Mil quinientos participantes en la experiencia de Comunión v Liberación en el país andino. El año pasado eran poco más de la mitad. Una densa red de encuentros personales, la amistad entre los responsables, los lazos con Italia y una gran libertad de iniciativa son el secreto de este increíble desarrollo.
Al principio del año pasado eran 400, ¡hoy son 1500! Estamos hablando de la realidad del movimiento en Perú. ¿Qué ha sucedido? ¿Cuáles son las razones de esta difusión extraordinaria? ¿Cómo se comunica y se hace presente la vida del movimiento? ¿Cuáles son los acontecimientos más significativos de este año? Hemos hablado con el padre Juan Leuridan -responsable nacional de CL en Perú, dominico de origen flamenco, que reside en Perú desde hace más de 20 años, profesor de filosofía en la Universidad «San Martín de Porres» (fundada por los Padres Dominicos)- y con José Ambia -«Pepe»-, responsable nacional de los universitarios y estudiante del último curso de Derecho, de 23 años. Los dos estuvieron en ltalia el verano pasado.
«Viajo continuamente durante toda la semana», nos cuenta el padre Juan; «me invitan en todas partes a hablar, en los sitios más increíbles: grupos de jóvenes, sacerdotes, profesores universitarios... , que están interesados en una propuesta cristiana auténtica y -sobre todo- en una propuesta capaz de impactar a los jóvenes».
En estos sitios su testimonio y su explicación de lo que es la experiencia de CL no pasan desapercibidos: muchas comunidades han nacido porque alguien, después de aquel encuentro, se ha puesto en contacto con él y, a través suyo, con la vida del movimiento. A menudo visita las diferentes comunidades, atravesando distancias inimaginables para nosotros, entre enormes dificultades.
A este respecto, Pepe nos cuenta que, para participar en el encuentro anual del movimiento en América Latina -este año tuvo lugar en Río de Janeiro-, quince peruanos de Lima viajaron durante seis días en autobús; a la vuelta, pasando por Chile, una abundante nevada bloqueó el paso del autobús: se tuvieron que quedar diez días en Santiago.
Si el comienzo del movimiento fue en la Universidad, en Lima -ocho millones de habitantes de un total de veinte millones de peruanos-, implicando a estudiantes y profesores, hoy el movimiento está también presente en ambientes más pobres y «marginales»: son los «pueblos jóvenes» o «barrios marginales» -lo que en Brasil se llaman «favelas»-; allí, los universitarios que van a hacer la caritativa son los responsables de la Escuela de Comunidad.
Muchos de los adultos que participan en la vida del movimiento -sólo en Lima son 150-, como en el caso de los padres de Pepe, han sido «llevados» a la comunidad por el ejemplo y el testimonio de sus hijos. Pepe nos habla de la vez en que su madre vino a un encuentro en el que hablaba el padre Leuridan; pocos meses después, esta señora, profesora experta en pedagogía y «comprometida» en la batalla cultural por una escuela «progresista» y «democrática», fue invitada a Cuba a un encuentro continental para «mujeres comunistas» de toda América Latina. Intervino en la asamblea -la misma en la que había hablado Fidel Castro- después de intervenciones que celebraban la emancipación de la mujer, el aborto, la educación antiautoritaria. Se puso en pie, fue a hablar y, entre el silencio y el asombro general, dijo: «Yo soy cristiana, del movimiento Comunión y Liberación». Hoy participa activamente en la realidad adulta de CL en Lima.
¿De qué modo se comunica el carisma de CL? ¿Cómo se lleva a cabo la relación entre las diferentes comunidades y cómo se vive el vínculo con los instrumentos del movimiento? «Sobre todo por la Escuela de Comunidad» -responde el padre Leuridan-: «nos encontramos para leer y comprender las palabras de Don Giussani. Al principio hemos trabajado mucho sobre Huellas de experiencia cristiana, y este año sobre El Sentido Religioso; una vez al mes, el primer domingo, hay un encuentro para explicar el texto y responder a preguntas relativas a él».
Sin embargo, son diferentes las reuniones de la comunidad en que se habla exclusivamente de la propia experiencia. El padre Leuridan insiste mucho sobre este punto: «En estos encuentros se parte de experiencias concretas y, a través de la oración, de la confrontación, de las preguntas, nos ayudamos a reconocer a Cristo presente en la familia, en la escuela, en la universidad, en el trabajo».
