Cien años hace que en Tábara, Zamora, España, nacía un poeta individualista, áspero, honrado y viajero, siempre viajero.
Siguiendo al viento camino a camino y al genio prometeico. Ensayista, conferenciante, renegado boticario, cómico de la Lengua, amante de la paz: "Ahora estamos viendo que allí perdemos todos. Allí perdió el nombre su bandera, ¿hay alguna mano limpia en el mundo que pueda levantar hoy orgullosa, la bandera de la victoria? El hombre ha perdido hoy todas las batallas Pensador condenado a viajar de sus 80, 40 años en el exilio, alejado de modos y tendencias, mejor conocido lejos que en su patria. "Yo, España, ya no soy nadie aquí".
Directo, vigoroso, amante de la locura quijotesca . Es difícil que España, a estas horas, le eche en el olvido.
"España es el sueño de Don Ouijote, y Don Quijote no es más que la España legítima, viva y actual".
Sus ansias viajeras, el verso trashumante hace olvidar todo estilo, toda forma, todo detenimiento. Es difícil limar el fuego, limar su verso:
"Por hoy y para mí la poesía no es más que un sistema de señales, hogueras que encendemos aquí abajo, entre tinieblas encontradas para que alguien nos vea, para que no nos olviden".
Puente cultural entre el exilio y la guerra, entre México y España, entre dos lejanos viajes. Traductor de Whitman, "Hojas de hierba" empezaban a ser conocidas de B. Rusell, etc. Conocedor de tantos y tantos poetas, amigo, sobre todo, del hombre; el hombre es lo que importa:
"Los pueblos nacen y se van
las ciudades se levantan y sucumben
las haciendas se pierden
las familias degeneran
pero el hombre está ahí
para empezar de nuevo cada día
para originar otros pueblos
para construir otras ciudades
para fundar otras familias
para gritar nuevamente a las estrellas
con un grito nuevo
pidiendo la luz y la verdad."
Escritor fecundo de versos, de versos y oraciones, de cuentos, de cuentos libres. "Porque el libro, lo mismo que el proscenio, es una jaula donde se mete a un cuento prisionero".
Solo Don Quijote con su cabalgadura, pudiera haber seguido la velocidad de su genio, la fantasía de un verso sin metáforas, la idea por encima de lo estético; sólo Don Quijote podía conversar con Prometeo.
Desde aquí, con cien años de camino, se sabe tu revolución, tu deseo de salvar al rico y al poderoso; distinguimos al líder y al demagogo, a lo doméstico de lo épico, a lo contingente de lo esencial, a lo sórdido de lo limpiamente ético:
"Hay que salvar al rico, hay que salvarle de la dictadura de su riqueza porque debajo de su riqueza hay un hombre que tiene que entrar en el Reino de los Cielos, en el reino de los héroes, pero también hay que salvar al pobre porque debajo de la tiranía de su pobreza, hay otro hombre que ha nacido para héroe también, hay que salvar al rico y al pobre, hay que matar al rico y al pobre para que nazca el hombre".
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