Se cumplen ahora diez años desde que comenzara a funcionar Ediciones Encuentro, primera manifestación cultural del movimiento Comunión y Liberación. Con motivo de este acontecimiento, Nueva Tierra ha querido realizar una entrevista a José Miguel Oriol, director y fundador (junto con otras personas) de esta obra, queriendo dar a conocer y recoger su incidencia dentro de la sociedad española y las razones que le llevaron a un compromiso cultural de esta índole.
Nueva Tierra: ¿Cuáles fueron los motivos que te empujaron a crear una nueva editorial hace ya diez años, teniendo en cuenta que tu actividad profesional la habías desarrollado hasta entonces dentro del mundo de la edición?
José Miguel Oriol: Efectivamente, en abril de 1978 yo dejé la Editorial Zero-Zyx, en la que había venido ejerciendo la responsabilidad de la selección de originales y títulos a traducir, la programación y la coordinación de redacción prácticamente desde 1970, para poner en marcha Ediciones Encuentro.
Lo que me llevó a empezar de nuevo, esta vez a partir de cero, fue la conciencia de la necesidad de no perder más tiempo en la lucha intestina que venía sosteniendo en el seno de Zero-Zyx y de la organización de militantes (Liberación) que se había ido construyendo a su alrededor, desde que, en diciembre de 1974, durante mi viaje a Milán para conocer más de cerca a Comunión y Liberación, había vivido una extraordinaria experiencia de clarificación interior, sobre todo al conocer a don Giussani, que supuso para mí, en mi trayectoria vital, el reencuentro definitivo (aunque la fidelidad a él sea objeto constante de mi oración) con Cristo y con el rostro concreto de su presencia en el mundo, la comunidad eclesial.
La toma de contacto y la inmediata amistad con ese núcleo humano milanés, en medio del cual se percibía palpitante la presencia actual de Jesucristo señalando horizontes y suscitado vocaciones para alcanzarlos en todos los campos -desde el psicoanálisis parisino al trabajo tenaz contra el subdesarrollo en África o en el Brasil, desde el reaprendizaje de la oración y la contemplación del arte cristiano a la acción política popular y democrática- produjo en mí una conmoción más decisiva aún que la que años atrás había producido otro encuentro cargado de consecuencias y significado cristiano: el que tuve con el grupo de hombres y mujeres de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) que habían construido Zyx en los años '60, una de las experiencias más auténticas y renovadoras del catolicismo español al hilo del Concilio.
Esa conmoción -cuyo momento más vibrante recuerdo como si fuese ahora, cuando descubrí durante una cena con Giussani y Bagnoli de qué manera y a través de cuáles rostros había intervenido siempre Cristo en mi vida- tuvo consecuencias en todos los órdenes, a medida que la onda expansiva cobraba más espesor y extensión. La primera y más manifiesta fue la necesidad de reconstituir, en el seno de la realidad humana de Liberación con la que compartía vida e ideales -aunque también, sano es reconocerlo, mucha ideología-, un ámbito específicamente cristiano; y, naturalmente, recuperar para ese núcleo cristiano un espacio de expresión propia en el programa editorial de Zero-Zyx. El norte era uno y bien claro: recuperar una nítida identidad cristiana, lo que, además, era el origen de mi militancia y el único motivo adecuado para sostenerla, como podría comprobar con toda claridad durante la detención y el encarcelamiento posterior que sufrí en la primavera del 76, cuando todavía no estaba nada claro que se produciría la reforma política que iba a conducir a las libertades democráticas.
El intento de poner en marcha ese ámbito cristiano en el seno de Zyx-Liberación provocó una lucha interna tremenda durante los años 75 a 77 que no hay lugar aquí para narrar ahora, pero que me ayudó enormemente a comprender muchas cosas acerca de la trayectoria y la situación de crisis en que vivía la Iglesia española en su conjunto y, en particular, los cristianos «comprometidos» en las organizaciones y movimientos apostólicos. Durante esos años mis viajes a Milán, adonde Carras y Jone habían ido en 1975 acogidos por los amigos de CL fueron frecuentes. Y también las visitas a España de ellos. Don Giussani vino a España por primera vez en diciembre de 1976, precisamente a encontrarse con ese núcleo cristiano. El resultado fue un desastre: nos quedamos más solos que antes. Bagnoli -fundador y presidente de la Jaca Book, primera persona del movimiento a quien yo había conocido en 1971 y a cuya humanidad y amistad cristianas debo el progresivo acercamiento a CL entre esa fecha y 1974, y gran parte de mi posterior proceso personal de maduración en la pertenencia a él- venía con mucha frecuencia.