La relación con el movimiento de Italia está asegurada, ya sea por los sólidos vínculos personales como por los instrumentos y ocasiones de encuentro. «Durante los primeros años, ha sido fundamental para nosotros la amistad y la paternidad de Don Ricci, que ha estado muchas veces en Perú; a Don Giussani lo podemos encontrar una vez al año, en la reunión de toda América Latina». También está la amistad con el «centro» del CLU. Las vacaciones internacionales en Corvara y las vacaciones del Equipe del CLU de Agosto completan el cuadro.
UNA GRAN AMISTAD
Para favorecer el incremento y la unidad del movimiento en Perú, existe una Diaconía nacional -se reúne cada dos meses-. Además, en cada diócesis donde está presente CL, existe un responsable. Pepe sigue la vida de las comunidades universitarias: «Existe una gran amistad entre los responsables, nos llamamos por teléfono a menudo y, cuando hay algún problema, nos encontramos y lo confrontamos con el padre Leuridan». Dos veces al año hay un encuentro nacional -de tres días- de todos los universitarios.
«Pero el acontecimiento principal del movimiento este año ha sucedido a continuación del encuentro que tuvieron Don Giussani y Monseñor Berni, obispo de Apurimac». En Lugano, donde se encontraron, el obispo pidió a Don Giussani una ayuda para el Instituto pedagógico de su diócesis, solicitándole profesores dispuestos a enseñar en esa escuela -visto que no quedaba ya nadie que pudiera hacerlo-. Se trata de un lugar perdido, llamado Chuquibambilla, abandonado, en el centro del país -¡cuatro días de viaje desde Lima!-, abandonado por todos pero no por Sendero Luminoso -movimiento revolucionario de extrema izquierda, que sigue la línea de Mao, Castro y Ho Chi Minh-.
En aquella provincia el analfabetismo comprende entre el 60 y el 80% de la población. Por todos estos motivos nadie quiere ir allí. El padre Leuridan no sabía qué hacer para encontrar profesores y, además, en aquel período no tenía mucho tiempo para buscarlos. Milagrosamente encontró a once que ya están trabajando en el Instituto: José Luis, que es el responsable de este grupo, estuvo en Lima en Julio y me dijo: «Me quedaré en aquel sitio hasta la muerte».
También el obispo está contento: no había visto nunca a laicos que rezan juntos, viven juntos, que hacen vida de comunidad. «A través de esta escuela y de estos profesores podemos tener mucha influencia sobre el pueblo y, particularmente, sobre los pobres».
UN CRECIMIENTO IMPRESIONANTE
El otro hecho verdaderamente impresionante en la historia de este año es el crecimiento del movimiento: ha nacido una comunidad en Chimbote -a cuatrocientos kilómetros de Lima-; en Cajamarca -a 1600 metros de altitud-, una ciudad al norte del país, capital de la provincia de Sierra; en Otusco y en Ascope, dos pueblos cercanos a Trujillo -la tercera ciudad del Perú-. En Arequipa -la segunda por población e importancia- ya había una comunidad gracias al trabajo de Sor Amelia en los «barrios» (cf. recuadro aparte, n.d.r.), pero este año se ha dado un crecimiento notable de la presencia en la Universidad -casi cincuenta jóvenes-. Han llegado invitaciones para empezar el movimiento en Jaén y en Bagua. En Ciclayo y sus alrededores hay dos comunidades de adultos -casi un centenar- que no existían el año pasado; la realidad juvenil de las escuelas es muy fuerte, sobre todo en Lima y en Arequipa. Son especialmente los jóvenes los que quedan impactados y los que prosiguen la experiencia del movimiento.
¿Cuáles son las dificultades a la hora de vivir y desarrollar la experiencia del movimiento? Ya sea internamente para aquellos que ya participan, ya sea externamente, por la situación política y por la realidad eclesial, el padre Leuridan no tiene duda: «La dificultad principal está en aceptar la compañía como la ocasión y la modalidad para la conversión a Cristo».
En el trabajo con los jóvenes, el padre Leuridan insiste mucho sobre el «conocimiento de uno mismo», tal como hemos aprendido en el primer capítulo de El Sentido Religioso y en En busca del rostro humano. También en Perú la sociedad, a través de la televisión, de las ideologías y de la propaganda tiende a dar a los jóvenes una visión distorsionada de sí misma y de las propias exigencias elementales.
