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Huellas N.4, Abril 2000

EXPOSICIONES. LA IMAGEN DE CRISTO

Why in London?

Lucía Rodríguez

Un recorrido que señala la imposibilidad de comprender la imagen de Cristo a partir de una idea. La reducción a símbolo universal y abstracto. Y, a pesar de todo, algo sigue suspendiendo a quien mira con atención

Llama la atención que con ocasión del Gran Jubileo se celebre en Londres una exposición sobre la imagen del hijo de María de Nazaret. Justamente el aniversario de los dos mil años de su Encarnación lo motivaba, pero el lugar natural hubiera sido, sin duda, Roma. Por curiosidad nos hemos desplazado hasta la húmeda capital de las finanzas y los negocios, cosmopolita y repleta de famosos y pobres. La National Gallery nos ha recibido abarrotada de gente. La entrada es gratuita y el fin de semana miles de turistas ávidos de compras se vuelcan en las calles del centro.

La guía
La idea que ha guiado a los organizadores queda reflejada en el Cristo de San Juan de la Cruz de Salvador Dalí (1951) que cuelga sobre un fondo totalmente negro, reproducida en la portada del catálogo.
¿Exigencias estéticas? Sin duda, pero también una opción clara. La salvación en cuanto experiencia humana desaparece y queda un hombre crucificado suspendido por encima de un abismo vacío. Abstracto.
Las obras seleccionadas pertenecen casi en su totalidad a la National Gallery o a otras colecciones inglesas, y se han excluido piezas tan esenciales, pictórica y temáticamente, como la Cena de Emaús de Caravaggio, o la Adoración de los Magos y la Adúltera de Rembrand, también propiedad de la pinacoteca londinense. De esta forma el conjunto expuesto resulta empobrecido, y poco alivia el que el Museo Nacional del Prado haya concedido para la ocasión su Agnus Dei de Francisco de Zurbarán (1635-1640).

Mirando la salvación
El objetivo era centrar la atención en el propósito por el que se hicieron las obras del arte, e indagar qué debieron significar para los destinatarios originales. «Hemos ubicado algunas de las obras del museo en un nuevo contexto - explica la introducción del catálogo - , no agrupándolas por artistas o por periodos, sino disponiéndolas junto a otras obras que han abordado el mismo tema a través de los siglos. Más que presentar la vida de Cristo en el arte, la exposición se fija en los "problemas pictóricos" que los artistas cristianos tuvieron que afrontar a la hora de representar a Jesús: Dios que se hizo hombre».
«Los artistas cristianos afrontaron el problema de que, al representar un acontecimiento histórico, no estaban ofreciendo sólo un recuerdo del pasado, sino una verdad viva; quien ve la obra debe sentirse testigo de algo que le afecta directamente»

Reducido a valores
Lo que todo artista intentó atrapar en la tela fue lo que desde el primer día atrapó a los sencillos: una humanidad tan humana que suscita una admiración casi inevitable. Por el mismo motivo un hombre del siglo XXI puede sentir un interés profundamente razonable por el hecho cristiano. Por el contrario, pasando por las siete salas de la muestra, resulta evidente la progresiva abstracción y, por consiguiente, una pérdida de interés en el plano estético. Esto culmina con la reducción de la imagen de Jesús a expresión de los valores universales, como bien se afirma en el catálogo: «En manos de los grandes artistas los diferentes momentos y aspectos de la vida de Cristo se plasman en arquetipos de la experiencia humana».
El cuadro de Cristo, la luz del mundo, utilizado en el folleto que propone los actos culturales que acompañan la exposición a lo largo del año, tiene todo un sabor new age.

Singular paradoja
Sin embargo, hay momentos en los que la humanidad del Señor se impone con fuerza y discreción, escapándose a toda reducción y proponiéndose súbitamente. Como ocurre al cruzar nuestra mirada con la intensidad cálida de san José, pintado por Bartolomé Esteban Murillo en el cuadro dedicado a La Santa Trinidad (1681-1682), o sintiendo la mano que Cristo nos tiende mediante el gesto vigoroso hacia la Verónica (aprox. 1505) en La procesión hacia el Calvario de Ridolfo Ghirlandaio. La potencia de un gesto insospechado suspende en nosotros, hoy como entonces, el deseo de conocer quién se nos propone con ese poder discreto. El descendimiento de Ugolino di Nerio (1325) corona con delicadeza el relato de la historia de Cristo entre los suyos que le abrazaron por ultima vez, en espera de su presencia perennemente concedida «todos los días, hasta el fin del mundo», como se lee en grandes letras en la última sala.


Las siete salas de la exposición
Signo y símbolo
Los primeros cristianos no representaron tanto la persona de Jesús como el convencimiento de que Él era el Mesías, el Ungido - "Cristo" en griego -, el Salvador. Dado que esta creencia se fundaba en la Escritura, la Palabra de Dios escrita, las primitivas imágenes de Cristo se crearon a partir de la letra escrita y los signos de palabras o eran traducciones visuales de la imaginería verbal de la Biblia.

La doble naturaleza
El aspecto más difícil de abordar para el artista que busca representar a Cristo es el modo de representar su doble naturaleza: completamente humana y completamente divina. [...] Al convertirse el cristianismo en una religión de estado, y al cobijarse tanto los poderosos como los oprimidos bajo su bandera, Cristo pasó a personificar otras dualidades: Vencedor y Víctima; Salvador y Sacrificio; Rey de reyes y "despreciado y rechazado por los hombres" (Is. 53,3).

El verdadero retrato
Todo el mundo en la Edad Media "sabía" cómo era el rostro de Cristo. Por todas partes había imágenes de su cara, muchas pretendiendo ser copias del velo que se guardaba en San Pedro en Roma. Se trataba del velo de Verónica, también conocido como sudarium. La misma palabra "verónica", que puede leerse como "vera icona" - "verdadera imagen"-, implica que le nombre de la santa fue también utilizado para describir su paño.

Pasión y compasión
La imaginería sobre la Pasión de Cristo se extendió notablemente a partir del siglo XIII. El campo estaba abonado con los escritos del monje cisterciense Bernardo de Clairvaux y con la reforma emprendida por los franciscanos. Ambos santos dieron especial énfasis a la humanidad de Cristo, y alimentaron una espiritualidad "afectiva" que se concentró en la Pasión. Compasión humana, el sentido natural de simpatía y pena por el sufrimiento de los otros, podían aprovecharse para inspirar y profundizar en la fe en Cristo y para fortalecer la devoción hacia Él. La imagen de Cristo en la Cruz ya no sólo era el signo del Amor de Dios y su sacrificio por la humanidad, sino que paso a constituir el foco de la propia compasión humana por el Salvador sufriente.

Rezando la Pasión
Una imagen de la Pasión, ya esté en el altar de una iglesia o en la pared de una casa, puede centrar la oración. Una representación del Cristo sufriente ayudaba a recordar el sacrificio que hizo por la humanidad, y los sentimos de gratitud, pena o arrepentimiento pío que inspiraba en el devoto servían para profundizar en su amor a Dios. Muchas tradiciones cristianas han dado gran importancia al papel que la imagen - narración, icono o símbolo - juega en el proceso de meditación y contemplación.

El cuerpo salvador
El arte oriental es único en su preocupación por el cuerpo desnudo, en particular por el desnudo masculino. En el lenguaje del arte, el cuerpo desnudo no siempre es un simple cuerpo desnudo, sino un desnudo - un recurso artístico inventado por los griegos en el siglo quinto a.C. -. A pesar de la ambivalente visión del cuerpo de la Cristiandad, este invento pagano ha influido profundamente en la imaginería cristiana.

La presencia permanente
Las apariciones de Cristo a sus discípulos tras la Resurrección no fueron, al menos en términos pictóricos, nunca problemáticas. Los artistas podían, por definición, mostrar lo que se vio: el cuerpo físico, crucificado, muerto y resucitado. Pero las apariciones a María Magdalena, Tomás y los discípulos de Emaús fueron sólo la primera parte de la promesa más extensa que registra el final del Evangelio de san Mateo: «Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo» (Mt. 28,20). La firme seguridad de que no seremos abandonados, de que los avatares de este mundo están de algún modo bajo la guía divina. Quizás la necesidad de tal seguridad frente a las atrocidades de la guerra y el genocidio sea lo que ha prolongado las imágenes de la presencia permanente de Cristo entre lo más popular y lo más controvertido en la Inglaterra del siglo XX. ¿Cómo hacer visible esta desconcertante mezcla de ausencia física y presencia espiritual?

(traducción del inglés de Consuelo Rubio de Cárdenas)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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