Va al contenido

Huellas N., Febrero 1984

CRITICA

El padre Antonio Soler

En este artículo pretendemos hacer un pequeño homenaje a un gran músico español, que a pesar del auge que está teniendo, no llega (creemos nosotros) al reconocimiento que se merece.
Él es el Padre Soler, en cuyo II Centenario de su muerte nos encontramos.


Antonio Soler, organista y compositor, nació en Olot el 3 de diciembre de 1729. Recibió formación musical en la abadía de Montserrat, y en 1752 entró en la orden jerónima de San Lorenzo de El Escorial, donde profesó en 1757, después de haber sido organista y maestro de capilla de la catedral de Lérida.
Entre sus maestros podemos citar a Doménico Scarlatti, composi­tor y clavecinista que revolucionó el campo de recursos técnicos de este instrumento.
Una vez establecido en El Escorial, Soler llegó a ser maestro de capilla y organista de dicho monas­terio. Escribió una gran cantidad de obras religiosas -en torno a las tres­cientas-muchas de las cuales se per­dieron en la ocupación de El Escorial por el ejército francés en 1808. Como nota al margen diremos que una vez más se pone de relieve el afán francés de "ayudarnos" a conservar nuestro patrimonio artístico a lo lar­go de la historia.
Fue maestro de clave de los infantes Antonio y Gabriel de Borbón, y para éste escribió abundante música de cámara. Sus sonatas para clave, más de un centenar, fueron escritas en la línea de su maestro Scarlatti. Es autor de obras escénicas (loas, autos, comedias, etc.) e instrumenta­les: piezas para órgano (tientos, ver­sos, pasos, etc.), seis conciertos para órgano y seis quintetos para cuerda y órgano o clave obligado.
A la vista de estas peque­ñas notas biográficas, podemos pensar que nos encontramos ante un hombre perfecto conocedor del teclado y un fecundo compositor.
De una manera personal opi­namos que el nombre de Soler debe de estar a la altura de los más grandes compositores españoles de todos los tiempos. Hay que tener en cuenta que la mayoría de sus partituras eran manuscritos, ya que la finalidad de Soler era tocarlas él mismo en el monasterio. Incluso dentro de los ma­nuscritos nos encontramos que care­cen de matices. Fuertes, pianos, ra­lentandos o acelerados eran puestos en práctica a la hora de ejecutar él mismo sus obras.
Esta intimidad, junto a los largos años que sus partituras estu­vieron "perdidas" en la biblioteca de El Escorial, han hecho posible que un músico de su categoría sea todavía un mundo por descubrir para muchos de nosotros.
Antes de recomendaros algún disco, os invitamos a asistir a los múltiples conciertos que con motivo de su II Centenario se están celebran­do. Y para los que anden apurados de tiempo y les sea difícil ir a las salas de concierto no les recomenda­mos ningún disco en especial, sino un intérprete. El clavecinista Rafael Puyana. Es uno de los mejores claves del mundo y podríamos decir que el mejor intérprete del Padre Soler. Aparte, aquellos que piensen que el clave es un instrumento monótono, sin fuerza y apenas sin matices cam­biarán radicalmente de opinión al oír a este gran concertista.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página