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Huellas N., Diciembre 1983

CRITICA

William Golding. -El cronista del desconcierto -

E.Corada

No estamos aquí para deci­dir -de ningún modo-si Golding mere­ce o no merece el pedestal del Nobel.
Solamente sentimos curiosi­dad por saber de qué manera enfoca la vida este autor inglés y entresa­car de su obra méritos y deméritos, siempre con el pincel subjetivo de quien gusta de la sana crítica.
A grandes rasgos es innega­ble -y él a pesar de todo lo niega ­que los libros de Golding ocultan en su perenne simbolismo la asfixiante desesperación de una época crítica.
Ahondando en "Ritos de pa­so"; -diario de un joven inglés que en plena guerra napoleónica viaja ha­cia Las Indias, Golding dibuja una paranoica, endemoniada-que no es más que el tapón de corcho sin rumbo destinado al perfecto absurdo.
Con su literatura el nobel de este año cierra las puertas de las válvulas de escape afectiva de sus lectores.
Plasma fabulosamente el pa­roxismo y la degeneración. Pero sus utopías negativas, sus destellos a modo de Sastre tal vez, siguen sien­do para cualquier sensibilidad, dolo­rosamente ácidas.
Leer a Golding en esta tra­vesía tétrica y sádica o leerle en sus obras de anti-héroes o en sus anacronismos forzados donde se recrea re interpretando la historia, a veces es sumergirse en una pesadilla de gigantes y monstruos que desde luego desprende poca paz.
El Nobel de nuestros días debería, y esto es sólo sugerir, dar testimonio de otras realidades humanas existentes por siempre; ponerse ­más al servicio del espíritu, resca­tar la fatiga del hombre haciendo de su arte una construcción que sirva también para confortar e iluminar, profundizando por una vez en lo posi­tivo de la tierra.

Obras en castellano:
- "El Señor de las moscas"
- "Los herederos"
- "Martín el atormentado"
- "Caída libre"
- "Ritos de paso"
- "La oscuridad visible"
- "El dios escorpión"

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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