Huellas N., Febrero 1984

CRITICA

Ética de la solidariedad

Juan Ramón de la Serna

Josef Tischner
Ed. Encuentro. 1983
Los acontecimientos polacos de Agosto de 1980 provocaron al cono­cimiento mundial del sindicato autóno­mo Solidaridad, motor e impulsor del hecho cultural que se desarrolló y que configura a Polonia.
El libro nos transmite todo el lenguaje -y su significado- con que se expresaban los contenidos que determinaron la explosición inicial, y que originaron la experiencia nueva polaca; la experiencia de la solidari­dad.
La obra en su conjunto es rica en aspectos y abarca temas tan atrayentes como la comunidad, el tra­bajo, la democracia, el socialismo, la revolución, e incluso otros como la educación, la familia o la patria, aunque lo verdaderamente relevante es su forma de tratarlos.
Pero creo que todo él parte del concepto de la ética; concretamen­te de la ética de la solidaridad. Se podría decir, que es el desarrollo de esta solidaridad la que produce un nuevo estilo de vivir en el mundo, de crear cultura. Una solidaridad de las conciencias.
Tischner la define como el "compartir la carga de los demás. Con ella se despierta a conciencia y aparecen entonces el lenguaje y la palabra. Todo lo que nos une se hace visible para todos... Además no es necesario imponerle al hombre desde el exterior, mediante la violencia. Nace por sí sola, espontáneamente, de un corazón. No necesita enemigos y adversarios para fortalecerse y crecer". La solidaridad se dirige a to­dos y jamás contra nadie; a partir de ahí el universo se convierte en el más simple deber de hombre.
Josef Tischner es en la ac­tualidad profesor de Antropología Fi­losófica en la Facultad de Teología en Cracovia. Sus intereses se van a centrar en el hombre concebido como existencia abierta al mundo de los valores. Considera que la clave para comprender el misterio del hombre es la experiencia de la esperanza; por este motivo, su filosofía es conside­rada en Polonia como un caso particu­lar de la "Filosofía de la esperan­za". Es uno de los colaboradores más directos de Juan Pablo II en este país y desarrolla su trabajo pastoral
como asistente de los operadores cien­tíficos de la ciudad de Cracovia.
Finalmente se podría decir que aunque "Ética de la Solidaridad" es una exposición muy valiosa y ase­quible de la experiencia polaca, es además, sobre todo para nosotros, un marco de referencia enormemente suge­rente de una revolución cultural acon­tecida en una determinada sociedad y que sirve de propuesta para el único cambio necesario y posible en la nues­tra. Si deseamos contribuir personal­mente y en compañía a la edificación de un mundo mejor, de una cultura más humana -más cristiana-, tenemos en nuestras manos, sin duda alguna, el punto de arranque de clari­ficación y maduración.