Huellas N.11, Diciembre 1998

EDITORIAL

Navidad: la humanidad de Dios fuente de la humanidad de Juan Pablo II

Juan Pablo II

Proponemos como editorial de este número la carta que Juan Pablo II ha dirigido a don Giussani el pasado 15 de noviembre.
Sus palabras iluminan la verdad y el método del cristianismo tal como el carisma nos lo ha comunicado. Lo cual no es para nosotros un motivo de mera celebración, sino de renovada certeza de que Dios es quien realmente lo hace todo, utilizando como instrumentos hombres que comparten los límites de todos. Es la mejor felicitación que podemos darnos.

Al Reverendo Sacerdote Monseñor Luigi Giussani Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación
Le agradezco la delicada felicitación que ha tenido a bien enviar­me en la fiesta litúrgica de san Carlos Borromeo, mi santo Patro­no, así como su cordial atención, acompañada de algunas consi­deraciones sobre la Encíclica Fides et ratio.
Este gesto me recuerda el compromiso generoso en favor del Evangelio y la aportación significativa que Usted ha dado a la Iglesia mediante la acción misionera de la Fraternidad, nacida de su cora­zón sacerdotal. Los numerosos encuentros con los Miembros de esta Fra­ternidad me han permitido constatar los estrechos vínculos de comunión que les unen al Sucesor de Pedro. A la vez que le animo a seguir con su trabajo apostólico, deseo que la luz de Cristo, recibida a través de la nítida transparencia del Magisterio de la Iglesia, sostenga constantemente los esfuerzos cotidianos tanto de los Miembros como de los Amigos de la Fraternidad.
Deseo unir a mi gratitud un particular recuerdo por su persona en mi oración, para que el Señor le sostenga con su gracia, y le conceda saber confiar en su providente amor en cada momento de su vida, extrayendo de esa inagotable Fuente la fuerza interior para seguir testimoniando alegría y esperanza.
La protección maternal de la Santísima Virgen, Salud de los Enfermos, le socorra en toda circunstancia. Imparto de corazón una especial Bendi­ción Apostólica a Usted y a sus personas cercanas, extendiéndola a todos los Miembros de la Fraternidad.

Ciudad del Vaticano, 15 de noviembre de 1998