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Huellas N., Diciembre 1981

EDITORIAL

Restaurar un nombre

A veces se dice que la Navidad se pierde y habría que restaurarla como a ese cuadro pintado a jacu­latorias en otro tiempo, pero que perdió viveza y color, y hasta llegó a cuartearse cuando todos se acostumbraron a verlo allí pero nadie lo contem­plaba ya... Nada, que se restaure.
Y es que realmente ¿cómo identificarse con alguien tan chico y en brazos? ¿"Hacerse niño?"iQué va¡, hacerse adulto es lo que se pinta hoy, y mandar a paseo todo lo que me coarte. Fuera padres, ya no hay tirano que valga para ponérseme por medio -dicen los santos "padres" del comecocos contemporáneo, maestros ciruela de convertir piedras en pan -. "Viva la independencia".

¡De dónde le viene al hombre de hoy la fobia al símbolo paterno, el nerviosismo por liberarse, independizarse? ¡No será que quiere partir de cero, ser hijo de sí mismo (menuda contradicción) para no deber nada a nadie y poder borrar así la pala­bra "gracias" de su vocabulario, no depender de una historia ni de un cuerpo? ¿Le subleva quizá vivir necesitando? Que quiera ser la emancipación total, la libertad sin límite, la unidad perfecta consigo mismo con la naturaleza y los demás, o sea, ser Dios, no es nuevo bajo el sol porque ya Adán, el pobre, quiso "ser como Dios". Y pasó lo que siempre pasa cuando se pretende por caminos aberrantes de falsa liberación. Solo que hoy, además, nos auto-cantamos bien fuerte; "es un mucha­cho excelente", como un himno nacional para fortalecernos en la derrota sugestionándonos con una causa noble.
Jesús, el hombre-Dios, procede justamente al revés. Es Hijo, es decir, todo gratitud, entrega, depen­dencia, necesidad. La divinización viene por la obediencia amorosa, por vivir pendiente (del Pa­dre, de nosotros y hasta de la cruz). Ya se pue de ser "Dios" haciéndose "hijo", el mejor nombre, ­la mayor personalidad. No es posible un mundo de huérfanos sin apellidos.
Sí, mejor será devolver su color a la Navidad, restaurar al Hijo en nosotros, y que Él se encargue del viejo Adán lleno de chichones de tantos inten­tos frustrados, hecho un nudo en la misma red con que soñaba paralizar a su enemigo, venga intentar - dale que te pego - saturar su egoísmo. Que a todos nos vienen bien unas pinceladitas de la estre­lla, que es la que hace que esta noche sea la "No­chebuena". ¡Los villancicos? Luego, vienen solos ¿cómo crees si no que es posible que "ande" y que "ande" y que siga andando toda esta Marimorena?

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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