Ante el nuevo talante «liberalizador» de Gorbachov, ¿es cierta esta apertura, centrada en la persona del líder soviético? ¿Qué cambio real se está dando a la URSS?
La prensa occidental tiene los ojos puestos en la Unión Soviética, mejor dicho, en el hombre que rige hoy el destino de este país. De repente caen sobre su persona toda suerte de elogios y aprobaciones. Los sondeos y las estadísticas demuestran que ha desbancado a Reagan, el otro gran hombre, en popularidad. Y la razón fundamental es esta nueva imagen que el presidente del PCUS está mostrando ante el mundo occidental, esta imagen de hombre liberalizador.
Ahora bien, ¿es cierta esta apertura centrada sobre su persona? ¿Qué cambio real se está dando en la Unión Soviética? La prensa mundial habla de que se están empezando a publicar los clásicos rusos. Las editoriales oficiales publican libros que cuentan los horrores del stalinismo. Hoy se permite escribir la palabra «Dios» con mayúsculas (como, por ejemplo, en la novela titulada «Patíbulo»), cuando ha habido personas que han estado en el «lager» por hablar de Dios y escribir su nombre con mayúscula.
Recientemente, en el foro internacional de la paz celebrado en Moscú, hemos podido oír en labios de la delegación rusa, afirmaciones como: «Hay un desfase entre el desarrollo científico y la ética; las armas nucleares no pueden convivir con la especie humana; los enemigos de la humanidad no son el comunismo o el capitalismo, sino las armas nucleares. Hay que suprimir el estereotipo del adversario maligno. Hay que introducir en la política la nueva manera de pensar, que consiste en hacer a nivel global lo que piensa la gente corriente: suprimir la carrera de armamentos e invertir este dinero en salud y alimentación. La nueva mentalidad, está basada en un sistema universal de seguridad internacional».
Gorbachov, en el discurso final, en este foro, celebrado este año bajo el título: «Por un mundo libre de armas nucleares, por la supervivencia de la especie humana», asumió una a una todas las propuestas. Incluso Sajarov, el más famoso disidente de cara al mundo occidental, aplaudió calurosamente al líder comunista. «Hay una nueva atmósfera, es maravilloso», decía el premio Nobel británico Wilkios. (Véase El Pás del día 19 de febrero).
Ante estos signos de clara apertura debemos preguntarnos: ¿Cuál es el alcance real de este cambio? Para responder a la pregunta es necesario tener en cuenta otros acontecimientos de los que no se ha hecho tanto eco en nuestra prensa occidental.
A últimos del año pasado la población de Alma Ata era protagonista de una rebelión y víctima de una represión. Una población determinada por su pertenencia a la fe musulmana y su identidad nacional cosaca, que se ha negado a que su jefe de partido sea extranjero (ruso). Sobre Alma Ata se ha cernido el semblante del poder: la afirmación conjunta del estado como fuente absoluta del derecho y del ateísmo como actitud teórica y práctica.
Estamos en el octavo año de la ocupación militar rusa en Afganistán. La doctrina de Breaznev de la «soberanía limitada» se confirma. El mandato de Najibullah, el hombre que Gorbachov ha enviado a Kabul sustituyendo a Karmal es: «acabar con la resistencia islámica y contemporáneamente crear las premisas para la reconciliación nacional», es decir, la ocupación militar en el Afganistán cesará cuando ésta sea reducida a una dócil provincia del imperio soviético. Mientras tanto, los soldados del ejército soviético en ocupación regresan tan desmoralizados a sus hogares que deben ser rehabilitados durante unos meses en Alemania Oriental.
Se habla de la liberación de 140 prisioneros cuando, según informaciones llegadas hasta ahora, sólo hao sido puestos en libertad 60. No se trata de una amnistía como puede parecer cuando uno sigue los medios de comunicación occidentales. Por el contrario, se trata de una gracia particular a determinadas personas escogidas y sin posibilidad de rehabilitación. Es más, durante el mandato de Gorbachov se han practicado hasta hoy 200 arrestos por motivos de conciencia, y 50 de ellos por motivos estrictamente religiosos. Por otra parte, curiosamente, en la Unión Soviética no ha aparecido una sola noticia referente a la liberación de estos prisioneros (salvo publicaciones clandestinas). ¿Qué busca, entonces, el gobierno soviético con estas liberaciones únicamente conocidas en Occidente? En el interior del país se refuerza la campaña antirreligiosa a través de artículos, publicaciones y adoctrinamiento ateísta en las escuelas.
Ante estos datos, corremos el riesgo de caer en lo anecdótico o en una postura dialéctica frente al poder soviético. Es más importante hacer un juicio de los motivos por los cuales Gorbachov actúa de esta manera. En primer lugar, la situación económico-social de Rusia es tal que a Gorbachov no le queda más remedio que obrar así, es decir, dar pruebas de liberalidad. Con ellas pretende ganarse a los intelectuales, que son puente entre el gobierno y el pueblo. Ahora bien, la ideología sigue siendo la misma: sólo el poder determina lo que hay que hacer y cómo hay que hacerlo. El control sigue siendo absoluto. La persona es considerada como factor utilizado en favor de la ideología: quizá por eso se busca sofocar todo sentido religioso, que es el principio de la libertad. «Demos comodidades y diversiones a los jóvenes para que cualquier sentimiento religioso, político y nacionalista desaparezca», afirma un articulista oficial en el Pravda. En realidad, es la misma táctica la utilizada en el Este y el Oeste: el consumismo materialista. De este modo se pretende anestesiar a la persona, reducirla, manipularla. Aquello que sucede en la Unión Soviética es la imagen de Occidente aumentada con lupa.
«Es Occidente -todos o casi todos lo reconocen- quien muestra al mundo entero la vía más ventajosa del desarrollo económico; perturbada, es verdad, en estos últimos tiempos por una inflación caótica. Pero muchos de los que viven en Occidente están insatisfechos de su saciedad, la desprecian o reprochan porque no corresponde al nivel de madurez a que la humanidad ha llegado. Y esto inclina a más de uno hacia la peligrosa y falsa comente del socialismo (...). Está plenamente demostrado que todo socialismo, tanto en general como en cualquiera de sus matices, desemboca en el anonadamiento universal de la esencia espiritual del hombre y en la nivelación de la humanidad en la muerte. ( ... ) Pero, a su vez, si me preguntara si yo quiero proponer el Occidente de hoy como modelo a mi país, tendría que responder con franqueza: No. Yo no puedo recomendar vuestra sociedad como ideal para la transformación de la nuestra. Dada la riqueza de desarrollo espiritual adquirida en el dolor por nuestro pueblo en este siglo, el sistema occidental, en su estado actual de agotamiento espiritual, no presenta atractivo ninguno» («El ocaso del valor» Alejandro Soljenitsyn. Discurso pronunciado en el acto de Investidura de .DHC por la Universidad de Harvard).
No obstante, es difícil aventurar un juicio definitivo sobre la era de Gorbachov. No sabemos a dónde lleva la política aperturista del presidente del PCUS, pues el deseo de libertad del pueblo siempre es mayor que las limitadas concesiones que el poder concede. Durante el gobierno de Kruchov tuvo lugar una dulcificación del régimen stalinista. El objetivo del poder era otro del que en realidad tuvo lugar: el renacimiento religioso, y la aparición de toda una producción literaria clandestina, denominada «Samizdat». Cuál será el resultado final de la política de Gorbachov dependerá de los deseos humanos del pueblo ruso. Es la libertad humana quien construye la historia. O mejor, la fidelidad a aquellos deseos de bien, justicia y verdad que hay en cada corazón humano...
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