Va al contenido

Huellas N.5, Febrero 1987

LIBROS

La conciencia religiosa en el hombre moderno

Mauro Vandelli

LUIGI GIUSSANI
La conciencia religiosa en el hombre moderno
(Editorial Encuentro, 1986)
78 pág.

«En la actualidad, se puede ad­vertir que la conciencia del hombre está mucho más disponible para ese sentido religioso con el que coinci­de la búsqueda del destino, dispo­nibilidad que hace años no se no­taba. Parece haber un renacimien­to de la vocación humana a entrar en relación con su significado; pe­ro, a mi juicio, se habla de ello de una manera que no favorece dicha vocación». Más o menos es así co­mo monseñor Luigi Giussani, des­de hace casi dos años, empieza sus numerosas conferencias; conferen­cias que ha desarrollado en univer­sidades europeas y americanas, en centros culturales y parroquias y que han sabido movilizar las con­ciencias y suscitar un vivo debate entre muchos intelectuales, profe­sores y jóvenes de toda provenien­cia. El tema desarrollado por mon­señor Giussani es: La conciencia re­ligiosa en el hombre moderno.
Tenemos ahora que agradecer a la Editorial Encuentro la publica­ción de un libro que recoge estas conferencias y que lleva su mismo título.
En síntesis este libro explica có­mo y porqué el hombre moderno ha dado la espalda a la Iglesia y vi­ceversa, y lanza un reto al laicismo («Dios, si existe, no importa») y a la «protestantización» de la Iglesia Católica («el acontecimiento cristia­no reducido a palabra, interpreta­ble subjetivamente»).
Creo que, sin lugar a exagera­ción alguna, este libro constituye una pequeña obra-maestra en su intento de ofrecer un juicio sobre el mundo actual a partir de una lec­tura del hombre moderno como lu­cha por la verdad del encuentro con el acontecimiento cristiano. Me ex­plico.
Nosotros nos encontramos, por todas partes, con distintas interpre­taciones de la historia contemporá­nea, que emplean como criterios de lectura el desarrollo de las fuerzas y de las relaciones de producción (marxismo), el progreso técnico (positivismo), etc. Cada uno de es­tos criterios recoge algo de la reali­dad y ofrece una contribución a la comprensión de la historia. Sin em­bargo, cada uno de ellos provoca en quien los sigue ideológicamente una particular ceguera, una incapa­cidad de ver toda la compleja y va­riada realidad humana que no ca­be dentro de aquel criterio. Al proponer como criterio la lucha por la aceptación de la verdad del encuentro con el acontecimien­to cristiano, o su rechazo, monse­ñor Giussani ofrece un criterio nue­vo, una interpretación que preten­de ser distinta de las demás. Se trata más bien de una clave de lectura de la conciencia del hombre moderno. No falta un análisis de las más va­riadas expresiones (sobre todo lite­rarias) de la conciencia moderna, pero esas expresiones son la confir­mación de una intuición, que tie­ne su raíz en el encuentro con el hombre, tal y como él hoy es. Se puede decir que el primer «texto de historia» que Giussani tiene delan­te es el hombre mismo, y en él está presente -como estratificada en su propia conciencia- toda la histo­ria que le ha precedido y de la que él mismo es el resultado. Ese hom­bre moderno vive un drama que es­pera una respuesta.
La fe, vivida como respuesta a ese drama, juzga entonces todas las formas ideológicas que han inten­tado olvidarlo o censurarlo. Y esta crítica a las ideologías de la moder­nidad nace (contrariamente a mu­chas posiciones tradicionalistas) de una profunda simpatía por el hom­bre de nuestro tiempo y del deseo sincero de compartir su situación es­piritual, simpatía que -eso sí-es iluminada por el acontecimiento de la presencia de Cristo.
En esta misma línea están algunos grandes nombres cristianos, que es fácil recordar: pienso en De Lubac (por ej. El drama del huma­nismo ateo, o Catolicismo) y tam­bién en R. Guardini (El ocaso de la Edad Moderna). En este último en particular -que a mi modo de ver es otra pequeña obra-maestra - ­el profesor de Tubinga advertía, ha­ce ya cuarenta años, de la insidia y del peligro más radicales que la fe puede correr en la mente y en el co­razón de los hombres contemporá­neos. Transcribo un pasaje de este libro extremadamente significativo: «La nueva pretensión de que las dis­tintas esferas de la vida y de la acti­vidad -política, economía, orga­nización social, ciencia, arte, filo­sofía, pedagogía, etc.-debían ser desarrolladas partiendo sólo de sus principios internos, aparece como algo cada vez más evidente. De es­te modo, se configura una forma de vida no cristiana y, en múltiples as­pectos, anticristiana. Dicha forma se impone de un modo tan lógico, que aparece como lo normal, y el postulado de que la vida tiene que ser dirigida por la revelación recibe el carácter de una usurpación de la Iglesia. Hasta el creyente acepta en gran medida esta situación, por cuanto que piensa que las cosas re­ligiosas constituyen una esfera pro­pia, así como las cosas del mundo constituyen la suya; que cada esfe­ra se configure según su propia na­turaleza, y que quede reservada al individuo la determinación de la medida en que desea vivir dentro de cada una de ellas.
Consecuencia de ello es que, de un lado, surge una existencia laica autónoma, libre de influencias cris­tianas directas, y de otro, un cris­tianismo que imita de un modo ca­racterístico esa ''autonomía''. Así como surge una ciencia puramente científica, una economía puramen­te económica, una política pura­mente política, nace también una religiosidad puramente religiosa. Dicha religiosidad pierde cada vez más la relación inmediata con la vi­da concreta, su validez general es cada vez menor, se limita con cre­ciente exclusividad a la enseñanza y práctica "puramente religiosas", y para muchos tiene todavía el úni­co sentido de dar consagración re­ligiosa a ciertos momentos culmi­nantes de la existencia, como el na­cimiento, el matrimonio y la muer­te» (Romano Guardini, El ocaso de la Edad Moderna, Ed. Cristiandad, 1981, pp. 105-106).
Quiero hacer una última obser­vación que es fundamental para mí y para la experiencia cristiana que estoy viviendo. La fuerza de una propuesta de cara a la sociedad es­tá siempre en el sujeto que la reali­za, es decir, en la conciencia que él tiene de su identidad y en el desa­fío cultural que de esa identidad surge. La obra del padre Giussani -que es el fundador del movi­miento Comunión y Liberación­- constituye seguramente, por un la­do, una radicalización y una pro­fundización sorprendentes de la conciencia que este movimiento tie­ne de sí mismo y, por el otro, un punto de referencia ineludible pa­ra comprender el porqué de la pre­sencia y de la tarea de Comunión y Liberación en la Iglesia y en la sociedad de hoy

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página