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Huellas N.11, Octubre 1985

CARTAS

Vacaciones en Cangas

F. Pons y el Congui

Hemos emprendido ya el inicio de un nuevo curso. Atrás quedan las vacaciones (tiempo de aprendi­zaje y descanso). A través de este artículo, pretendemos dar testimo­nio de lo que han significado para nosotros aquellos diez días en Can­gas de Onís.
En primer lugar, nos gustaría resaltar la claridad y la intensidad con la que nuestros amigos italia­nos han participado en todos los momentos de las vacaciones (diver­sión, reuniones, deportes, excursio­nes, juegos, ... ). En ellos hemos po­dido apreciar, el reflejo de aquello que nosotros queremos llegar a ser, y hemos visto claramente que si­guiendo el camino que andamos juntos, podremos tener su mismo entusiasmo, el cuál nace de una ra­zón que es la que nos une: un mis­mo Destino, Cristo.
Es difícil explicar el clima que había en aquellos días; era fascinan­te. En los diversos momentos que vivíamos juntos, después de la ce­na o de cualquier otro rato libre que teníamos, sentíamos la necesidad y el deseo de estar juntos, de conocernos mejor, siendo capaces de vencer la extraneidad inicial. La atención que se prestaba al hecho de cantar en la terraza de un bar, al organizar un juego, al ver una película o al preparar una asamblea, era algo tan poco frecuente que despertaba una pregunta: ¿y vosotros, quienes sois?
Pensando en ello, descubrimos que todo esto se consigue a través de la fidelidad a una experiencia, pero en ella también existen mo­mentos difíciles que no pueden ser un obstáculo que te impida andar, sino un escalón que te permita su­bir más alto y, por lo tanto, tener una perspectiva cada vez más am­plia.
Hemos podido comprobar que las vacaciones no deben ser un pa­réntesis en nuestra vida, sino que tienen que ser la culminación del esfuerzo por intentar vivir el movi­miento. Han sido un momento de profundización en el encuentro rea­lizado, de sacar razones de porqué estamos juntos, verificar el valor de nuestra amistad para vivir con más intensidad nuestra experiencia. Asimismo, hemos visto como nuestra relación con otras personas ha ido cambiando a medida que nos abría­mos más a la gente y nos hemos da­do cuenta de la necesidad de pro­fundizar para seguir creciendo; co­mo el árbol, que a medida que se va desarrollando, necesita que sus raíces sean más fuertes y profundas, porque de lo contrario muere.
Hemos caído en la cuenta de que la desilusión surge cuando se intenta eludir el esfuerzo que su­pone el construir nuestra amistad, la compañía. En ella es donde el rostro de Cristo se nos hace presen­te. Ella es la «tierra» en donde cre­cemos. Nuestra adhesión a ella es personal y no circunstancial. Cual­quier objeción es absurda.
Nos hemos dado cuenta del abismo que separa el entender al­go y el vivirlo. Por ejemplo, la auto­ridad entendida como algo que te hace crecer, como relación más estrecha con aquél que va delante de ti y al cual tú sigues porque en él ves lo que tú quieres ser. Esta rela­ción con la autoridad se convierte en una amistad auténtica que te educa y que por tanto nos hace cre­cer; precisamente esta última frase fue la idea central de estas vacacio­nes. El educarse en la fidelidad a la autoridad y a la compañía. He­mos comprendido que una mues­tra fundamental de la amistad es el fiarse del otro y ver que ese otro te es necesario. En una de las charlas se habló de que tenemos que ser memoria entre nosotros. Este tema ha sido fundamental para la com­prensión de las vacaciones, así como de cara a la continuidad de nuestra amistad. Pero para ser memoria ne­cesitamos hacer memoria del mo­tivo que nos une. Necesitamos sa­ber que somos amados. Así mismo hemos visto la importancia de re­cordar cómo éramos antes de en­contrar el Movimiento. Porque uno de los mayores errores que se pue­den cometer es olvidar lo que el en­cuentro con el Movimiento supuso para nuestra vida. Queremos termi­nar esta artículo invitándote a vivir nuestra compañía, recordando lo que dijo un amigo nuestro al des­pedirse de nosotros «Nuestra amis­tad es la experiencia humana más grande que conocemos».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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