LOS OBISPOS NOS ESTIMAN
¿Y la relación con la Iglesia? El movimiento participa en dos comisiones episcopales: la de los laicos y la de la Universidad; nadie quería participar porque la mentalidad dominante es la de la «Teología de la liberación» y les parecía inútil. «En cambio, nosotros participamos e intervenimos para hablar de la presencia en la Universidad». La relación con el Cardenal de Lima, Ricketts, es buena; ha sido él quien ha presentado al padre Leuridan a los obispos que querían conocer el movimiento. «Ahora nos miran con estima y respeto».
En Perú se intenta también vivir la tercera de las dimensiones «tradicionales» del movimiento: la cultura. se ha hecho un gran congreso público por el aniversario de la Redemptor Hominis, con asistencia de más de mil personas, que ha reunido a artistas, cantantes y personalidades del mundo académico de Lima. «Algunos universitarios» -nos cuenta Pepe- «trabajan en Radio Omega donde realizan una transmisión especial para jóvenes; el programa se llama Por una presencia». Tiene mucha audiencia y, para dar una idea de cómo trabajan, baste decir que han ganado un premio internacional de programas de radio dedicados a los problemas de los jóvenes.
ES POR UNA PRESENCIA
Pepe nos habla de su historia y de la presencia de CL en la Universidad; en Lima existen 15 universidades, algunas muy pequeñas con sólo dos o tres facultades, entre «nacionales» -es decir, estatales- y «particulares» -privadas-; el movimiento está presente en 7 universidades. «El comienzo» -nos dice Pepe- «fue la comprensión del manifiesto que contiene la frase de Peguy "El está aquí": el estudio, las clases, los amigos, las discusiones... , todo era para nosotros ocasión de vivir y testimoniar aquella Presencia. Una vez se me acercó un estudiante y me dijo: "¿Eres tú ése que defiende siempre a la Iglesia en clase?". Me quería invitar a un congreso de la Universidad para representar allí la voz de la Iglesia católica. Acepté la invitación aun cuando no había entendido bien de lo que que se trataba.
Cuando entré en la sala del encuentro comprendí en seguida por las caras, por el clima y por los discursos lo que era: eran los de Sendero Luminoso -muy fuertes en la Universidad- que, con otros grupos de extrema izquierda discutían sobre la violencia, la justicia y la liberación. Cuando llegó mi turno, estaba muy emocionado y atemorizado mientras iba hacia el estrado, recitaba la Consagración a María y me decía para mí: es por una presencia, es por una presencia por lo que yo estoy aquí. Cuando se hizo silencio en el público comencé a decir: "Yo también soy un revolucionario, mi revolución empezó hace 2000 años: es el cristianismo, que es la única revolución verdadera de toda la historia. Si de veras queréis cambiar el mundo os propongo que vengáis conmigo, que sigáis la vida de la comunidad cristiana, que es el lugar de la verdadera revolución del hombre y del mundo"».
Aparte de Lima existen comunidades universitarias en Trujillo, Ciclayo y Arequipa. Ya sólo el nombre «Comunión y Liberación» crea reacciones de lo más diverso en la Universidad: «A muchos les parece un nombre un poco "subversivo", por lo que, sobre todo en ambientes conservadores, dicen que nosotros "hacemos política". Otros, en cambio, dicen que es una experiencia que viene de fuera, que puede servir para Europa, pero que no sirve para el Perú. Muchos nos preguntan: Liberación, pero... ¿qué liberación?».
Una de las experiencias más significativas es la de la Universidad de «San Marcos», la más antigua de América Latina -junto a la de Ciudad de México-; es una universidad completamente politizada e ideologizada, marxista y totalitaria: allí hay un buen grupo. «Es un poco la punta de lanza de CL en la Universidad de Perú», dice Pepe. Los primeros intentos de «obras» ya han empezado también: aparte de Radio Omega está el grupo musical Ascesis, que propone la experiencia del movimiento a través de los cantos; en la facultad de Derecho de Lima los estudiantes del último curso están pensando en formar un «consulting» gratuito para la gente más pobre; les gustaría llamarlo Consultorio Jurídico Encuentro.
(Traducción de Gema Piñero)
El movimiento en los «barrios»
Sor Amelía, en Arequipa, lleva a cabo su misión en los barrios más marginados. «Creía que allí CL no serviría. Y sin embargo... »
Arequipa es la segunda ciudad del Perú, con un millón de habitantes. Se encuentra en el sur, a 100 kilómetros de Lima y a 2300 metros de altitud. Es un centro industrial -sobre todo de producción de cueros- pero existe mucha pobreza; uno de los problemas más graves es la falta de trabajo.
Sor Amelia es dominicana y desde hace muchos años lleva a cabo su actividad asistencial en esta ciudad. Ahora es la más convencida animadora de la comunidad de Comunión y Liberación en Arequipa.
La gente -nos dice- todavía es cristiana; Perú es un país con una fuerte tradición cristiana, pero mezcla el catolicismo con concepciones ancestrales y supersticiosas. Se requiere un gran trabajo..., pero respetando la persona. Sólo la esencia profunda del cristianismo es capaz incluso de transformar las costumbres y la mentalidad de un pueblo; creo que CL será capaz de realizar este trabajo.
¿Cómo ha nacido la comunidad de Arequipa?
Sor Amelia: Hace poco más de dos años; el padre Leurídan vino a Arequipa para hacer la propuesta del movimiento e invitó a mucha gente; yo no la conocía, pero fui. Al principio no comprendía bien cuál era la propuesta de CL, así que preferí esperar. Al cabo de un tiempo el padre Leuridan me invitó otra vez a Lima, a un encuentro de Don Giussani. Mientras lo escuchaba pensaba:
«Me gusta lo que dice, pero yo estoy comprometida con mi trabajo social, con la gente marginada... ; además siempre he esperado un cambio, incluso social, para Perú y aquí no se habla de ello». Un día le comenté esto a una persona del movimiento de Lima; me dijo: «Lo que CL es lo tienes que encontrar poco apoco a través de una experiencia. Nuestra propuesta toca el corazón y solamente tu corazón transformado podrá realizar lo que deseas, para ti y para los pobres "marginados"».
Cuando volví a Arequipa me di cuenta, poco a poco, de que la propuesta del movimiento era muy adecuada para los jóvenes. En la Universidad no existía una presencia cristiana y yo, antes, no había sabido cómo responder a esta exigencia. Así fue como el camino del movimiento desde una simple intuición se convirtió para mí en una certeza.
¿Cuántos jóvenes siguen la experiencia del movimiento aquí, en Arequipa?
S.A.: Actualmente 300; tenemos tres comunidades en la Universidad católica, con unos 50 estudíantes cada una y dos en la Universidad nacional; además hay más estudiantes esparcidos por otras facultades. En los institutos superiores tenemos tres comunidades.
En los «Pueblos jóvenes» donde yo trabajo existen 10 comunidades de CL. Después de descubrir que el movimiento era algo bueno, extraordinario por la evidencia de la presencia de Cristo en el ambiente, mi mayor preocupación era la de comunicárselo a la gente de los «barrios». Yo me preguntaba: «¿Qué hago con estas mujeres, con estos niños?.». Mi duda consistía en si esta gente podía participar de Comunión y Liberación; yo no lo sabía, así que se lo pregunté al padre Leuridan. Me dijo: «Tu humanidad y la de estos niños es la misma; el movimiento de CL quiere renovar nuestra humanidad, por tanto... ».
Las comunidades de los barrios pobres están estructuradas de una forma muy sencilla. El responsable es un universitario, o bien un estudiante de la escuela superior; algunos de ellos van al «barrio» a vivir la caritativa y también hacen escuela de comunidad. Intentamos responder a los problemas de los niños: hacer los deberes, entender la lección y después, como a los niños les gusta jugar, organizamos torneos, excursiones, campamentos... Durante la semana hablamos con sus familias, con sus profesores y realizamos una asistencia sanitaria. Una vez a la semana se da la catequesis para todos los niños -de siete a trece años-. Luego está todo mi trabajo de promoción humana y social. La alimentación en estos barrios periféricos es insuficiente, por lo que con alguna ayuda de Caritas y del Ministerio de Sanidad organizamos la distribución de alimentos a los niños.
Yo ya trabajaba en este campo desde hace muchos años, pero mi empeño era demasiado activista, era un esquema que aplicar. Desde que conocí CL he aprendido el respeto por la libertad de la persona; hoy mi relación con la gente es más abierta, más fraterna.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón