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Huellas N., Diciembre 1981

COLABORACIONES

Natale Christi

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Hay palabras, colores, sonidos, situaciones que, en la vida de cada uno, tienen indeleblemente asociados a sí unos mágicos recuerdos. La Navidad pertenece a esta categoría. La sola pronunciación de su nombre evoca en la memo­ria multitud de recuerdos entrañables, de vivencias familiares y religiosas. Todo ello enlazado en una especie de retablo de colores cálidos y brillantes, y envuelto en un cierto aire de nostalgia.
Es una celebración profundamente arraigada en las comunidades cristianas.
Hoy, sin embargo, tenemos la pena de asistir a un proceso de paganización de
las fiestas de Navidad (igual que sucede con el resto de las fiestas cristianas), que, de alguna manera, hace retroceder el aparentemente inamovible reloj de la Historia. Volvemos a vivir - pero al revés - la evolución acontecida en el siglo IV. Allí, una fiesta pagana se cristianizó. Hoy, una fiesta cristiana se paganiza.

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La Iglesia primitiva sólo celebraba una fiesta: la Pascua cristiana, la muerte y resurrección del Señor. Las solemnidades de Navi­dad y Epifanía no aparecen hasta el siglo IV. La Navidad tiene su origen en Roma. Celebraban allí los paganos el solsticio de invierno, la fiesta del Sol Invictus el 25 de diciembre. Los cris­tianos, deseosos de combatir esta fiesta paga­na, instituyeron la fiesta del NATALE de Cris­to, el autentico Sol que alumbra a las gentes. La Depositio Martyrum, redactada hacia el 336, y en la que aparece consignada por vez primera la fiesta del Natale Christi el 25 de diciem­bre, indica que la celebración de la Navidad en Roma se remonta a los alrededores del año 330.
La fiesta de la Epifanía, sin embargo, nació en Oriente, y seguramente en Egipto, con la misma intención. Las fiestas del solsticio se celebraban en Egipto y Ara­bia el 6 de enero, como homenaje al Sol victorioso, y acompañadas de evocaciones mitológicas provenientes de la remota antigüedad. También los cristianos orientales trataron de sustituir el tributo al astro Sol por el cálido homenaje al verdadero Sol de justicia, Cristo Jesús. El primer testimonio escrito sobre esta ­solemnidad lo encontramos en la Galia, en el año 361. Para que la Epifanía oriental fuera ya tradicional en Galia en este año, es necesario remontar sus orígenes, más o menos, a la misma fecha que la Navidad romana.
En principio, la Navidad romana con memora el nacimiento de Jesús en Belén juntamente con los aconte­cimientos que lo acompañaron: la adoración de los pastores y los magos y la matanza de los niños por Herodes. Cuando, en la segunda mitad del s. IV, comenzó Roma a celebrar también el 6 de enero, trasladó a este día el recuerdo de la adoración de los magos, que vino a ser así el tema central de la Epifanía. El Oriente en cambio, que también admitió la solemnidad del 24 de diciembre, conservó para esta fiesta su fisonomía -primitiva, evolucionando la fiesta de Epifanía hasta hoy, de manera que, ac­tualmente, el 6 de enero conmemora, exclusivamente, la fiesta del bautismo del Señor.
En cuanto a la llamada Misa "del gallo" (llamada así abreviadamente la primera de las tres misas que se celebraban en Roma: la del canto del gallo, la de la aurora y la del día), parece ser que se comenzó a celebrar en la comunidad cristiana de Belén, siendo introducido en Roma en la segunda mitad del s. V, y celebrándose en la Basílica de San­ta María la Mayor, quizá debido a la reliquia del pesebre que allí se vene­ra. Cuando, en el s. VI, se dotó en Roma a la natividad con una fiesta de octava, ésta tomó la forma de una conme­moración mariana, la Octava Domini, la maternidad divina de María: era el pa­ralelo romano de la fiesta oriental de las Congratulaciones a la Santa Madre de Dios.
Y así, aún cuando la Iglesia sigue ce­lebrando el Misterio Pascual como úni­co misterio de salvación, la Navidad nos pone en contacto con las primicias de este misterio, y nos prepara a com­prender mejor la Pascua, al mostrarnos en el Redentor al propio Hijo de Dios hecho hombre.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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