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Huellas N.02, Marzo 1996

VIDA DE CL

Testimonio. Querido amigo Fabio...

Antonio Gamba

El pasado mes de diciembre falleció Fabio Locatelli tras una larga enfermedad. Tenía 39 años. Le recordamos con un fragmento de la homilía de su funeral. Lo excepcional en la vida

«¿Por qué has esperado tanto?», me dijiste con un hilo de voz cuando te llevé por última vez el sacramento de la Unción de enfermos.
El mundo nos deja solos, desesperados o superficiales frente a esta triste pregunta que se manifiesta en nosotros:«¿cómo es posible?».
Tú no, tú eres de esa especie de "hombres extraños" que son los cristianos cuando toman en serio la conmoción de Jesús, quien, amándonos a nosotros, los hombres, se nos hace cercano mediante el testimonio de otros hombres tocados por Él y conmovidos.
«Te saludo, oh llena de gracia, el Señor está contigo». ¡Qué exageración!, diría el mundo. También nosotros tenemos la tentación de decir: ¡Qué exageración!
Para ti, en un momento concreto de tu existencia, ya no ha sido posible decir: ¡Qué exageración!, porque la vida se ha convertido en "algo exagerado" o mejor -como diría nuestro padre y amigo Don Giussani- la vida se ha vuelto excepcional. Se nos ha enseñado que lo excepcional es o normal, porque está en la "norma", en la ley del verdadero corazón de cada hombre, de cada uno de nosotros, reconocer a Aquel que verdaderamente responde a todo lo que de bueno, bello, y verdadero busca el corazón. A la pregunta: ¿cómo es posible?, sólo responde un hombre excepcional; y era, es excepcional lo que Jesús ha traído a tu vida, porque respondía a todo lo que tu corazón esperaba. A través de algunos amigos, lo excepcional de Cristo se ha convertido cada vez más en tu excepcionalidad. Lo siento por quien te consideraba tan solo un hombre generoso, dedicado al bien común, un político activo, comprometido con el intento, frágil pero tenaz, de construir una sociedad más justa. «La vida está hecha para morir; de hecho la muerte es dar todo: la muerte es el mayor testimonio». También éstas son palabras de Don Giussani. Un hombre de 39 años no puede pedir con lucidez el sacramento de la paz definitiva con Dios, si esta misma paz no ha sido ya deseo, espera, petición y experiencia intuida y vivida en la propia existencia.
No podemos entender la vida, no podremos comprender tu vida sin llegar hasta su última verdad: «Hermanos, hemos sido escogidos en Él antes de la Creación del mundo, para ser santos e irreprochables ante Él por el amor». pero el amor -como tú me enseñaste hace tantos años, descargando cajas de agua de tu furgón- «el amor es Cristo y nosotros lo hemos encontrado, está aquí, en nuestra compañía, en la Iglesia; deja de lamentarte, síguele el juego, su propuesta, solo esto nos hace estar contentos». Los curas me lo habían enseñado, pero nunca comunicado con tanta energía y conmoción. Más que altruismo, más que compromiso político, ésta ha sido, es y será la vida excepcional que hay que vivir y la constante provocación de tu vida en mí.
«¿Cómo es posible?». Es posible porque existe, porque Cristo está y actúa... Ni siquiera los errores, limitaciones o pecados son una objeción, porque también ellos son la ocasión de que se vea que la obra excepcional es obra suya, del Misterio misericordioso de Dios que perdona incesantemente.
En verdad, nuestros pecados no pueden detener la gloria de Cristo. ¡Cristo ha vencido al mundo! Si «la muerte es el mayor testimonio», hoy es el testimonio de un Cristo vivo, que sigue manifestándose a través de hombres frágiles, pecadores, pero renovados y cambiados por la gracia de su Presencia.
Perdona que no me haya dedicado a contar hechos de tu vida, sino el Hecho que Él ha realizado en tu vida.
Siento la necesidad de imaginar algunas de tus últimas preocupación. Para los amigos de Zogno, para todos los jóvenes, un grito: «No tengáis miedo de Cristo, abrid las puertas a Cristo, Redentor del hombre» y añadirías a estas palabras del Papa: «Mirad y seguid a hombres que ya viven así». A tus amigos en la política, ya sean cercanos o lejanos, lo quieran o no, una firme sugerencia: «Sin la relación con el Misterio, sin el encuentro con Cristo, no hay verdadera justicia para el hombre, no hay verdadera liberación, no existe una razón última que pueda hacer que el hombre se mueva y espere». Y esto, para nuestro país, es más urgente de lo que se pueda imaginar.
A los amigos del movimiento: «Obedeced a la gracia del carisma que se os ha regalado. Que se convierta en experiencia mía, corazón mío, juicio mío, memoria mía, cada día»

(Traducido por María Ángeles Martínez)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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