Hasta que la tensión se hizo insostenible. Carras y Jone habían regresado ya en septiembre de 1977. Las primeras elecciones democráticas para Cortes Constituyentes se habían celebrado en junio. Yo me había operado de una úlcera de duodeno que venía esperando desde mis diecisiete años, a la vista del fin de todas nuestras expectativas y sueños de un cambio social profundo y positivo -verdaderamente revolucionario- que acompañara al final del régimen de Franco. Y toda nuestra conciencia apuntaba ya en una sola dirección: construir el movimiento en España, comunicar la experiencia y la perspectiva que a nosotros nos había hecho renacer para una esperanza viva, o cuando ya el «desencanto democrático» comenzaba a aflorar en los espíritus más generosos aunque también más ingenuos de nuestro entorno. Recuerdo la osadía -que sigo manteniendo- con la que contesté en una entrevista para una revista europea de cultura a la pregunta sobre las posibilidades futuras de España:«La verdadera esperanza de futuro en España somos nosotros, los cristianos que vivimos un proceso de recuperación de nuestra identidad».
Y así, en mayo de 1978, junto con Carras, don Tomás Malagón, que vivió a fondo y con enorme ilusión -aunque también con cierta perplejidad- los primeros pasos del movimiento en Madrid, y Lilí Alvarez -cuya ayuda inicial por seguimiento a don Tomás fue muy importante- fundábamos Ediciones Encuentro con plena conciencia de que íbamos a expresar la posición cultural del movimiento e inseparablemente a prestar así un servicio importante a la Iglesia en España y a inaugurar una presencia en la sociedad española decisiva para el porvenir de su convivencia democrática. Además de los socios fundadores: la presencia en el equipo de trabajo inicial de Norberto Moreno, su mujer y su madre, y de Carmina, mi mujer, completó la comunidad que puso en marcha el proyecto. Junto con algunas otras personas - pocas- que no trabajaban en Encuentro, comenzábamos la marcha del movimiento en España.
N.T.: ¿Cuál es el significado (o cuál desearías tú que fuese) que Ediciones Encuentro tiene para la sociedad española?
J.M.O.: Para responder a eso puedo enlazar con el final de mi respuesta anterior. Cuando iniciamos la editorial en el '78 teníamos claro que íbamos a nadar contra corriente. El ambiente general, incluso en la Iglesia, estaba estrenando ilusionadamente el espectáculo de la democracia, aunque pronto comenzó en ciertos ámbitos de responsabilidad eclesial la preocupación por la ausencia de voces cristianas en casi todas las instancias de la vida pública española, lo que denotaba una grave fragilidad de fondo en la conciencia católica de nuestro país: la separación profunda entre fe y cultura, el dualismo fuertemente radicado en la mentalidad del catolicismo español, la comprensión del cristianismo con un mensaje moral, como una doctrina de salvación trascendente, y no como un hecho personal, social e histórico.
La experiencia vivida en estos diez años no sólo nos ha confirmado sino que nos ha hecho percibir con mucha mayor conciencia aún la gravedad de la situación: hoy por hoy, en España, el cristianismo se sigue debilitando aceleradamente; los profesores, escritores, artistas, periodistas, políticos, sindicalistas, empresarios, etc., -todos los cuadros sociales cristianos, que los hay aunque no se vean, están dispersos, perplejos y confusos; y el mundo del clero y los religiosos vive una «larga y penosa templadura» en la que, para colmo de males, muchos ni tan siquiera han entrado todavía y ya no se sabe si entrarán algún día.
En este contexto Encuentro es, no sólo para el interior de la Iglesia sino para quien quiera dialogar seriamente con el catolicismo desde fuera de él en nuestra sociedad, uno de los lugares más claros donde encontrar pensamiento y literatura cristianos en la España de hoy. Y no sólo algunos de los teólogos, filósofos e historiadores que marcaron el Concilio Vaticano II sino también algunos de los que hoy y ahora están contribuyendo al entusiasmante itinerario que la Iglesia está recorriendo bajo la guía de Juan Pablo II.
