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Huellas N., Marzo 1982

LIBROS

Libros

Recomendamos... ¡si encontráis algún ejemplar! para este tiempo:
NUESTRA PASCUA
Ed. Cristiandad
Col. Cristianismo y Hombre Actual Benedictinas de Herstelle




LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO
Mario Vargas Llosa
Plaza & Janés. Barcelona 1981
531 págs.

Mario Vargas Llosa vuelve a la carga con su último libro: "La guerra del fin del mundo". Sin negar el valor literario de Llosa, esta obra desmerece totalmente a quien está capacitado para más. No, no voy a limitarme a despedazar el libro, o un autor; iré más lejos, haré apo­logía frente a la moderna literatura, en la que abundan los ataques despiadados.
¿Ataques a qué? En este libro se ataca a todo, no se respeta nada, empezando por la Iglesia y acaban­do por los más humildes del pueblo, pasando por políticos, militares e iluminados, a los que, incomprensi­blemente, disculpa de todo. Podría pensarse que bajo esta novela se en cierra una crítica contra el Brasil de comienzos de siglo y, en resumen, contra la sociedad. Pero no, toda crítica que pueda considerarse como tal, aporta soluciones ante los pro­blemas que trate, y aquí, el autor atenta contra todo sin solucionar nada; ni siquiera serviría como do­cumento denuncia; es demasiado parcial.
La Iglesia recibe una de las más furibundas acometidas; insinuaciones, entredichos y otras argucias con un único fin: la denigración del hombre, del sacerdote y de su ministerio.
No se como habrán aceptado en Brasil esta novela; ninguna de las clases sociales brasileñas sale bien parada.
Decía Llosa que ésta era su obra más ambiciosa; desde luego lo es. Aún así hay que preguntarse cuál es el mensa­je oculto de este libro; después de leerlo sólo cabe decir que Llosa ha proclamado la muerte de la dignidad humana. De todas formas, para hacer esto no es necesario desarrollar un argumento de manera tan escabrosa que puede incluso resultar injurioso para el lector.
Sí la Guerra del Fin del Mundo ha sido escrita con los deseos de convertirla en un Best-seller que llegue a toda condición social, ha fracasado, no porque el libro no se haya comprado, (la literatura varguiana tiene multitud de admiradores) sino por su lenguaje oscuro de contenidos y por el mal gusto del desa­rrollo que a mí, al menos, me ha dejado con mal sabor de boca.
Como decía al principio, Vargas Llosa es un autor de suficiente categoría para escribir algo grande sin necesidad de pornografía o temas folletinescos.
I. Tobaruela Delgado

MANIPULACIÓN DEL HOMBRE EN LA DEFENSA DEL DIVORCIO
Alfonso LÓpez quintas
Acción Familiar
Lagasca 120, 9° , D - Madrid -6
En una revista española puede leerse el siguiente párrafo: "Menos mal que de momento nos queda luchar por obte­ner el divorcio. Cuando hayamos acabado por conseguirlo, tendremos que em­pezar a luchar por acabar con el matrimonio". (Triunfo, 24 abril, 1971, p.25)
Con esta crudeza y desgarrada sinceri­dad belicista se planteaba la cuestión del divorcio en 1971. Nueve años más tarde, ciertos grupos parecen conside­rar el caso listo para sentencia. Pero un pueblo que no ha perdido del todo el pulso no se resigna a dejar que se tomen a sus espaldas medidas extraordinariamente graves. Quiere saber con claridad qué fin se persigue con la cam­paña a favor del divorcio y qué formas de estrategia se ponen en juego para implementarlo a cualquier precio.
Mi intento en las páginas que siguen es contribuir a clarificar estas cuestiones decisivas. Poner en claro las cosas constituye, en momentos de con­fusión, un deber ineludible de ciuda­danía, pues los climas turbios quebrantan insalvablemente la salud del pueblo.
Esta segunda edición ha sido incremen­tada con ocho nuevos parágrafos (págs. 8-10, 58-82), que explanan diversos temas ampliamente discutidos en los últimos meses.
La orientación que se ha dado a los debates parlamentarios sobre la proyecta da ley de divorcio confirma la tesis - sostenida en la primera edición acerca de las características que suelen mos­trar los procesos divorcistas: imposibilidad de mantener la puerta entrea­bierta, afán de vencer sin convencer, politización abusiva de cuestiones éticas fundamentales, abuso estratégico del lenguaje, vinculación híbrida de autoritarismo y demagogia. En el periodo ­ridículamente corto de unos meses se ha quedado desfasado cuanto escribí acerca de la moderación con que se intentaba introducir la ley de divorcio. Mantengo inalterado, sin embargo, el texto para que el lector tenga a mano elementos de juicio y confrontación.
(Prólogo a la segunda edición)


LA VUELTA DEL TORNILLO
H. James - Ed. Surco, 1952 - BARCELONA
Sobre James y más bibliografía: CHARLES MOELLER, Literatura del Siglo XX y cristianismo. Gredas 1955, MADRID

