Italia. La píetas de Cristo
Querido Gius: Esta mañana, a las 13 horas, me encuentro el teléfono comunicando. Heme aquí, por tanto, vía fax. Te mando un saludo y te recuerdo siempre con mucho, muchísimo agradecimiento. Tú eres padre y "autor nuestro", como escribía en esa bellísima y sencilla carta publicada en Tracce, un bachiller que estuvo en Roma el 30 de mayo. En ella daba "gracias" por tu vida, sin la cual no habría conocido la Vida. Por mi parte, aunque claudicante en todo, sigo estando presente ante la consigna que rige la vida. Y continuamente me admiro de que la misericordia de Dios sea mayor que cualquier imaginación; y que la gloria de Cristo, gloria que Le debemos en cada pensamiento, acción y obra, sea lo único deseable, ya que tiene el poder de hacernos ver límpidamente el destino de felicidad que nos posee, incluso en los momentos más delicados, difíciles y, a veces, repugnantes de la vida. Te quiero por el bien que me has dado y que me das, esto es, por Él, de quien somos estirpe y esperanza en este mundo. El mundo, por mucho que se esfuerce en torcer la cara ante Quien hace todo, no puede dejar de percibir - al menos en los hombres más reflexivos -cómo es ridículo, más que melancólico, el resultado del intento de ocupar el lugar de Dios, y erigirse en juez de ese pabilo vacilante que es el hombre. En este tiempo malvado, donde no queda huella de la píetas de los antiguos, hace falta amar mucho, porque no hay nada que se pueda entender y persuada más, que el amor propio de Cristo.
Luigi Amicone,
Director de la revista Tempi
Rusia. El milagro del cambio
Querido Padre: Sólo quería contar en dos palabras el último milagro del que somos testigos en esta tierra que usted ama tanto. La mujer de un compañero de trabajo de Giovanni, casado y con dos hijos, le echó de casa en septiembre. Le acogimos en nuestra sede, en el piso al lado del nuestro, y estuvo con nosotros diez días. Había denunciado a su mujer y el juez, al poco tiempo, le llamó para testificar. Pero este hombre retiró la denuncia y por la noche, mientras cenábamos, nos dijo: «Os doy las gracias. En estos días que he vivido con vosotros he visto cómo os queréis, cómo os tratáis, y cómo me habéis querido y tratado a mí. No pensaba que se pudiera vivir así y tratar a las personas de este modo. Yo también deseo una familia como la vuestra. Se lo he dicho a mi mujer, he retirado la denuncia, ella se ha quedado muy impresionada por lo que le he contado. Hemos decidido volver juntos. Yo no voy a la iglesia, pero con vosotros he visto algo que creía imposible. Mi mujer y yo queremos participar en vuestra Escuela de comunidad». Le dije simplemente que "Aquello" que le parece imposible es también para ellos y que les ayudaríamos. Una última petición. En ese tiempo participamos de la dramática situación que el pueblo ruso atraviesa. Una vez nos dijiste que «la salvación de Occidente sólo vendría de la amistad entre la cultura y la tradición oriental y la occidental». Por ello, pedimos si es posible que el movimiento entero se haga cargo de pedirle al Señor por este país. Este podría ser nuestro modo de participar en el sacrificio que se les pide a la anciana que vive en el metro o al borracho de la calle que mendiga para vivir. Por nuestra parte, compartimos lo que podemos con ellos, y lo ofrecemos todo para la unidad de la Iglesia y para que el Señor nos conserve tu paternidad durante largo tiempo.
Roberto
Albania. Partir para Tirana
Querido don Giussani: Tomándome por sorpresa, el responsable de la comunidad de Albania me pidió que contara mi encuentro con el movimiento. Me alegré de poder dar razón de la esperanza que hay en mí. Al inicio comenté que me costaba estar lejos de mi familia y hubiese querido estar en Milán, pero que la nostalgia quedaba vencida por la gratitud que me llenaba el corazón de poder ver a la comunidad de CL de Tirana. Su presencia daba sentido a mi estancia allí, ya que me recordaba el significado de la vida de todos los hombres: poder dar gloria a Dios. Les conté que por la mañana había ido a la sede de la Cooperación italiana para participar en una reunión de organizaciones no gubernamentales. Escuchando las intervenciones percibía un desinterés en quien hablaba y yo me daba cuenta que para mí no era así. A continuación expliqué cómo había surgido la posibilidad de irme a Albania para trabajar en un proyecto AVSI. Durante una reunión de la fraternidad de los médicos, Mimmo, dijo que necesitábamos un médico que se fuera a Valona durante un tiempo. Luego continuó su intervención (... que no tenía nada que ver con Albania) diciendo que por experiencia cuando le pides algo a Dios, Él te lo concede mientras tú estés dispuesto a cambiar algo en tu vida... Así desde la mañana siguiente empecé a pedir y todo fue fácil: mi queridísima mujer, Patricia, consiguió los visados, mi nuevo jefe de planta en el hospital me dio permiso para ir, etc. Nada más llegar a Valona me resultó claro que el método siempre es el mismo: puedo echar una mano sólo si sigo a alguien más grande, que tiene más fe. Sor Marcela, sor Paula, sor Catalina y Alberto con sus simples consignas me señalaron el camino: 1) ser realistas, 2) responder a lo que pide el proyecto, 3) ayudar a las hermanas, 4) estar en mi lugar de trabajo (el hospital de Valona), 5) rezar el Ángelus antes de empezar, 6) hacer un resumen del día para planear el trabajo del día siguiente. Me han ayudado a amarrar mucho más. Las personas aquí viven en un gran descuido. Por ejemplo, hay gente que vive en un piso limpio, pero con patios y calles en peor estado que las de Calcuta. Ante tan gran abandono mi habitual dejadez se ha visto sacudida, y he decidido ir a las citas de trabajo, incluso las de menor compromiso, arreglado, con traje y corbata. A la hora de decidir qué hacer con mi tiempo opto por lo que es más importante según un juicio de fe porque vale más, incluso cuando me cuesta mucho. No tengo tiempo para tener malos pensamientos porque por doquier hay una extrema pobreza mediante la cual el Señor me reclama y me invita a amar. Amelía, una madre de la comunidad de Tirana, ingeniero químico, en paro y con graves problemas económicos, me decía hoy: «Los albaneses son pobres espiritualmente». Se trata de la consecuencia del pasado régimen que ha destruido lo humano. Entonces, se me ha escapado un «¡Viva la comunidad cristiana de Tirana! ¡Viva nuestra comunión! ¡Viva Cristo Redentor del mundo!». Te abrazo. P.S.: Patricia y mis hijos me han escrito y firmado una nota para que la pusiera en mi mesilla de noche durante este viaje. Escucha qué bonito: «Debes hacer todo como si de ti dependiera sabiendo que todo depende de Dios» (san Ignacio).
Andrea, Milán
Italia. Queridos padres
Desde hace tiempo participamos de la experiencia de «Familias para la acogida». Hace unos meses atravesamos un momento de dificultad con uno de nuestros hijos que tenemos en custodia. La adolescencia es siempre un período difícil, y más aun para los que tienen a sus espaldas una historia dramática y dolorosa como la suya. Pero en un momento determinado siempre sucede el milagro. Nuestra hija nos escribió esta carta para expresar su alegría que es también la nuestra.
«Queridos padres: Os escribo porque quiero compartir con vosotros la alegría que experimento y que nunca había tenido antes. Me he equivocado muchas veces y de ello doy gracias a Dios. Le agradezco que lo haya permitido. De no ser así ahora no entendería la gracia que he recibido. Sólo puedo decir que he sido tonta porque habría podido ser feliz incluso antes y no lo quise. Si lo que vivo no fuera tan verdad creo que seguiría siendo como antes por dentro y por fuera. Os doy las gracias porque vuestra vida es un testimonio en que la verdad se hace concreta para mí. Estoy aprendiendo a miraros como a la presencia de Cristo en mi vida. ¡Qué curioso! Yo entré en vuestra vida y estoy aquí hablando de que vosotros habéis entrado en la mía. Sí, es recíproco. Pero vosotros lo habéis elegido y yo no. A menudo me encuentro rezando a Dios para que os de la fuerza para seguir por el camino duro y fatigoso en el que os ha puesto. Creo que es porque os quiero y sé que sois esenciales para mí. Soy realmente afortunada porque, además de tener amigos, os tengo a vosotros que todos los días con vuestros silencios y vuestras miradas me miráis con los ojos de Cristo. Él no juzga, ama».
Graziella y Silvano, Cesano Maderno
Mirar a otro
Querido don Giussani: Siempre es una gracia poderte ver. Y también ver cómo te conmueves ante cualquier resquicio de realidad. Viendo tu conmoción se hace más fácil convertir la relación con las cosas en una experiencia, esto es, en el descubrimiento de que la realidad es el abrazo de Cristo, consistencia de la realidad. Ahora comprendo con sencillez por qué estás «alegre porque Cristo vive».
don Paolo, Roma
Quedamos en el "El Soto"
Hemos celebrado juntos los ocho años de vida del movimiento en Móstoles.
En el parque público de "El Soto" nos vimos todos, cenamos y, luego, empezamos a cantar cantos populares juntos. Fue escuchar otra vez el eco de la belleza que nos ha fascinado. Julián contaba cómo estando con Chalo conocieron a Amalia y Mª Ángeles y así empezó la primera Escuela de comunidad; cómo de forma casual encontró al Portu, le invitó a un viaje a Roma que él no dudó en aceptar. Arturo destacaba que fue decisivo el paso a la Universidad para madurar una presencia en el ambiente. Por último benjamín e Inma expresaron el agradecimiento por El que nos ha reunido y por nuestra amistad. Acabamos la velada cantando "Il popolo" para expresar el deseo de construir para todos la Iglesia en Móstoles.
Inma, Zaragoza
Edificar con ladrillos nuevos
Querido don Gius:
Me han elegido Presidente de la Asociación de Empresarios de la Construcción de mi ciudad. Quería decírtelo porque es algo importante y comprometedor. Asumiré este cargo bajo mi total responsabilidad y, a la vez, lo considero como algo que pertenece al movimiento. De este modo, y con la ayuda de el Señor, podré ayudar a profundizar en el tema: «Iglesia sin mundo», del que nos hablaste en los ejercicios de la Fraternidad.
Marco
Querido Presidente:
¿Te acuerdas de Eliot cuando hablaba de reconstruir? «En lugares abandonados construiremos con ladrillos nuevos ... ». Te deseo que pertenezcas a esta realidad en la historia. Para esto no hace falta ser monjes: basta con ser cristianos de CL.
Don Giussani
Barca
El domingo 4 de octubre tuvimos el encuentro de apertura de curso en Barcelona. Los testimonios sencillos y, a la vez, profundos fueron la clave de la jornada. Viendo a gente nueva entre nosotros, viendo el espectáculo de la unidad de la vida que se produce con el tiempo, viendo la sencillez de muchos, se renovó en nosotros la memoria de Aquel que nos convoca. En particular, para mí fue la ocasión de ver que Su acontecimiento llena de inmediato la vida.
Marga, Barcelona
La fe y lo humano
Cuando Jorge, mi marido, me llamó al trabajo para decirme, que la niña que esperaba su hermana (embarazada de 8 meses) había muerto en el seno materno, mi primera reacción fue pensar que no era posible. Al dirigirme hacia la clínica ese mismo día, sólo tenía presente que Cristo permite que nos sucedan las cosas para afirmarle a Él en cada instante y pedía para que fuera así incluso en una situación tan triste. Frente al rostro de Cristina y Javier no dejaba de sorprenderme viéndoles capaces de expresar, aun en el gran dolor d ese momento, que el hijo desde su concepción no les pertenecía a ellos.
Todo lo ocurrido y cómo lo han vivido, acompañados por familiares y amigos pone de manifiesto la certeza de que la fe es lo humano y otorga la esperanza que permite continuar cada día.
Pilar, Madrid
¡Ojo al dato!
El chiringuito de Pársifal ha recogido en Parla cuarenta y pico suscripciones a Huellas en tan sólo unos días. ¿Habilidad? ¿Marketing? ¿Magia? De todas formas se llevan el guiness para muchos años.
Una atenta observadora
Adherirse a la realidad
Respondiendo a una propuesta de un amigo nuestro, habíamos decidido pasar una semana en el campo de CÁRITAS de Nocera Umbra, donde hemos encontrado inesperadamente muchos chicos provenientes de toda Italia y de muy diversas experiencias, cristianas y no cristianas, unidos por el deseo de ayudar a las víctimas del terremoto. A final del primer día habíamos visto que la vida en el campo era distinta a lo que esperábamos. La jornada estaba señalada por gesto bien precisos: laudes matutinos, el trabajo común (recoger la fruta, arar la tierra) la Misa y la velada. La jornada laboral era ante todo fatigosa: era necesario levantarse temprano para afrontar trabajos físicos y muy pesados. La fatiga física, pero no sólo ella, hacían hacer de modo exigente la pregunta sobre la razón por la cual valía la pena estar disponible. Toda la jornada del inicio al fin demandaba nuestra adhesión a la realidad. Esta experiencia ha sido sobre todo una posibilidad concreta de experimentar la preciosidad de la educación que nos da el Movimiento; a la realidad, de hecho, es necesario responder como ella es. También ha sido grandiosa la experiencia de la unidad imprevista y sorprendente con los chicos del campo, algunos muy diferentes por caracteres y carismas, estábamos juntos por un único fin: servir a Cristo.
Fabiano, Gabriele, Michele, Paolo, Silvestro, Walter, Oliver, Damiano, Fabio, Alessandro, Gabriel, Milán
Hombres conmovidos
Querido don Giussani: Después de haber leído en el cuadernillo de Comunión y Liberación que Cristo tiene necesidad de hombres conmovidos y no reverentes, no me he podido quedar en la cama (son las 23:45h.); «conmovidos» quiere decir «movidos con, juntos» y yo forzosamente debo levantarme y escribirte que lo que vivo desde hace dos años es verdad. Leía hace poco que el carisma es un don del Espíritu Santo; yo, ahora, puedo decir que el Señor ha querido donarte el carisma para que yo no estuviese sola el día del accidente, el día más doloroso de mi vida, y ahora con una distancia de seis meses, para que mi hermano no estuviese solo, aunque lo estaba físicamente, puesto que está en América, para que la vida de mi hermana Débora (muerta en el accidente) tenga un sentido. Yo ahora puedo sólo agradecerte haber dicho sí hace años y continuar diciéndolo ahora y pedir que el Señor me dé la fuerza de decir sí ahora, mañana y en medio de cualquier semana que esté de nuevo en la Escuela.
Valentina, Pescara
Memoria y cambio
Queridísimo don Giussani: En estos días e incluso semanas existe como una dominante novedad en mis jornadas: es que la memoria de Cristo, es como si coincidiese con el cambio cotidiano que sorprendo en mí y en torno a mí. Estoy verdaderamente cierto de que Cristo ya ha vencido también en la dramaticidad del pedazo de historia que estamos viviendo. Sí, hacer memoria de Cristo es justamente la posibilidad de no perder el presente que pasa, sino vivirlo llegando hasta la raíz de su significado. Que agrandamiento de horizonte hacer cualquier cosa sin la angustiosa sensación de cárcel de que cuanto existe se acabará, sino sorprendiéndose de que la raíz, Cristo, la vuelve consistente y qué afecto y pasión nacen justamente por las cosas que debes hacer; porque aquella es tu circunstancia, hecha para ti por Cristo. Sigo ofreciendo porque es así como de dejo hacer compañía por ti cada día. Tuyo por gracia de Jesucristo.
Don Paolo, Novosibirsk
Pueblo Nuevo
Querido don Giussani: No hemos podido participar en la peregrinación a Roma a causa de una tan grave como inesperada intervención quirúrgica de nuestro hijo. Leyendo tu intervención es como si la situación en la que nos hemos encontrado nos hubiese ayudado a comprender el sentido de lo que has dicho, posiblemente más de lo que hubiésemos podido comprender si hubiésemos participado. Esto por mérito de nuestros amigos que han rezado por nosotros y por aquellos que hemos encontrado en el hospital, que nos han seguido y sostenido. Cuando tu has hablado del pueblo nuevo, del nuevo Israel de Dios, han venido a nuestra mente sus rostros y su capacidad para compartir. Para quien entra en el hospital en condiciones dramáticas, es fundamental encontrar a alguien que tenga tu corazón. Gracias.
Gabriele, Cristina, Giacomo
En compañía
Participo de la realidad de Comunión y Liberación desde hace casi diez años. Debo decir «participo» y no «formo parte» porque, estando inscrita en la Fraternidad y sabiendo que es la realidad que más me corresponde, no me he sentido nunca «en compañía». Siempre he oído hablar y he visto entre los otros la amistad encarnada gracias a gestos comunes, banales (el trabajo, el vivir juntos, el llevar a los niños al colegio, los cumpleaños), que se dilataban en gestos de auténtica comunión (compartir la enfermedad, los problemas económicos, la muerte de un pariente, el misterio acontecido el seis de Enero, etc.). Siempre he considerado esto, de algún modo, como algo obvio, natural, fruto del sentido común. Pero no entiendo cómo, no entiendo qué me ha pasado inadvertido, para no llegar a sentirme en comunión, en fraternidad. Ahora me encuentro postrada en la cama por el tercer embarazo (que pido al Señor que consiga llevar a término) y simultáneamente mi padre se encuentra hospitalizado recuperándose de un infarto. La desesperación y el desconsuelo que se apoderó de mí al conocer la noticia se veía sólo mitigada por mi empeño de recitar el rosario por él. Se transformaba en cambio en paz cuando empecé a leer la Escuela de comunidad (El rostro del hombre, «La verificación como prenda», Ed. Encuentro, pág. 141). Los párrafos «En la proximidad» y «Una unidad misteriosa» se han transformado en rostros queridos para mí a los que he telefoneado para pedirles que rezaran en su familia y en su Fraternidad por la curación de mi padre. He sabido, entonces, que la noticia de la enfermedad ya se había extendido a todos y que aquello que yo deseaba ¡se estaba realizando hacía varios días! He experimentado hoy lo que no he acertado a entender en diez años. La gracia de Dios está ya presente. Lo tangible de este hecho se concreta en la implicación de mi libertad.
Elena, Padua
Respuesta imprevisible
Las circunstancias de nuestra vida, como grandes pilares del recorrido, son signo del Misterio que se revela. La muerte de mi marido Gianni, acontecida inesperadamente tras una sencilla operación, a la edad de 38 años, se me muestra como el cumplimiento de una vocación. En el despertar tras la operación, durante aquellos quince minutos en los que se cumplió su vida, Gianni había afirmado, con toda la certeza y la fuerza de la que era capaz: «Esto es un calvario pero después está la Resurrección». Gracias a Patricia y a los hermanos en Cristo yo hoy tengo la certeza que el rostro del Misterio es bueno, también cuando soy atravesada por el dolor. La mañana del 19 de Agosto, antes de la operación, se había encomendado a la Virgen de Loreto, de la que era particularmente devoto, y, como cada día, había rezado el Ángelus. Si la Virgen, con su ternura misericordiosa ha querido responder de un modo tan imprevisto e imprevisible a su oración ha sido para cumplir su infinito deseo de Amor y de Eternidad. Este acontecimiento me permite ahora ver más claramente aquello que antes apenas percibía de modo confuso. Lo primero es que él tenía un gran afecto al Movimiento y a don Giussani, y quería que nuestro destino, el de toda su familia se cumpliese dentro de esta compañía. La percepción que tengo hoy del tiempo no es la misma de antes: «El tiempo apremia» y está lleno de esperanza y de significado en cada acto de su cumplimiento dentro de las circunstancias. La muerte de mi marido ha hecho evidente para mí que el sacramento del Matrimonio es indisoluble y eterno y que un es para el otro "el punto el fuga", la apertura al Miste rio. Otro signo del «milagro del cambio» producido por este acontecimiento es el cambio de mirada con el que me pongo ante mis hijos y concibo su destino, porque he entendido de repente que Gianni y yo no podíamos ser horizonte y cumplimiento para su vida. Solo Cristo es compañía a su destino. A los compañeros de trabajo que en estos días me confesaban su admiración por mi coraje (el primero de septiembre he regresado a mi trabajo de enseñante) les he manifestado que esta fuerza no era mía, porque no la he tenido en otras circunstancias dolorosas de mi vida. El coraje del presente se llama Fraternidad, experimentada inesperadamente como el ciento por uno en esta vida.
Silvia
Nada por menos de esto
Queridos amigos: Os remito la carta que me ha escrito Stefanía, una amiga de los tiempos de la Universidad, en los años setenta, convertida en Sor Esperanza al entrar en la clausura de las clarisas. Me escribe desde un monasterio en Thailandia.
23 de Agosto de 1998. Querida Claretta: He recibido el pasado septiembre tu postal de Rímini en la que te expresabas así: «Desde hace 18 años estamos siempre aquí». Y este año os recuerdo en el Meeting por decimonoveno año. Estamos en la misma casa, en este camino y en este carisma que es un don grandísimo que nos hace carne de la misma carne y huesos de los mismos huesos como oíamos decir siempre pero cada vez contiene una sorpresa grande más próximos al padre o a la madre. Y este carisma es así de grande porque te sostiene y te lleva y yo me lo he encontrado aquí en Thailandia, donde con mucha mayor decisión cada día está sostenido por la pertenencia a Cristo, en este camino, esto es con todo lo que caracteriza la vida en un monasterio y todo lo que exige nuestra unidad. Muchas veces es dramático porque nuestra comunión es literalmente escandalosa, sobre todo en un ambiente en que la persona no existe. Me conmovió muchísimo que justamente en Noviembre del 95, cuando llegué, la escuela de Comunidad fuese sobre el texto de don Gius El Rostro del Hombre. Puede que en Italia no lo hayáis notado, haya sido normal, pero aquí sólo el impacto con el título producía un choque: si hubiese sido El Rostro de Dios no habría ningún problema, todo estaría en orden; pero ¿qué quiere decir rostro del hombre? Quiere decir tu cara, tu nombre, tu historia, tu, en suma, ponerte ante el otro como imagen de Dios y, por tanto, frente a sí mismo, y vivir el tú es insoportable. Por esto es cada vez más claro que el Señor me ha traído aquí para mi conversión. Nada por menos de esto. Pero esto no tendría sentido si fuese sólo mi conversión, ya comamos, ya durmamos... es verdadero que ¡todo es para la gloria de Cristo! Doy gracias al Señor que ha grabado a fuego vuestros rostros en mi vida: vosotros sois el rostro de Cristo, por esto es razonable empeñarse en buscar el rostro del hombre.
Stefania
Con la ayuda de San Ricardo Pampuri
En Julio de 1998, he tenido un grave accidente (traumatismo craneal con fractura y hematoma), mi hijo Andrea, que ha cumplido este año cinco años, ha sido sometido a una delicada intervención de neurocirugía en el Instituto Gaslini de Génova. En aquellos días difíciles, mi mujer y yo habíamos tratado de la esperanza que deriva de la fe la fuerza para afrontar la dura prueba a la que era llamado nuestro hijo y nosotros con él. Existe un momento en aquellos días que no olvidaré. Durante la intervención, telefoneé a don Mimmo (nuestro párroco) y le pedí que dijera una oración por Andrea. Don Mimmo tuvo para nosotros palabras de esperanza y nos exhortó a confiar nuestra plegaria a San Ricardo. La intervención resultó inmejorable. Con la ayuda de Dios y de San Ricardo, Andrea ha superado la intervención y el sucesivo periodo de terapia intensiva que, por exigencia clínica ha resultado la dolorosa distancia también física de los padres. Contar esta experiencia quiere ser el testimonio de un hecho, de un momento de la vida en el que se ha manifestado la realidad de un milagro más grande que la maravillosa curación de Andrea, que va más allá de nuestra comprensión y de nuestra misma existencia y que encuentra y confirma la única explicación en la voluntad de Dios y en su presencia real todos los días en medio de nosotros. En esta realidad se completa y se afirma cada día nuestra participación en el designio de Dios que abraza todo lo creado, la más tenue hoja de hierba que aplastamos hasta
la más grande estrella del Universo que ni siquiera llegamos a ver.
Danilo, Cogorno
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón