Va al contenido

Huellas N.19, Abril 1990

TESTIMONIOS

Un lápiz en las manos de Dios

¿Qué ha hecho esta mañana?
He rezado.

¿Á qué hora ha empezado?
A las cuatro y media.

¿Y después de la oración?
Intentamos rezar a través de nuestro trabajo, haciéndolo con Jesús, para Jesús y a Jesús. Esto nos ayuda a hacerlo con todo el corazón. Los moribundos, los enfermos, los que nadie quiere ni ama: son Jesús escondido.

La gente la conoce a Vd. como una especie de asistente social religiosa. ¿Llegan a comprender la base espiritual de su trabajo?
No lo sé. Pero les doy la posibi­lidad de venir y de tocar con las manos a los pobres. Todos deben experimentar esto. Así, hay mu­chos jóvenes que renuncian a todo sólo para hacer esta expe­riencia. Es algo tan incomprensi­ble para el mundo, ¿no le parece? Sin embargo, es maravilloso. Nuestros voluntarios se transfor­man en personas distintas.

¿El hecho de que Vd. sea mu­jer hace más comprensible su mensaje?
Nunca pienso en esas cosas.

Pero, ¿no piensa que el mundo es más sensible ante una madre?
La gente no es más sensible por mí, sino por aquello que hacemos. Creo que antes se hablaba mucho de los pobres. Y, ahora, hay cada vez más gente que habla a los pobres. Esta es la gran diferencia. Ahora la presencia de los pobres es conocida, en especial la de aquéllos que son los más pobres entre los pobres, los que no son queridos. Antes nadie se preocu­paba de la gente que vivía por las calles. Hemos sacado de las calles de Calcuta a 54.000 perso­nas y 23.000 han muerto en aquella habitación (en Kalighat).

Con lo humilde que es Vd., debe ser algo extraordinario ser instrumento de Dios y de su gracia en el mundo.
Este es Su trabajo. Creo que Dios quiere demostrar su grandeza usando la nada.

¿No cree poseer cualidades especiales?
No. Yo no reivindico nada de esta obra. Es su Obra. Yo soy como un pequeño lápiz en sus manos. Eso es todo. Es Él quien piensa, Él quien escribe: el lápiz no significa nada. Al lápiz le corresponde sólo estar disponible para ser usado. En términos humanos, el éxito de nuestro trabajo no tendría que haber sucedido, ¿no le parece?

¿Cuál es el don más grande que Dios le ha hecho?
Los pobres.

¿En qué sentido son un don para Vd.?
Tengo la posibilidad de estar 24 horas al día con Jesús.

Aquí, en Calcuta, ¿habéis crea­do un cambio real?
Creo que sí. La gente es cons­ciente de nuestra presencia e incluso muchos hindúes aprueban nuestra vida. Ahora ya no se ven moribundos abandonados en la calle. Nuestra obra ha creado en todo el mundo la conciencia de que los pobres existen.

Además de haber mostrado al mundo la existencia de los pobres, ¿habéis comunicado un mensaje sobre cómo trabajar con ellos?
Hace falta que se sientan amados y queridos. Ellos son Jesús para mí. Creo más en esto que en hacer grandes cosas para ellos.

Algunos amigos vuestros dicen que Vd. está decepcionada por el hecho de que vuestra obra no ha conseguido más conver­siones en este gran país hindú.
Los misioneros no se preocupan de esas cosas. Sólo quieren anun­ciar la palabra de Dios. Los nú­meros no importan. Pero hay gente normal que lleva la oración a la práctica al venir aquí para servir a otra gente. En todas partes la gente nos ayuda. Puede que no haya grandes conversiones, pero nosotros no sabemos lo que sucede dentro del alma.

¿Qué es lo que piensa del hin­duismo?
Amo todas las religiones, pero estoy enamorada de la mía.

¿Y ellos también deberían amar a Jesús?
Naturalmente: si quieren la paz, la alegría, hacemos lo posible para que encuentren a Jesús. Si las personas llegan a ser mejores hindúes, mejores musulmanes o budistas a través de nuestros actos de amor, entonces hay algo más que está creciendo. Se acer­can cada vez más a Dios. Y, al estar más cerca, deben escoger.

Vd. y el Papa, junto a otros líderes de la Iglesia, han habla­do en contra del modo de vivir en Occidente, en contra del materialismo y del aborto. ¿Está Vd. alarmada?
Repito siempre una cosa: si una madre tiene la posibilidad de matar a su hijo, ¿qué queda por destruir en Occidente? Es difícil explicar algo así, pero es así.

¿El materialismo en Occidente es también un problema serio?
No lo sé. Tengo muchas cosas en qué pensar. Rezo mucho por eso, pero no me preocupo por ello. Mire -por ejemplo- nuestra congregación: tenemos muy pocas cosas; así no tenemos nada por lo que estar preocupadas. Cuanto más posees, más preocupado estás, menos das. Y cuanto menos posees tanto más libre eres. La pobreza es libertad para nosotras: no es una mortificación, no es una penitencia. Es libertad llena de alegría. Aquí no tenemos televisión, no tenemos esto o aquello. Éste es el único sostén (orgullo) en toda la casa. No importa cuán calurosa esté esta casa, además es para los huéspe­des. Nosotras estamos totalmente contentas.

¿Qué piensa de los ricos?
Creo que los ricos son mucho más pobres. A veces están más solos por dentro. Nunca están satisfechos. Necesitan siempre de algo. No digo que todos sean así. Creo que es un tipo de pobreza difícil de eliminar. Es más difícil reparar la falta de amor que la falta de pan.

Alguien ha criticado la severi­dad de la regla que Vd. y sus hermanas viven.
Nosotras lo elegimos. Es la dife­rencia entre nosotras y los pobres. Porque esto nos llevará a estar más cerca de ellos. ¿Cómo po­dríamos ser verdaderas hacia ellos si lleváramos una vida diferente de la suya? Si tuviéramos todo aquello que el dinero puede com­prar, que el mundo puede dar, entonces, ¿cuál sería nuestra relación con los pobres? ¿Qué lenguaje podría usar con ellos? Ahora bien, si la gente me dice que esto es demasiado, yo sólo puedo contestarle: «Ven y verás -mi habitación-».

¿Cuál es el lugar más alegre que ha visitado?
Kalighat. Cuando la gente muere en paz, en el amor de Dios, es algo maravilloso. Es hermoso ver a nuestros pobres felices, junto a sus familias. La alegría de los pobres es tan limpia, tan clara. El pobre auténtico sabe qué es la alegría.

Hay gente que diría que es una ilusión pensar que los pobres son felices así; dirían que hace falta darles una casa, etc.
Las cosas materiales no son las únicas que dan la felicidad. Hay algo más grande: el sentido pro­fundo de paz en el corazón. Ellos están contentos: ésta es la gran diferencia entre ricos y pobres.

Los que trabajan con Vd. dicen que es imparable, que consigue siempre lo que quiere.
Es verdad. Todo para Jesús.

¿Cuáles son sus proyectos para el futuro?
Vivo sólo el día que se me da. Ayer pasó. Mañana todavía no ha llegado. No tenemos más que el presente para amar a Jesús.

¿Y por lo que se refiere al futuro de su Orden?
Son asuntos Suyos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página