N. T: Explícanos por qué Ediciones Encuentro, que se dice cristiana cuando habla de sí misma y publica obras de cristianos reconocidos como tales, no se dedica a editar solamente libros «religiosos».
J .M.O.: Me alegro de la pregunta. Una posición cultural cristiana, cuando es auténtica, no sólo se manifiesta «dando razón de nuestra fe» como dice San Pedro, anunciando la Presencia que reconocemos y mostrando el significado que ha tenido y tiene en la historia de la humanidad y en la de cada uno de nosotros la Encarnación y la Redención. También lo hace acogiendo, valorando y dotando de nueva perspectiva «cualquier brizna de verdad que nazca de otras posiciones humanas»: éste es el sentido que tiene la actitud dialogante que se manifiesta en nuestro catálogo con posturas distintas y sobre temas diversos. Hay un montón de autores, sobre todo en el campo de las ciencias sociales y humanas en todas sus ramas, que, sin ser cristianos y ni siquiera creyentes en Dios según alguna de las grandes tradiciones religiosas, denotan lo que nosotros llamamos un gran sentido religioso en su trabajo de investigación histórica, antropológica, económico-política, etc...
Ese tipo de posición humana rigurosa y seria, auténticamente científica, que tiene experiencia de la insondabilidad última de realidad en cualquiera de sus aspectos; y que sabe usar de la razón y los conocimientos con magistral humildad, es un claro interlocutor nuestro. Más aún, es un claro compañero en la batalla frontal que libramos contra el ilusionismo ideológico que invade el cuerpo social -incluido gran parte del tejido eclesial- desde los aparatos «culturales» del poder.
N.T: ¿Cómo podemos ayudar a sostener y difundir una obra como ésta personas que no estamos directamente implicadas en Ediciones Encuentro pero que valoramos muy positivamente su significación cultural y deseamos que siga en pie durante mucho tiempo?
J.M.O.: De múltiples maneras. La primera de todas, ciertamente, conociendo mejor lo que publicamos. Sólo se quiere lo que se conoce. En el catálogo de Encuentro hay muchos títulos extremadamente sugerentes y útiles para adquirir una visión cristiana de las cosas que han pasado desapercibidos incluso entre nosotros, la gente del movimiento, y nuestros amigos y familiares.
En segundo lugar dando a conocer, difundiendo, regalando a compañeros de trabajo y estudio, familiares y amigos, los libros y revistas que a nosotros nos han ayudado. Pero también discutiendo, juzgando y criticando nuestras opciones y propuestas editoriales, sugiriendo nuevas líneas y temas, autores y títulos, de manera que Ediciones Encuentro crezca como instrumento cada vez más completo para esa renovación cultural de catolicismo en España y, como consecuencia, de nuestra sociedad.
Hay muchas tareas de colaboración posible en la redacción (lectura de originales, crítica de libros, traducción, seguimiento de colecciones y catálogos extranjeros, estudio de la bibliografía castellana de autores y temas concretos, etc...) y en la promoción y difusión (sobre todo, venta militante en congresos y reuniones numerosas, fábricas, hospitales, parroquias y seminarios, facultades e institutos, etc...). Toda colaboración es bienvenida.
Para terminar, aprovecho la ocasión para anunciar que en este otoño, tras cumplir diez años de vida como empresa, vamos a lanzarnos a una fuerte ampliación de capital social que nos permita sanear a fondo la situación financiera y afrontar con mayores recursos la expansión de actividades que hace falta llevar a cabo. Tenemos ya garantizada una cobertura importante de esa ampliación de capital, pero nos gustaría enormemente que el máximo de familias y personas vinculadas al movimiento tomara parte, en la medida de sus posibilidades, en esta ampliación. Vale todo: de hecho en Encuentro hay ya actualmente socios que tienen cinco acciones y socios que tienen cinco mil (de mil pesetas cada una). Lo importante es que este instrumento que pusimos en marcha hace diez años como primer signo público de la presencia de CL en España, sea cada vez más realmente de todos y sea utilizado cada vez más ampliamente por todos.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón