mientras afirmaba esto, un religioso me decía: «¡Dígalo más fuerte!». Y yo, con rabia, le pregunté: «¿Y ustedes, conocen a san Agustín, a santo Tomás?».
¿Dónde encontramos hoy maestros para retomar una educación que sea capaz de generar hombres?
No existen. Es necesario crearlos.
¿De quién es la responsabilidad?
De todos. Tengo alumnos que ahora son directores de colegio. Ellos trabajan en la medida de lo posible y luchan contra los reglamentos del Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires. Intentan mantener la libertad de educación dentro de un sistema que nos es hostil.
¿Cuál es la gran alternativa cultural de hoy?
La alternativa de fondo se juega entre el realismo y el idealismo.
Se observa una separación nefasta entre lo intelectual y lo afectivo, ¿cómo se puede remediar?
El neotomismo tiene buena parte de la culpa en esta separación. Quería ocuparme de este tema, es uno de los trabajos a los que hubiera querido dedicarle tiempo; pero yo ya no tengo tiempo. Lo está haciendo un alumno mío: la importancia de la intuición intelectual sobre el razonamiento. Es un planteamiento revolucionario.
El conocimiento per connaturalitatem...
...el prevalecer de la voluntas ut natura sobre la ratio: precisamente la intuición intelectual. Por desgracia, los dominicos han publicado a santo Tomás según la interpretación de Cayetano, es decir, introduciendo en su pensamiento el racionalismo.
Ortega y Gasset decía que se hace experiencia con los pies.
Y tenía razón, porque el conocimiento es contacto sensible. Como él dijo: «Argentinos...¡a las cosas!»; no sirve detenerse en los modelos, en los esquemas; necesitamos que nos hablen de las cosas según su verdad. Y, de hecho, el verdadero tomismo conduce a una valorización de la experiencia sensible. El problema es que no se ha leído a santo Tomás, o se lo ha leído mal.
¿Desde dónde recomendaría comenzar a leerlo?
No desde la Summa Theologica, que casi siempre tiene comentarios de Cayetano, sino desde el De Veritate.
¿Qué otras lecturas aconseja para quien se dedica a la educación?
He aconsejado a Pieper, Edith Stein, Guardini, von Balthasar. Lamentablemente, a Del Noce no se lo puede entender sin una ayuda; es necesario conocer la filosofía italiana y algunas circunstancias concretas para comprenderlo. He enseñado mucha literatura, católicos alemanes y franceses desconocidos, que no están traducidos, como Peter Wust. Cuando hay profundidad – literaria, teológica, filosófica – siempre existe el acceso a Dios, en cualquier circunstancia. Cuando no hay profundidad, no hay nada. Esto es inmediato, es algo que se ve a simple vista.
Don Giussani insiste en la experiencia como el lugar del conocimiento que se obtiene de la realidad.
El conocimiento como tal es penetración de la realidad.
¿Porqué la conciencia del pecado original es importante para un realismo educativo?
Es fundamental no solamente para un proceso educativo, sino también en la política. Diría que para todo. Milovan Gilas, un gran marxista, en su obra La società imperfetta. L’utopia alla prova del potere, afirma que no existe una sociedad perfecta sin una dictadura ficticia, y que la naturaleza del hombre no se puede cambiar con directrices sociales.
Este texto es un tratado marxista sobre el pecado original. La Ilustración, desde el principio, lo elimina.
E impone al hombre una vida que no es humana.
Porque debería ser una vida sin obstáculos.
¿Qué es lo que más lo ha ayudado a mantener la conciencia del misterio en su aproximación al conocimiento?
Mi educación familiar y ambiental. No teníamos maestros abstractos.
¿Qué es un maestro abstracto?
El que delinea proyectos, el que hace planes. He pasado mi juventud en una ciudad medieval en medio de un bosque. Muchos eran artesanos o agricultores. Cuando un niño ve trabajar a un carpintero o a un artesano, tiene una idea distinta de la vida.
Giussani describe la experiencia del encuentro humano como el lugar donde la profundidad se hace presente.
Habla de un encuentro verdadero.
¿Cómo describiría usted el encuentro verdadero?
Imaginemos a dos soldados que están frente al fuego enemigo; lo que le interesa a cada uno de ellos es salvarse; por eso se ayudan, se comprenden; entre estos combatientes queda una amistad que dura toda la vida. Es más que una relación conyugal, han vivido algo profundo, han visto la muerte de cerca, se han salvado.
Hay un comentario de santo Tomás que dice que la necesidad ajena es el motor de la acción de un hombre. ¿Sucede igual con la educación?
Lo que sale del corazón llega al corazón. Si el maestro explica lo que ama, lo que le gusta, lo maravilloso, entonces llega al otro que lo escucha.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón