Ese "gigante con pies de barro", como alguien ha llamado a Brasil, se dispone a iniciar un año más el impresionante carnaval de Río de Janeiro al que se volcarán cientos de miles de personas en el frenesí del ritmo y el color. Cuatro días de desenfreno que harán olvidarse a todos de la realidad; una realidad dura y nada prometedora de un país en crisis económica permanente, más de 30 millones de analfabetos, una "democracia" controlada en la que nadie cree, y sometido al azote del hambre y la miseria. Y a pesar de todo, los habitantes de Río, no renunciarán a su carnaval. Terminada la fiesta comenzará el balance, que como todos los años se elevará a dramáticas cifras. El año pasado murieron más de 900 personas, hubo 32.000 heridos, 4.000 arrestados. Este será el reverso del colorido y los bailes y costumbres desenfrenados. Pero pocos hablarán de ello. ¿A quién interesa ocultarlo?
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