Aquello era algo distinto
Queridos amigos,
Cada vez que me encuentro con una experiencia interesante me hago la misma pregunta: ¿a quién escribo en España para contárselo? Al final, en la duda, me vence la pereza y no escribo a nadie. Sin embargo no me parece justo dejar pasar tantas ocasiones y aprovecho NUEVA TIERRA para escribiros a todos a la vez.
Cuando emerjo de las profundidades «balthasarianas» sigo aprendiendo en las frecuentes oportunidades que el Movimiento nos pone a tiro. A modo de ejemplo os cuento la más reciente: se trata del viaje que Fidel y yo hemos hecho a Florencia y Varese.
La primera etapa era Florencia. Allí encontramos al P. Franzelli y a algunos universitarios florentinos (por cierto, recuerdos de su parte para todos los que estuvieseis allí en el '85) y asistimos a una intervención de Cesana sobre el tema «Movimiento Popular, una obra dentro de la sociedad» (muy potente). Al día siguiente salimos para Varese, donde participamos en el retiro de la Fraternidad y en la conferencia que la «Asociación para Uganda» había organizado sobre el tema «Historia de la misión católica en Uganda». El ponente era el P. Fidel González.
Todos los momentos han sido intensos y provechosos pero, como no me puedo extender demasiado, me limito a comentaros mis impresiones sobre la conferencia de Fidel y sobre la «Asociación para Uganda».
Externamente fue el acto menos espectacular (asistieron unas ochenta personas, frente a los más de mil universitarios de Florencia) pero allí se podía descubrir muy profundamente, quizá más que en los otros actos, la capacidad del Movimiento para generar una sociedad nueva.
A primera vista se trataba sólo de una lección de historia para unos cuantos interesados en las misiones, nada especialmente original. Muy pronto se hizo evidente que aquello era algo distinto. Allí no se aburría nadie -como corresponde a este tipo de cosas porque, efectivamente no se escuchaba sólo una lección de historia. Se estaba hablando de una vida: no sólo de la vida generada por los cristianos en Uganda (testimoniada en primera persona por Fidel) sino también de la vida de los presentes, que sentían el curso de la explicación como algo propio.
Los diez primeros Padres Blancos martirizados en África podían tener su continuador en cualquiera de los hijos o los amigos de tantos asistentes (de hecho acababa de llegar la noticia de un combate entre Ejército y guerrilla con un saldo de cien muertos); la confesión de fe en Jesucristo que los cristianos ofrecían a sus conciudadanos de Uganda era la misma que los miembros de la Asociación ofrecen a sus vecinos de Varese. En una palabra, la fecundidad de la vida del Movimiento en Kitgum (Uganda) era comprendida sin ninguna dificultad: bastaba volver la mirada a aquellos que, después de vivir su vocación en Uganda, estaban sentados en la primera fila (Guffanti, Nicora y tantos otros) ratificando con su vida actual la verdad de aquella experiencia. Para muchos de los asistentes, ajenos al mundo eclesial, era posible seguir las vicisitudes de la Iglesia en África, las intervenciones episcopales, las tareas misionales... , porque previamente existía un hecho que había generado unas relaciones nuevas, gracias a las cuales se les desvelaba la verdad de unas palabras que para otros carecen de sentido.
En la conferencia (en la que sólo un tercio de las personas era del Movimiento, y muchos ni siquiera eran creyentes) se verificaba una vez más que una experiencia cristiana verdadera ejerce una fascinación sobre cualquiera que tenga su capacidad humana medianamente despierta. Y que, por lo tanto, para acercarse a los alejados no hay que recortar la experiencia (ni su lenguaje) sino vivirla a fondo en todas sus dimensiones.
Nos contaba después el doctor Guffanti que muchas veces no habían logrado reunir en estos actos a más de diez personas, pero que poco a poco la verdad de lo que hacían -verdad en primer lugar para ellos mismos- se estaba extendiendo en todas direcciones.
Sin duda, las anécdotas misioneras pueden conmover en un primer momento, pero difícilmente se convierten en criterio para la vida. En Varese no se trata de anécdotas; siguen viviendo con la misma grandeza de mirar, con la disponibilidad y la creatividad con que se fueron un día a Uganda: están presentes en todos los niveles de la vida pública de su ciudad (social, cultural y política), son punto de referencia para otras comunidades de CL en Italia, viven la familia con enorme atención y cariño, colaboran con la catequesis parroquial, y un largo etcétera.
La clave de esta vitalidad siempre renovada nos la daba Peppe Nicora cuando nos decía que para ellos lo más importante no era tal o cual proyecto, ni siquiera Uganda (a la que han entregado y entregan lo mejor de su capacidad y talento) sino la conciencia de pertenecer al Movimiento. Es en la pertenencia donde todo se convierte en transparencia, donde aparece Aquél más grande que está en medio de nosotros. Lo demás viene a continuación.
La fe genera una sociedad nueva. Y el espacio donde se empieza a hacer visible es la Iglesia, que nosotros estamos construyendo desde este lugar concreto en que el Señor nos ha colocado.
Espero tener noticias vuestras.
Un abrazo
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