El día 1 de febrero se emitió por TV, dentro del ciclo "Mis terrores favoritos", la película "Suspense", basada en una conocida obra de Henry James: "La vuel­ta del tornillo". Como en todas las no­velas de dicho autor, se necesita un esfuerzo de reflexión para poder captar su sentido con cierta profundidad. De ahí que, si no lo hubo, la película habrá podido parecer una de tantas. Dadas las circunstancias, nos ha parecido oportu­no hacer una presentación del citado novelista y un comentario a "La vuelta del tornillo".
Henry James fue hijo de un pastor presbiteriano y hermano del célebre psicólogo William James. Nació en los Estados Unidos y murió cerca de Londres. Publicó sus obras entre 1.879 y 1.904. Todas ellas reflejan el tema que ocupó y preo­cupó a James toda su vida: el problema del mal.
"La vuelta del tornillo" desciende en espiral hasta el corazón de un mundo infernal en el que se descubren las fuerzas misteriosas que lo mueven y los secretos que se esconden tras sus catástrofes. Dos niños, Flora y Miles, fueron corrom­pidos por un criado y un aya ya muertos. Viven en un castillo de cuento de hadas rodeado de un jardín maravilloso. Son dóciles y afectuosos, atentos y obedientes con su nueva aya. Pero tras esa máscara esconden su verdadera realidad: una vida secreta y vulgar. Los niños son aquí, a la vez, símbolo y víctimas de una sociedad cuyo espíritu está lleno de do­bleces y recovecos, de disimulo y de traición; que disfraza la mentira y el egoísmo más brutal bajo las apariencias de una civilización refinada y moderna, amable y' cultivada, en la que el mal es tan profundo que imita al bien y hasta los mejores caen en su engaño; donde el demonio se muestra demasiado poco y el pecador se imagina estar en un mundo más allá del bien y del mal y, obrando "libremente", no se da cuenta de que a quien le hace el juego es al mismísimo
Satán. El mundo que describe James es el de todos los días: ese mundo en el que lo que se respira es la ausencia de Dios: no se habla nunca de Dios porque se le ha matado en el fondo del corazón de cada uno y ha triunfado la fascina­ción de la vanidad; un mundo en el que, como dice Charles Moeller, toda una juventud se pierde en la nada a fuerza de no reflexionar, a fuerza de querer a medias el bien y a medias el mal, a fuerza de dejarse arrastrar por la corriente del placer, de los amoríos a­ flor de piel. Así es como se llega a las orillas de una nada escalofriante, riendo, cantando, dejándose guiar por las fuerzas deliciosas del día y de la hora.
Los espectros del aya y del criado se aparecen a los niños ejerciendo su atracción demoníaca sobre ellos. El apego gustoso de Flora y Miles a sus recuerdos de vida corrompida es lo que da consistencia a los fantasmas. Las fuerzas del mal a las que han dejado encarnarse en sus almas se objetivan y vuelven sobre ellos cada vez con mayor fuerza seductora. Los niños son i­nocentes y culpables.
Desde su nacimiento todo hombre respi­ra un aire enrarecido. Antes que él, otros hombres han matado a Dios en sus corazones, han pecado y su crimen ha pasado a engrosar la masa de pecados que se potencian mutuamente y envenenan el ambiente. Por eso es inocente. Pero también culpable, porque libremente ha contribuido al aumento del mal.
El aya luchará contra la posesión espectral de los niños. Ella es la cari­dad de los inocentes llamando a conversión a los pecadores.
La posesión demoníaca actúa por la mentira, la traición y el disimulo. Este era el pecado de Miles: haberse calla­do ocultando su vida secreta, no confesando sus faltas, simulando una bondad angélica. El único remedio será confesar el pecado e invocar a Dios. Cuando el niño se encuentra con la caridad del aya ya no piensa en la aparición: esa caridad invade su alma llenándola de paz. Y, en medio del combate que se de­sata en su alma ante la presencia del bien, confiesa su pecado. La verdad entra en su corazón y el espectro deja de tener poder sobre él. Ya no se le volverá a aparecer. Una fuerza invisi­ble ha entrado en él y le protege. Mi­les muere porque el pecado había invadido la raíz de su ser: al verse libre de él tiene la sensación de caer en la nada. Pero su muerte es el nacimiento a la vida da Dios.
Juan Peña Osorio


ANACONDA
Horacio Quiroga
Ed. Alianza-Losada, MADRID, 1981
193 págs. - 240 pts.

El volumen reúne una selección de cuen­tos y relatos breves escritos a lo lar­go de su vida por el narrador uruguayo H. Quiroga, que desarrolló su actividad literaria en Argentina. Este autor, que vivió entre las corrientes e influencias de los siglos XIX y XX (nació en 1878 y murió en 1937), acusa en su estilo la evolución de los gustos de su época, pasando de la evocación romántica de las ­tierras vírgenes americanas y de sus pobladores sencillos, a la vida de las grandes urbes de mayor complicación en las costumbres y ciertas preocupaciones intelectuales. Todos estos aspectos que dan recogidos en sus cuentos. H. Quiroga se muestra como fino estilista, magistral tanto en la descripción de bellos paisajes, como en el trazado de los hombres y mujeres que protagonizan los di­ferentes relatos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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