Apuntes de la intervención de don Giussani en la Asamblea de CL del 12 de marzo de 2002
Me ha llamado mucho la atención lo que habéis dicho porque toca realmente, de una manera u otra, el punto esencial. El punto crucial - me ha impresionado la intervención de Sciumè - es un “nuevo inicio”. ¡Hace falta un nuevo inicio, como dije en la carta a la Fraternidad!
Sin embargo, nuevo inicio no significa que nosotros hagamos algo nuevo, que inventemos algo que todavía no se nos ha dado o dicho. El nuevo inicio es el renovarse de la Presencia, de una Presencia: es una Presencia que se impone, que nos toca.
Pero no es esto lo que más me interesa para vosotros, de lo que quería hablaros. Puesto que este nuevo inicio parte de los hechos, de algo que no podemos pensar, imaginar o fantasear nosotros, entonces lo que manifiesta el corazón, la voluntad, el esfuerzo y el intento nuevo es la súplica.
El nuevo inicio es objeto de petición, de súplica mendicante. Lo dijimos en Roma, ante el Papa, en la gran asamblea que clausuró el encuentro del 30 de mayo, hace cuatro años. La finalidad del mundo y de la vida es buscar a Cristo en el hombre, en el corazón del hombre. El corazón del hombre busca a Cristo como el corazón de Cristo busca mi corazón, tu corazón.
Sólo con esta apertura podemos alcanzar claridad plena. ¡Que nuestra vida sea y demuestre con evidencia lo que es, nuestro inicio y nuestro destino! Por eso, os ruego que no pase un día sin que vuestra oración complete y cumpla la mía, y la de los que ahora están conmigo, por el ofrecimiento que hacen de su vida a Dios.
Lo que debe acontecer para que sea un “nuevo encuentro” - conforme a los términos de la carta del Papa y al interés que siempre ha mostrado hacia nosotros - es que volvamos a ser lo que fuimos. ¿Qué fuimos? ¡Nada! Volver a ser lo que fuimos, alumbrados por una luz que nadie podía suponer ni lograr por sí mismo.
¡Recemos todos los días los unos por los otros! Vosotros por mí y yo por vosotros. Sólo de esta manera podremos contrarrestar, lenta o finalmente, la obra malvada de quienes odian lo humano.
Gracias.
Cesana: Gracias a ti, don Gius.
Si se trata de un inicio nuevo, dar gracias es justo, siempre. Perdonad, se me ocurre otra cosa, porque lo más importante es el desarrollo de nuestro pensamiento que el Señor solicita. Es verdaderamente fundamental para vosotros y nosotros darnos cuenta, palabra por palabra, de lo que nos irá diciendo nuestra “instrucción religiosa”.
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