Entrevista a Alberto Methol Ferré
Con motivo del XII Encuentro de Verano Ávila '88, Alberto Methol Ferré ha estado entre nosotros quince días. Alberto es consultor de la Conferencia Episcopal latinoamericana (CELAM) y director de la revista Nexo.
No es la primera vez que en el curso de estos Encuentros abordamos temas que se refieren a la problemática latinoamericana, y más a medida que se acerca el V Centenario del Descubrimiento. También han surgido entre nosotros otras iniciativas a raíz de la necesidad de una mayor reflexión sobre el destino de los pueblos latinoamericanos. Así, por ejemplo, el CESAL (Centro de Estudios y Solidaridad con América Latina) y el Centro Latinoamericano. Aprovechando la estancia de Alberto Methol, Nueva Tierra le ha dirigido unas preguntas
Nueva Tierra: Alberto, parece urgente pensar en una unidad e identidad latinoamericana para garantizar el futuro de estos pueblos. Allí la mayoría de los habitantes son católicos. ¿Qué papel piensas que desempeña la Iglesia en la tarea de unificación en América Latina? ¿En qué consiste su responsabilidad?
Alberto Methol: Para una unificación realista me parece de una importancia primordial la construcción del sujeto eclesial latinoamericano. Es esta conciencia la que yo quisiera aportar en mi colaboración con el CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana).
La Iglesia evangeliza si sabe ver los signos de los tiempos y si apunta a los problemas fundamentales y no a problemitas laterales que la distraen; y la unificación latinoamericana es uno de los problemas fundamentales.
El papel que debe cumplir la Iglesia en este sentido es -pienso- tratar de unificar nuestra cultura profundamente, desde el origen. Y así, hacer de mediadora-unificadora. Esto es posible para la Iglesia porque en el origen de la cultura latinoamericana e hispanoamericana está, por igual, un mismo ámbito cultural y Jesucristo como base de ese ámbito.
Históricamente podían haber sido dos ámbitos culturales diferentes, por ejemplo, una parte moribunda del mundo alemán y otra del mundo hispano: ambas en Cristo pero con dos ámbitos culturales distintos. Pero no ha sido así. Existe un sólo ámbito cultural, aunque ciertamente bipolar, con Cristo como fundamento. Esto es lo que hace que la Iglesia tenga, para mí, un papel central en este proceso.
N.T.: Has hablado de tu colaboración con el CELAM, ¿cuál es realmente el origen y la misión del CELAM en este sentido?
A.M.: Cuando Pío XII tomó la gran decisión de fundar el CELAM (lo cual, dicho sea de paso, pone de manifiesto la adecuada comprensión del Papa de la realidad americana) fue porque se daba cuenta de que veinte «ranchitos» eclesiásticos separados no caminaban a ningún lado; aparte de que daban lugar a una insuficiencia de profesores, de medios... , miles de insuficiencias. Entonces el CELAM se comprendió como elemento unificador y potenciador de las iglesias locales, ninguna de las cuales quedaba así encerrada en sí misma. Al contrario, ellas mandaban, en cierto sentido, los mejores de sus fieles, en el orden de la filosofía o de la teología, sociología, etc., hacia un centro común; y ese centro, digamos, comenzaba un pensamiento de revalorización y potenciación del conjunto. Sin esa nueva «metrópolis», todo quedaba disgregado.
Así, el CELAM es un centro de diálogo y conjugación, de potenciación, donde él y las partes se estimulan de forma mutua. No por azar el comienzo de la riqueza intelectual de la Iglesia latinoamericana está ligado a la existencia del CELAM y las dos Conferencias Latinoamericanas. Por todo esto, todo ataque al CELAM es un intento muy serio de descerebrar a la Iglesia Latinoamericana. El que ataca al CELAM es un enemigo porque quiere «enanizar» a la Iglesia, encerrarla en sus pequeños paisitos y así, la mitad del catolicismo mundial quedaría anulado espiritual e intelectualmente. Es importante que esta mitad logre realizarse en su potencialidad.
N.T.: Surge una pregunta necesaria. ¿Qué relación se da entre la unificación eclesial y la unificación social, secular en América Latina?
A.M.: A través de la secularidad se revierte en la eclesialidad y viceversa. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con el CELAM, cuya vida revierte sobre el desarrollo no eclesial latinoamericano. Hay una interacción mutua. Sin embargo es necesario recalcar que la unidad latinoamericana en todos los aspectos, seculares y eclesiales, es de primera importancia para la Iglesia universal.
N.T.: Dentro de la unificación de la Iglesia latinoamericana, aparece, pues, la potenciación del CELAM como una tarea primordial. En el terreno socio-político o estrictamente secular, ¿cuál te parece la tarea más urgente?
A.M.: Debe haber toda una jerarquización de las obras básicas con vistas a esta integración, que conducen a la evangelización de la cultura dentro de nuestro continente. Una referencia a la que hay que dar primacía es al acuerdo argentino-brasileño. La «geopolítica» en América Latina es, ante todo, Brasil, viene de Brasil. La dinámica industrialización brasileña ha comenzado a despertar por «dentro» a América del Sur. Y ha puesto de manifiesto la inviabilidad de nuestros países si no se latinoamericanizan, si persisten en políticas anacrónicas de campanario. Por eso América Latina es a la vez una experiencia y exigencia nacional y eclesial.
El acuerdo brasileño-argentino implica toda una política de la Iglesia brasileña para hispanoamericanizar a Brasil y una política de la Iglesia hispanoamericana para brasilizar sus países.
N.T.: Por último, ¿cuál es la misión de Nexo en la construcción de este proceso de integración?
A.M.: Nexo comprende su misión en el orden de una «política de las culturas» que se inscriben en el gran movimiento de unidad y libertad de los pueblos latinoamencanos. La Óptica de Nexo es eclesial.
Se enmarca en el contexto fundamental del Concilio Vaticano II, que es el punto de partida de nuestra época. En lo que a América Latina se refiere, interpretamos el Concilio en la línea de Juan Pablo II, Medellín y Puebla. Así mismo, en esta misma dirección contribuimos a la gestación de la IV Conferencia Episcopal en Santo Domingo, cuyo tema es precisamente «la evangelización de la cultura». Esto nos confirma que no hemos estado equivocados. La «política de la cultura es lo mismo».
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