PARAGUAY
Las reducciones del tercer milenio
En junio, junto con una sobrina nuestra, fui a ver a mi hermana Gió que trabaja en Asunción y vive su vocación, igual que yo, en los Memores Domini. Todo el mundo en Paraguay le llama "mama", otra paradoja cristiana ya que, según el mundo, ella habría elegido «no formar una familia». Había estado allí en 1996. Después de tres años sólo puedo manifestar el estupor y la conmoción que me produce pertenecer a un acontecimiento de vida como es para mí CL. El movimiento está en Villarica, Encarnación, Caaguazú y Ciudad del Este. Como las familias en la Edad Media miraban a los monasterios, así en Paraguay la gente mira a la casa de los Memores Domini de Asunción. En ella viven nueve personas (cuatro fueron a vivir a la casa el mes pasado): están contentos y viven bien juntos. Jorge es directivo de una multinacional; Luca es profesor en la Facultad de Informática de la Universidad Católica y responsable de un nutrido grupo de chicos del CLU; Pedro es un directivo del Ministerio. Fue él quien empezó la caritativa en el Panchito, la cárcel para menores en la que muchos se han implicado y de donde nació la idea de una casa de acogida en Itauguá (cfr. Huellas n.1 - 99) para ayudar a los chicos a reinsertarse en la sociedad y poder encontrar un trabajo. La casa ya está terminada, y se ha podido construir gracias a las ayudas recibidas desde España a través de CESAL y de la Administración local. Los muebles y el material necesario ya están en Itauguá; llegaron desde Brianza por iniciativa de los compañeros de estudio de Gió. Marcos trabaja como diseñador gráfico, da clase de dibujo artístico y está preparando un texto ilustrado sobre la Virgen de Caacupé. He podido conocer a los recién llegados: Armando, Beba, Ana y he vuelto a ver a Carla. Carla y Beba son profesoras y se ocupan de GS "Secundarios" con el padre Aldo; Ana es arquitecto y Armando trabaja como contable en una empresa. Cerca de Asunción se encuentra el santuario más famoso de Paraguay, dedicado a la Virgen de Caacupé, bajo cuyo amparo está el movimiento entero. Un dicho popular dice: «Si Dios quiere y la Virgen de Caacupé y una vez por semana van de peregrinación al santuario rezando el rosario por don Giussani y por las necesidades del movimiento. Ahora ya todos los demás grupos de Fraternidad realizan el mismo gesto una vez al mes. Estuve también en Encarnación, a poca distancia de las ruinas de aquella gran Reducción que fue Trinidad y donde el años pasado se abrió la segunda casa de los Memores Domini, con Alis, que trabaja como abogado en el Tribunal, Marcela que es farmacéutica en un hospital y Miriam, empleada en un Banco. La sede del movimiento está en una zona céntrica de Asunción. Se trata de una casa de la época colonial reformada a la que se añadieron algunos locales en dos plantas que hospedan al Centro de solidaridad y al Banco de alimentos. Un estudio de arquitectos ha procurado valorizar al máximo esta estructura, salvando incluso algunas plantas centenarias. En el segundo piso hay un salón que se utiliza para los encuentros de Escuela de comunidad y la celebración de la misa los sábados. Suelen participar unas doscientas personas. Allí se desarrollan encuentros culturales, conciertos y el Happening. En el patio cabe también el centro para los jóvenes trabajadores, donde cada día muchos en Asunción tienen la posibilidad de verse y charlar un rato. En 1988, don Giussani, dirigiéndose a los amigos de Paraguay, les dijo: «Os deseo que podáis dar de nuevo vida a la experiencia de pueblo de las Reducciones». El deseo empieza a hacerse realidad y el agradecimiento de muchos que han podido revivir las raíces de su propia historia en grande.
Fulvia
KAZAJSTAN
El alba de la civilización
La semilla de un pueblo; los comienzos discretos y atrevidos de una historia; una curiosidad inteligente con urgencia de entender la fuente misteriosa de nuestra experiencia humana; todo esto es lo que he visto en mi último viaje a Kazajstan, el pasado mes de junio. En este país, azotado por una crisis económica que no parece tener salida y por la plaga de la inmigración, el desconcierto ante el enigma de la vida a menudo pasa a ser desesperación. En una situación humana tan dura, el germen de nuestra compañía, a los cinco años de la llegada de don Edo y don Massimo, es cada vez más un factor de vida humana. Ciento veinte jóvenes universitarios han participado en las vacaciones de la comunidad en los montes que lindan con China: para cincuenta de ellos se trata del primer encuentro. «Quiero descubrir qué está detrás de esta felicidad que veo, y quiero conocerlo: la simpatía humana no basta para afrontar la vida. Tiene que haber algo más y quiero conocerlo: por esto voy a las vacaciones», decía una chica de Almaty que conocimos en la Universidad hace dos meses. Una amistad hasta ahora desconocida abre la razón a la pregunta sobre el significado de la vida. De esta manera se empieza a construir un mundo nuevo, porque el juicio es el alba de la civilización. El camino no ha hecho más que empezar, porque la educación en la libertad es una tarea fascinante pero ardua. No se trata de un fácil optimismo. La propuesta del movimiento empeña a fondo la persona entera; su razón, afecto y libertad. Gracias a Dios, en el corazón de Asia esta aventura ya ha empezado.
Don Ambrogio
ITALIA
Como una hija
Querido don Gius: Estudio el último curso del Liceo Clásico. El viernes 26 de abril, un chico de mi colegio de dieciséis años, Alessandro, se suicidó. Era un chico normal, alegre, tenía muy buenas notas y muchos compañeros a su alrededor. No le conocía directamente, no había hablado nunca con él. Lo comenté con Bruno y don Lorenzo y decidí hablar el lunes por la mañana durante la ceremonia de conmemoración antes del entierro. Este trágico gesto manifestaba una petición y no podía ser sofocado por una reacción sentimental. Así, delante de sus padres y de todo el colegio, leí el texto que viene en la contraportada del libro El rostro del hombre, donde hablas del descuido del yo y de la ternura de Dios, que se hace compañero del hombre en la búsqueda de su rostro. Después de haberlo leído, la madre de Alessandro, con las lagrimas en los ojos me abrazó diciéndome: «Eres la única que lo ha entendido, la única». Al día siguiente me llamaron fuera de clase. Era ella que venía a pedirme prestado el libro del que había leído un párrafo, porque estas palabras eran las únicas que lograban explicar el trágico gesto de su hijo. Cuando vinieron los dos, y el padre llevaba en la mano la fotocopia de la portada del libro, les dije: «Quizás os extrañe lo que os voy a decir porque tengo sólo 18 años, pero quiero estar a vuestro lado en estos momentos y no quiero dejaros solos. Por eso os ofrezco toda mi persona». Me abrazaron como a una hija. Les quise regalar el libro y la madre me dijo: «Bien, pero sólo si piensas que puede ayudarnos». Le contesté decididamente que sí, porque, aunque yo no lo haya leído entero porque llevo sólo un año en el movimiento, el trabajo que he hecho sobre El Sentido Religioso me lo garantiza con certeza.
Roberta, Ancona
PARAGUAY
San Ricardo en Paraguay
Querido Gius: Hace un poco más de dos años, tras una operación de apendicitis, mi esposa comenzó a sufrir una dolencia cuya causa no podían explicar los médicos. Motivados por las referencias a los milagros de san Ricardo Pampuri que conocíamos a través de Huellas, comenzamos a rezarle. Al día siguiente desapareció el intenso dolor que le aquejaba cada vez que intentaba caminar. Recientemente yo estuve enfermo de la vía digestiva sin saber el motivo, durante tres semanas (a pesar de los estudios no se pudo detectar la causa), y empezaba a preocuparme. Con esto retomamos nuestro mendigar. Finalmente también yo sané. Rezando a San Ricardo comprendí el verdadero sentido del milagro que nos acontecía, porque me hizo profundizar en la conciencia de mi condición de dependiente, de mendigo; pero también pude sentir el abrazo acogedor de Dios que nunca me ha dejado solo (pienso en mis padres y ahora en mi esposa, mis hijas y mis amigos en este carisma). Experimentar la permanente fidelidad de Dios - no precisamente porque ha querido que sanemos (aunque en ello se ve cómo nos mima), sino porque constantemente nos llama la atención - en contraste con mi dolida infidelidad, mi constante distracción, me llena de gratitud y alegría. Te escribo porque quiero compartir contigo este simple acontecimiento que es posible por la gracia de este carisma fiel que nos educa en la atención. También rezamos por ti a San Ricardo.
Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de Tapachula (Chis. México), nos envía esta carta de agradecimiento que publicamos para todos los lectores como una invitación a colaborar responsablemente en la redacción de Huellas. A Mons. Arizmendi nuestros deseos de una fecunda paternidad cristiana
Que el Espíritu de Cristo Resucitado les colme de sus gracias. El motivo de estas letras es expresarles mi agradecimiento por recibir este año la revista Huellas-Litterae Communionis, la revista internacional de Comunión y Liberación. Quiero manifestar mi gratitud a todas las personas que hacen posible dicha publicación, que deseo tenga mucho éxito. Por cierto, ya hace tiempo que he recibido algunos ejemplares y, después de leer algunos de sus artículos, los paso a los alumnos del Seminario Mayor, para que también se enriquezcan con sus contenidos.
4 de mayo de 1999
Servidor en Cristo Buen Pastor,
Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de Tapachula
El origen de la misión
Querido don Gius, queridos amigos: Hace mucho que quería escribir estas líneas para contar lo que estoy viviendo y que deseo cada vez más. Llevo años sumergido en esta compañía que cada día me recuerda el significado último que tiene todo lo que sucede, esto es, la memoria de Cristo vivida en lo cotidiano. En el trabajo, en la familia, con los amigos, en las circunstancias que a veces nos producen cierto desasosiego, y en la conciencia cada vez más clara de que soy pecador. Si nuestra compañía fuera sólo para santos ciertamente no habría lugar para mí. Sin embargo, en esta compañía estoy aprendiendo cómo se puede caminar hacia la santidad. Desde hace unos años, crece en mí la estima por lo que encontré, ya que sé bien cómo con el tiempo va arraigando una presuntuosa autonomía. Gracias a Dios, la Fraternidad es el lugar físico que me reclama a la pertenencia, al seguimiento y al perdón. Me llamó la atención el artículo publicado en La Repubblica, sobre todo en lo concerniente al "pueblo". Me preocupa mucho este tema y me parece decisivo para la actual situación social. Construir un pueblo. Tengo que admitir que soy muy materialista, a lo mejor porque gran parte de mi tiempo lo dedico a la actividad sindical en las empresas con las que trabajo, y esto me lleva a conocer sus problemas y a asumirlos. Por lo tanto, cuando pienso en el pueblo pienso en hombres y mujeres concretos que viven, construyen, generan y dejan huellas en la historia. Por esta razón decidí hace dos años retomar con mayor seriedad la actividad del Centro de Solidaridad en mi pueblo, Brugherio. A pesar de mil dificultades nos propusimos ser una presencia misionera en el pueblo mediante una obra que no fuera sólo "abrir un local", sino que tuviese nuestros rostros y comunicase nuestra historia. Hoy más que nunca me doy cuenta de lo que significaba para mi padre construir lugares donde «ser hombres católicos». Yo me crie respirando el aire de estos lugares y para mis hijos deseo lo mismo. Construir un pueblo para mí significa construir estos lugares en los que «compartir las necesidades de la vida sea compartir el sentido de la vida» Me doy cuenta de que no es inmediato y recuerdo las palabras que el Papa nos dirigió: «Es necesario que lo cotidiano se haga heroico y lo heroico, cotidiano». Entonces, entregar un paquete de comida de parte del Banco de Alimentos, trabajar atendiendo a la gente en la ventanilla, limpiar la sede del Centro de Solidaridad, colaborar con AVSI, no son "compromisos sociales, de tiempo libre", sino nuestra vida, la vida. Si me limitara a "comprometerme con algo" le daría todavía menos dignidad al tiempo que vivo. La Madre Teresa no se "comprometió", la Madre Teresa amó su tiempo, obrando por él.
Carlo, Milán
Italia-Argentina
Hace unos días fuimos con Ana y mis hijos a Córdoba a unos trescientos kilómetros para celebrar los doce años de movimiento de aquella ciudad. Me fui a regañadientes, pero al final resultó un encuentro sorprendente: los amigos, la escuela de comunidad y el encuentro con Alceste, un italiano que trabaja "casualmente" allí. Para mí fue disfrutar de los frutos maduros que nacen de nuestra historia y ver cómo ¡nos saca siempre de nuestro aburrimiento y de nuestra soledad! Volvía con el deseo de construir este "convento sin muros" que es nuestra compañía.
Luis Antonio, Rafaela
El camino
Mi experiencia de escuela de comunidad es muy reciente, pero el problema de Cristo y del lugar que ocupa en mi vida me instiga ya desde hace mucho. Empecé a planteármelo cuando me independicé de mis padres a los catorce años y me hice "adulta". Cuando era una niña, ellos me llevaban a la iglesia los domingos y cuando les preguntaba qué significaba lo que decía el párroco siempre me respondían: «No es fácil de explicar». Sin embargo, en los momentos de crisis interior buscaba siempre la fuerza que da Cristo. Lo experimenté concretamente hace mes y medio, cuando decidí apuntarme a la escuela de comunidad con Francesca. Sabía de estas reuniones ya desde hacía un año, pero seguía un tanto escéptica. La primera vez que fui me di cuenta de que éste era mi camino. Los demás también tienen dudas y se ayudan a caminar juntos. en esta comunidad encuentro fuerza y mi fe se ve reforzada. Una última cosa. Mi experiencia corresponde a algo que siento como una idea fundamental de Comunión y Liberación: que el cristianismo es seguir a un amigo, recorrer un camino junto con él.
Romana, Viena
Gris libertino
He creído siempre que para vivir es necesario buscar el placer, la buena vida, las fiestas, las chicas del sábado por la noche y un cuidad exacerbado del propio cuerpo. Haber reducido mi vida a cuidar de una imagen no me ha servido de mucho y cuando escuché a don Giorgio me pasó algo importante: me eché a llorar. Os parecerá banal, pero yo no lo creo en absoluto, porque le llanto es el refugio de los insatisfechos, de los que se plantean un montón de problemas sobre Dios, la vida y la religión. Plantearse estos problemas es bueno, aun a costa de sufrir y darte cuenta de que no puedes cambiar dieciocho años de tu vida. De vosotros aprecio sobre todo la gradualidad, ese lento y constante mejorar juntos. Buscáis relaciones humanas más allá de lo banal; permitís a todos que os conozcan sin negar a nadie vuestra amistad. Planteáis la relación entre un Tú y un Yo, ya sea con Dios, ya sea entre vosotros, escuchando al otro como si fuera fuente de un inagotable interés. Tiene que ver con un modo de ser, con una elección hecha en la vida. Yo todavía me siento muy lejano y me refugio en mi vida pasada. Peor poco a poco me acercaré yo también a Dios. Estoy aprendiendo a fiarme, a tener confianza aunque sé que me llevaré muchos palos. Sin embargo, el juego merece la pena porque te cuestionas a ti mismo y logras colorear un poco ese gris libertino con una brizna de fe.
Andrea, Crema
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón