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Huellas N.3, Marzo 2003

CL EN EL MUNDO

Presentación. Sucedió en Cuba

Lorenzo Albacete

El primer congreso de bioética que se celebra en La Habana, promovido por el Centro Juan Pablo II, ha incluido la presentación de El Sentido Religioso de Giussani. Ante un público numeroso, diversas personalidades del mundo laico y religioso cubano profundizaron en los conceptos de experiencia elemental, libertad y fe. Al final, la sorpresa de una llamada telefónica

Cuando en 1989 visité Cuba por primera vez, encontré una iglesia que se asemejaba a la de las catacumbas. Pero había también un creciente número de jóvenes convertidos, con historias extraordinarias a sus espaldas, testimonios vivientes del poder de la gracia, que deseaban con todo el corazón compartir su descubrimiento con sus amigos, en la escuela y en el trabajo. Bajo la guía del cardenal de La Habana, Jaime Ortega, y de los obispos cubanos, la Iglesia se ha convertido en un lugar vivo y público. Estos jóvenes no se cansaban de decirme que lo que la Revolución había prometido ellos lo habían encontrado en la Iglesia y estaban ansiosos por ofrecer a todos el testimonio de su hallazgo.
Regresé en 1997 para escribir en The New Yorker Magazine acerca del inminente encuentro entre Juan Pablo II y Fidel Castro. La Iglesia cubana estaba a punto de salir de la oscuridad para presentarse al país. Las autoridades eclesiásticas, con mucho realismo, no esperaban que la visita del Papa lograra sortear los obstáculos que el gobierno oponía a su misión, pero estaban decididas a no volver a descender a las catacumbas. Entonces parecía como si aquel aire algo nuevo e imprevisto hubiera difundido por toda La Habana su perfume dulce y sugerente.
Cuando entré en la gigantesca Plaza de la Revolución y vi la imagen del Sagrado Corazón que cubría más de la mitad de la fachada del edificio de las oficinas centrales del gobierno, pensé: «¡Ahora comprendo qué es la gracia!».

La primera vez
Regresé al año siguiente coincidiendo la visita de Juan Pablo II, y toda la ciudad parecía inmersa en una luz enigmática. ¿Dependería aquello sólo de mi conciencia del Origen de lo estaba acaeciendo o no? Me di cuenta de que hasta los que nada sabían de Papa ni de Iglesia percibían esta novedad y parecían extrañamente felices. La última noche, una vez que el Papa partió hacia Roma, fui invitado a una recepción ofrecida por Fidel Castro a los obispos americanos.
Aquella fue la primera vez que El Sentido Religioso de don Giussani se presentó en Cuba. El presidente Castro me preguntó por qué la Iglesia tenía más conversiones en África que en Asia, y le respondí hablando de las diversas expresiones de El Sentido Religioso en aquellas culturas. Viendo que él estaba interesado de veras en el asunto, le pregunté si podía enviarle un libro acerca de El Sentido Religioso, y él respondió que estaría encantado de recibirlo. A mi regreso a Nueva York, le mandé una copia del libro en español, firmado por don Giussani. Algunas semanas después me confirmaron que lo había recibido.

La segunda vez
El sábado 1 de febrero de este año, El Sentido Religioso de don Giussani fue presentado por segunda vez en La Habana. Asistieron los más de doscientos participantes en el Congreso nacional de bioética, el primero que se desarrolla en Cuba, promovido por el Centro Juan Pablo II para la bioética, fundado tras la visita del Papa. Biólogos, médicos, sociólogos, expertos en bioética, filósofos y teólogos procedentes de Cuba y del resto del mundo participaban en el congreso, articulado en tres jornadas. Entre ellos había muchos estudiosos implicados en el famoso programa cubano de investigación médica. La Iglesia de Cuba ofrecía este congreso como testimonio de su deseo de promover el diálogo entre quienes, teniendo confesiones e ideologías diferentes, están buscando un punto de encuentro para trabajar juntos por una sociedad mejor.
Uno de los participantes, que venía de Bélgica, me comentaba asombrado: «En Europa esto no sería posible. La Iglesia podría celebrar encuentros sobre bioética, pero no tendrían una participación masiva de personas con posturas tan diferentes, y menos aún, de representantes del estado». Que eso pueda acaecer en Cuba es sin duda un reflejo de la actual situación social de la isla, pero es sobre todo uno de los frutos de la fe y las oraciones de la Iglesia cubana y de su fidelidad a lo que el Señor ha ido obrando a raíz de la visita del Santo Padre.

Los antecedentes
La idea de presentar El Sentido Religioso en un contexto semejante provino de un grupo de jóvenes consagrados que constituyen el núcleo de Comunión y Liberación en Cuba. Yordanis, un chico de veintisiete años responsable de la comunidad cubana de CL, me había contado que la comunidad estaba tratando de obtener el reconocimiento por parte de la archidiócesis y le prometí que hablaría con el cardenal Ortega, que es amigo mío. Estaba seguro de que podría ver al cardenal en su siguiente visita a Nueva York, o si no en Cuba, a donde yo tenía que viajar en breve para guiar los ejercicios espirituales de la archidiócesis de Camagüey. En esa ocasión trataría de concertar una cita con el cardenal de La Habana para poder hablarle del deseo de la comunidad de CL de ponerse al servicio de la Iglesia.
Hablé con Yordanis también de la posibilidad de invitar a algunos de sus amigos a celebrar una mesa redonda sobre El Sentido Religioso, un libro que parecía especialmente apropiado, vista la casi total ignorancia de la juventud cubana respecto de la religión.
Unas semanas después de regresar a Nueva York recibí una invitación para participar como ponente en el Congreso de bioética en La Habana, así que puse al corriente a Yordanis de la posibilidad de vernos con el cardenal en esa ocasión. Además, la visita nos permitiría estar juntos unos días y organizar el debate sobre el libro. Y aquí termina mi contribución. Todo lo demás ha sucedido sin haberlo planificado. Después de nuestra experiencia el año pasado en EEUU sabía que podía esperarme un milagro.
Entusiasmados por las posibilidades que se nos brindaban, entramos en contacto con las autoridades eclesiásticas, incluido el Nuncio apostólico en La Habana. Así, la presentación del libro entró a formar parte del programa del congreso y lo que nos imaginábamos como un pequeño encuentro entre amigos se transformó en un evento público de gran envergadura.

Contribuciones
René Zamora, presidente del Centro Juan Pablo II para la bioética, Rolando Suárez Cobián, personalidad de renombre del mundo laico cubano, Yordanis y yo integrábamos la mesa de los ponentes.
Zamora nos dio la bienvenida en nombre del Centro, después pasó el micrófono a Yordanis, que brevemente presentó a los participantes la figura de don Giussani y el movimiento, explicando los orígenes del libro que se presentaba. Subrayando la dimensión eclesial del carisma de Giussani, Yordanis dijo que la presentación del libro era expresión del deseo de CL de colaborar con la Iglesia cubana en su misión.
Después tomó la palabra Suárez Cobián que, entrando en el contenido específico del libro, subrayó la importancia de las múltiples referencias del autor a las grandes obras de la literatura. Luigi Giussani muestra - en palabras de Cobián - que es la propia realidad la que provoca en el hombre la experiencia del conocimiento y de la búsqueda de un criterio para juzgar lo que suscita la vida. Continuaba señalando que es imprescindible prestar atención a las «experiencias y evidencias elementales» para no sucumbir a la «mentalidad común».
Suárez Cobián dedicó una atención especial a la concepción de libertad en el pensamiento de don Giussani, y a su relación con la fe y la oración. Así, definía a la Iglesia como custodio de la libertad de los hombres. Concluía diciendo que el libro ofrece «elementos prácticos aplicables al hombre de hoy, inmerso en las circunstancias y en la realidad de la época postmoderna».
Después, llegó mi turno. Comencé agradeciendo, en nombre de don Giussani, a las autoridades eclesiásticas y los dirigentes del Centro Juan Pablo II el habernos brindado la oportunidad de presentar el libro. Expliqué cómo se trataba de la segunda presentación del mismo en Cuba, sólo que la primera vez el público estaba formado por una sola persona. Naturalmente, todos quedaron muy sorprendidos al saber que esta persona era el presidente, Fidel Castro. Señalé que, dado el carisma de nuestro movimiento, no me sorprendía en absoluto que la visión de don Giussani se adaptase a un momento como el de la visita del Santo Padre a Cuba, en el que la Iglesia estaba demostrando la pasión por la humanidad que animaba su deseo de servir a la sociedad cubana. La ocasión del Congreso de bioética, fruto de la visita del Papa, era otro escenario apropiado para la presentación del pensamiento de don Giussani sobre El Sentido Religioso como lo que mueve a todos los seres humanos a la búsqueda de la verdad, la justicia, la libertad y la felicidad.
Al final, destaqué que esta pasión por la humanidad es lo que anima también a la comunidad de Comunión y Liberación en Cuba, exigua en número, pero con un gran deseo de ponerse al servicio de la Iglesia y del pueblo cubano.
La presentación concluyó con las palabras de un poeta cubano, Juan Lázaro Besada, que leyó un fragmento de un poema de su libro Soliloquios, que se podía adquirir también con ocasión del congreso. Comenté a los presentes que don Giussani se sentiría muy feliz al escuchar que un libro de poesía había formado parte de la presentación de El Sentido Religioso, y especialmente un libro como aquel, que manifestaba la necesidad profunda que constituye al hombre.
Al término de la presentación, los amigos del movimiento distribuyeron un centenar de copias de El Sentido Religioso, prometiendo volver al día siguiente con más.

Epílogo
Me habían solicitado que cerrara el Congreso con una intervención que explicara cómo la visión antropológica, filosófica y teológica de Juan Pablo II permite instaurar un “diálogo social” entre los exponentes de diferentes credos. En este contexto, las últimas copias de El Sentido Religioso se vendieron como rosquillas. Al término del congreso presenté a Yordanis y algunos otros del movimiento a Su Eminencia el cardenal Ortega, quien expresó su aprecio por la obra de Comunión y Liberación y aseguró que la presencia del movimiento sería reconocida por la archidiócesis. Esta misma certeza me la reiteraron uno de los obispos auxiliares, el Nuncio apostólico y el secretario de la Conferencia episcopal.
A la sesión conclusiva del Congreso también asistió la señora Caridad Sánchez, ministra de asuntos religiosos del Partido Comunista de Cuba, a quien ya conocía de mis anteriores viajes. Le hablé de la presentación del libro y ella se mostró muy interesada en conocer las posiciones políticas del movimiento. Le aseguré que el movimiento no desea otra cosa que servir a la Iglesia y al pueblo cubano y que el libro recién presentado sentaba las bases para un diálogo que deje de lado los prejuicios políticos. Me dijo que no había leído el libro y le conté lo del ejemplar enviado al presidente Castro. «Pues a mí también me gustaría leerlo», me dijo, y conseguimos uno también para ella.

¡Sorpresa!
Es difícil describir la experiencia de enorme sorpresa y alegría de Yordanis y los demás amigos después de la presentación. Exultantes de alegría, me dijeron que habían sido testigos de un milagro. Y aquello no había hecho más que empezar. Pocos minutos después, don Giussani en persona me llamó al móvil para darles las gracias y enviarles un abrazo a todos. Habló con Yordanis, invitándole a ir a Italia a conocerle lo antes posible.
Como hemos experimentado reiteradamente en EEUU en este último año, el milagro acaece por sí mismo, no como el resultado de nuestros esfuerzos. Nosotros tenemos la responsabilidad de estar atentos a su manifestación y seguirla con nuestro testimonio y el ofrecimiento de una amistad incondicional.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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