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Huellas N., Febrero 1984

EDITORIAL

Un problema de aquí mismo

El tema del hambre en el mundo es ya un asunto tratado desde todos los puntos de vista posi­bles. En efecto, decir que es uno de los más graves problemas hoy en día en la tierra es repetir lo ya afirmado desde siempre. Y añadir que la solución está en nosotros mismos no es, ciertamente, aportar nada nuevo. Y, sin embargo, sigue siendo imprescindi­ble repetirlo, y seguiremos haciéndolo: el problema del hambre es acuciante, y la solución la tenemos en nuestras manos.
Uno de los argumentos más oidos es el de qué podemos hacer nosotros, desde nuestra posición tan alejada, para aliviar el problema. Es curioso: por una heredada asociación de ideas, al hablar sobre este asunto siempre se va nuestro pensamiento hacia la imagen tópica -pero no por ello menos dramática- de los negritos desnutridos. Y, no obstan­te, el problema no está sólo más allá del mar. Basta con cruzar la calle, e incluso ni siquiera ésto, para ver la cara al hambre. Madrid está plagado de mendigos; en muchos casos la picaresca supera a la necesidad, pero en muchos otros el hambre es un acompañante asiduo de sus vidas.
Cada año arrecian las estadísticas; tan frías, pero tan escalofriantes también. En 1983, según un informe de la UNICEF, unos 40.000 niños al día morían de hambre. Se dice pronto. Y seguro que, tras la primera conmoción al leerlo, nuestro pensa­miento volaba hacia lejos, y nos compadecíamos viva­mente de las pobres tribus africanas o las familias indias. Y no caíamos en la cuenta de que hacía ya unos días que no nos tropezábamos, en nuestro camine hacia la facultad o el trabajo, con aquel niño de ropas miserables que dormía acurrucado en la esquina de nuestra calle.
El hambre está en nuestra ciudad. Muchas son las causas. La principal, la tan aludida crisis, con su consecuencia más dolorosa, el paro, que ha llevado a muchas familias a una situación de miseria. Y aquí, con esta cercanía, comienza nuestra labor de solidaridad -una palabra que, aunque gastada por algunas demagogias políticas, continúa llena de signi­ficado-. Hay muchas personas e instituciones que luchan por aliviar el hambre en Madrid. Sobran inten­ciones y faltan iniciativas: las nuestras. El hambre no es un problema lejano. No hay más que darse la vuelta para encontrarlo. Y es deber nuestro, co­mo seres humanos y como cristianos, darle solución. La Campaña contra el hambre, que se celebra estos días, no ha de ser más que un revulsivo que nos impulse a, por fin, actuar sin disculpas. No podemos, ya, evadir­nos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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