Publicamos la carta del párroco de Trivolzio después de recibir la visita de don Giussani. Y el mensaje de agradecimiento del padre Jerry Mahon por la estatua de san Ricardo Pampuri que don Giussani le regaló y que se encuentra actualmente en la parroquia de Saint John, en Minnesota, a un paso de la Clínica Mayo
17 de enero de 2003
Queridísimo monseñor: Gracias. Gracias por venir una vez más el miércoles 22 de enero a celebrar la santa misa en honor de san Ricardo Pampuri a la iglesia donde reposa su cuerpo. Gracias por haber dado a conocer a Pampuri en todo el mundo, proponiéndolo como el cristiano que nos ayuda a comprender que la santidad no es un privilegio de unos pocos, sino que todos, si queremos, podemos llegar a ser santos cuando, como para Ricardo, Dios se convierte en el centro de nuestra vida e intentamos hacer todo con amor en el cumplimiento de nuestro trabajo diario.Mientras usted celebraba la santa misa, yo repasaba mis quince años en Trivolzio. Cuando llegué en 1988, Pampuri todavía era beato. Aunque ya lo conocía, jamás hubiera pensado que su devoción pudiera difundirse de la manera en que lo ha hecho. Nada más llegar, lo primero en lo que pensé de manera especial fue en el oratorio y en las actividades parroquiales..., y en 1989 tuve el privilegio de concelebrar en la plaza de San Pedro la santa misa con el Papa para la canonización de Ricardo Pampuri.
A nuestra iglesia acudía gente a rezar al Santo, pero se trataba de una devoción reducida al ámbito local por parte de los Hermanos de San Juan de Dios. Sin embargo, a partir de 1995 se produjo un viraje: a raíz de un milagro, usted recomendó la devoción a san Ricardo al pueblo de Comunión y Liberación y desde entonces cada vez más gente de todo el mundo acude a pedir al médico salud, gracias y curaciones para el cuerpo; y al santo, la ayuda para comprender su vocación y el sentido de la vida para cumplirlo con amor.
Los jóvenes, la multitud de jóvenes que vienen aquí, lo perciben como un amigo que, como ellos, pasó fatigas y tribulaciones, un compañero al que pedirle ayuda en el camino de su vida. Hace tiempo, una joven me contó que el sábado por la noche le decía a su padre, alejado de la Iglesia desde hacía tiempo, que se iba a Pampuri, y el padre creía que se refería a una discoteca; cuando descubrió que Pampuri era un santo que concedía su gracia, también quiso ir él. Además, vienen familias con muchos niños a pedir a san Ricardo fuerza para su camino cotidiano.
Hace algunos meses, encontré rota una estatua de san Ricardo que estaba en venta; algunos de mis colaboradores se preocuparon, pero por la noche encontré una bolsa con el dinero de la estatua y con esta nota: «Por intentar ver bien la estatua la hemos roto involuntariamente. Hemos abierto nuestras huchas y queremos pagarla. Pedimos perdón a don Angelo y a san Riccardo. Un saludo, adiós. Sandro y Emanuel. Perdónenos y que san Ricardo nos bendiga». Seguramente san Ricardo perdona y bendice a estos niños, y me habría gustado darles las gracias por su honestidad y el ejemplo que nos han dado.
Por designio de Dios ha nacido un santuario..., yo me he limitado a no oponerme a la voluntad del Señor y el Señor por intercesión de san Ricardo sigue concediendo su gracia.
Monseñor, renuevo la invitación que le hice al final de la santa misa de venir cuando quiera a rezar a san Ricardo y a celebrar misa.
Pido todos los días a san Ricardo que esté cerca con su ayuda y protección y que usted pueda seguir siendo todavía durante muchos años guía entre nosotros. Le suplico a usted una oración para que yo esté siempre dispuesto a acoger a todos aquellos que vengan aquí.
Don Angelo Beretta,
Trivolzio
25 de enero de 2003
Querido don Giussani: Te escribo para agradecerte tu precioso regalo de la estatua de san Ricardo. Mi experiencia personal de curación física y la profunda conciencia de lo que significa su presencia me han llevado a reconocer el Misterio de una forma que jamás hubiera imaginado antes de esta experiencia. Me conmueve profundamente tu generosidad y tu deseo de que san Ricardo pueda estar presente en la iglesia de San Juan Evangelista de Rochester (Minnesota), en cuyas inmediaciones se levanta la Mayo Medical Community, instituto de fama mundial. Desde la llegada de san Ricardo no he dejado de orientar hacia él a la gente de EEUU y de todo el mundo que acudía a la Clínica Mayo y venía a nuestra iglesia. Para darte una idea del número de pacientes en nuestra ciudad y en nuestra iglesia, de la Clínica Mayo dependen unos 2000 médicos y hay una afluencia constante de enfermos que visitan nuestra comunidad y nuestra iglesia. Se ha convertido en una costumbre para mí invitar a los pacientes a que visiten a san Ricardo y le pidan que interceda por su salud. A uno de ellos, por ejemplo, acaban de diagnosticarle un tumor cerebral; otro se está preparando para una intervención quirúrgica importante; incluso hay alguno al que se le ha suspendido la asistencia médica por tratarse de un mal incurable... todos acuden aquí buscando consuelo. También algunos médicos se han abierto a la búsqueda de la sabiduría del Misterio al sorprender a sus pacientes solicitando la presencia de san Ricardo. Algunos pacientes se acercan a visitar a san Ricardo con el corazón lleno de gratitud cuando en la Clínica Mayo se les comunica su curación. Hay infinitas historias, y eso que sólo atisbamos la potencialidad de esta presencia. San Ricardo tiene un lugar especial dentro de nuestra iglesia; estamos preparando un tríptico donde se explique su historia y junto a la estatua colocaremos la frase que nos enviaste. Don Giussani, ¡ni siquiera puedo imaginarme las posibilidades que se abren gracias a este regalo que nos ofreces! Y no alcanzo a percibir lo que tú ves, cómo comprendes de qué manera y hasta qué punto será vivificante y profunda la presencia de san Ricardo. Estoy especialmente agradecido por la asistencia del padre Fabio y de Giorgio Vittadini, que ayudaron a dar los pasos necesarios para que san Ricardo pudiera llegar a nuestra iglesia. Quiero darte también las gracias por tu amistad, a través de tu carisma, que realiza y toca mi vida y la de muchas personas. Tengo necesidad constante de tus indicaciones de padre; reconozco humildemente nuestra amistad y necesito ser estimulado continuamente a vivir esta compañía en el camino que tengo ante mí en Rochester. Te tengo presente en mi memoria todos los días ante la estatua de san Ricardo Pampuri, aquí en nuestra iglesia, pidiéndole que te conceda la bendición de la salud y agradeciendo el carisma que has recibido y que tan abiertamente pones en práctica anunciando la Buena Nueva de Jesucristo.
Con afecto y amor, Jerry Mahon, Parroquia de Saint John, Rochester, Minnesota, EEUU
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón