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Huellas N.7, Julio/Agosto 2007

IGLESIA - Tierra Santa

El sepulcro tozudamente vacío.
Respuesta al clamor por la paz y la unidad

Javier Prades

En estas páginas los hitos de la peregrinación tras las huellas de Cristo de un grupo de sacerdotes de la diócesis de Madrid. Los encuentros con monseñor Twal y con el padre Pizzaballa, los testigos vivientes y los vestigios arquitectónicos de veinte siglos de vida de la Iglesia. La paradoja de una ciudad, Jerusalén, en donde el Príncipe de la paz entró en el mundo y que, sin embargo, es teatro de enfrentamientos como no se conocen en ninguna otra región del planeta. Allí los cristianos son una minoría que permanece como el signo vivo de una Presencia que une a los hombres

«¿Qué podéis hacer por los cristianos de Tierra Santa? Os lo resumo en la “doctrina de las cuatro P”. La primera es Prayer: rezar por los cristianos de aquí y por sus necesidades; la segunda es Pilgrimage: peregrinar a los Santos Lugares es el modo principal de sostener la economía en sectores como el turismo, los transportes, la artesanía, etc., porque cuando no hay peregrinos no entra ningún sueldo en muchas familias; la tercera es Projects: apoyar de manera sistemática obras de ayuda caritativa, educativa y asistencial; y la cuarta es Pressing: influir, en la medida de vuestras posibilidades, en la opinión pública, incluso en los ámbitos más cercanos a vosotros como la prensa local, boletines culturales, hojas parroquiales... Todos podéis favorecer estas cuatro P. No me digáis que no podéis al menos rezar por nosotros».
Con estas palabras nos despidió, lleno de afecto, monseñor Twal, Arzobispo Coadjutor de Jerusalén al terminar la visita en el Patriarcado Latino. Venía a coincidir con lo que esa misma tarde nos dijo el Custodio de Tierra Santa, P. Pizzaballa, cuando le visitamos en el Monasterio del Salvador. Subrayó con mucha fuerza la dimensión educativa de la presencia católica, a través de la red de escuelas que ofrecen una esperanza a los jóvenes no sólo cristianos sino también musulmanes y judíos. Son centros muy apreciados por la sociedad tanto en el Estado de Israel como en los territorios bajo control de la Autoridad Palestina. Por eso nos animaba a ayudarles para ejercer bien esta responsabilidad educativa.

Un juicio claro y operativo
Las recomendaciones de monseñor Twal y del P. Pizzaballa traducen en un juicio claro y operativo la experiencia inmediata de cualquier visitante. Así lo hemos percibido los 45 sacerdotes de la Archidiócesis de Madrid que hemos peregrinado a Tierra Santa durante la Semana de Pascua.
Se acumulan muchas impresiones a lo largo de esos pocos días, casi te desbordan. En cada uno de estos lugares hay algo desgarrador y a la vez irresistible. Cuando llegas la primera noche al check point del muro para entrar en Belén te da vértigo pensar que lo que quieres es entrar en la ciudad en la que nació ¡el Salvador del mundo! No te queda más remedio que recuperar el aliento, observar atentamente, preguntarte por todo, para llegar a entender lo que sucede en esta tierra enigmática y doliente. Si en algún sitio del mundo hace falta “valor para la apertura de la razón” es aquí.
¿Cómo orientarse en este laberinto de argumentos complejos, muy atendibles con frecuencia, a favor de unos y de otros? Buscas enseguida alguna explicación. La razón exige comprender. Pero la tarea supera por completo tus fuerzas. Sólo hay un modo razonable para descifrar el enigma: la confianza en los testigos, los de hoy y los que a lo largo de los siglos han asegurado la tradición viva de la Iglesia en Oriente. Hemos tenido la gran fortuna de que nuestra peregrinación ha sido un continuo testimonio. Hemos visto y oído cómo es posible vivir aquí, asumiendo la responsabilidad de la propia vida sin victimismo ni rencor.

Marta, Piero, Tommaso, Ettore...
Una universitaria cristiana palestina, Marta, nos contaba –con una determinación y una serenidad impropias de su edad– las condiciones del estudio y sus relaciones con los compañeros judíos y musulmanes en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Piero, Tommaso y Ettore viven la casa de Memores Domini y el trabajo al servicio de la Custodia con la pasión de cuidar a las personas que han encontrado, las que Cristo les ha confiado, apostando todo al crecimiento de esta amistad.
Hemos recibido también el testimonio silencioso pero no menos elocuente de la historia, de la arquitectura, de la arqueología... Las presentaciones de José Miguel García han hecho hablar a cada uno de los Santos Lugares, en un espectáculo concorde de razón (documentación histórica, literaria, arqueológica) y de fe (lectura de los relatos evangélicos y comentario sobre pasajes de don Giussani). Mientras viajábamos en el autobús Sobhy Makhoul recorría incansablemente el presente y el pasado del cristianismo, del judaísmo y del islam en Israel, con sus condiciones políticas, sociales y económicas.

Gracia y razón
Te preguntas por el significado de unos restos arqueológicos, custodiados con devoción en basílicas llenas de fieles o abandonados bajo la arena del desierto. Las respuestas más razonables siempre han sido transmitidas por una cadena viviente hecha de confianza en otros: los franciscanos investigan en los lugares donde estuvieron los cruzados, que a su vez buscaron los lugares venerados por los bizantinos, que rastrearon las obras de la emperatriz Elena, que recogió los testimonios de las comunidades cristianas primitivas... Los viajeros y los peregrinos a través de veinte siglos corroboran con sus narraciones esta Historia dentro de la historia. El fenómeno es infinitamente más rico y detallado que estas pinceladas, y desde luego ha tenido muchos más protagonistas, pero no hay duda sobre la validez del método de la confianza en los testigos, que es un modo natural de usar la razón, perfeccionado por la luz de la fe sobrenatural. Pocas veces me ha sido más fácil comprobar cómo la fe católica alcanza una sorprendente síntesis entre el Don de la gracia y la plenitud de la razón.

El Santo Sepulcro
De tantos y tan imponentes recuerdos, por quedarme sólo en Jerusalén, lo que más me acompaña es el Santo Sepulcro. Hay algo estridente e inquieto en esta ciudad única, como si no consiguiera reconciliarse consigo misma. La paz y la unidad son las dos aspiraciones más arraigadas en el corazón de todo hombre. Jerusalén grita su necesidad de paz y de unidad, casi exhausta. Y no las tiene, a pesar de los esfuerzos pacíficos o violentos, a veces atrozmente violentos, con los que ayer y hoy se empeñan en conseguírselas. Pues bien, en el centro de esta ciudad hay una llaga que nunca ha podido ser cerrada, una hendidura en la roca, de apariencia inocua pero decisiva para nuestro destino. Por esa herida en la piedra entraron definitivamente en este mundo la paz y la unidad y ya no lo abandonarán. ¡Qué paradoja! El origen de la unidad casi aplastado por enfrentamientos como no se conocen en ninguna otra región del planeta. Pero el Sepulcro está tozudamente vacío, y la paz y la unidad siguen difundiéndose con discreción por Jerusalén y por el universo gracias a los testigos, como signos de Una Presencia que une, y que por tanto responde a nuestra necesidad de convivir como seres humanos y de comprender. No es retórica. Los 45 sacerdotes hemos vuelto a España más unidos y más en paz de lo que llegamos a Tel Aviv una semana antes.
Cuando Jesús vuelva glorioso en la Parusía, la paz y la unidad reinarán también en la Ciudad Santa para siempre. Entretanto, nos aplicamos a “la doctrina de las cuatro P”.



EL MARTIRIO DE LOS CRISTIANOS EN ORIENTE MEDIO
EL LLAMAMIENTO DE BENEDICTO XVI


Junto a cada uno de vosotros, en comunión con todas las Iglesias y comunidades cristianas, y también con todos los que veneran el nombre de Dios y lo buscan con sincero corazón, y con los hombres de buena voluntad, deseo llamar nuevamente a la puerta del corazón de Dios, Creador y Padre, para pedir con inmensa confianza el don de la paz. Llamo a la puerta del corazón de todos los que tienen responsabilidades específicas para que se adhieran al deber de garantizar indistintamente a todos la paz, librándose de la enfermedad mortal de la discriminación religiosa, cultural, histórica o geográfica. Vuelvo a recordar que Tierra Santa, Iraq y Líbano están presentes, con la urgencia y la constancia que merecen, en la oración y en la acción de la Sede Apostólica y de toda la Iglesia. La Iglesia entera acompaña con afecto y admiración a todos sus hijos e hijas y les sostiene en esta hora de auténtico martirio por el nombre de Cristo.

(Discurso a los participantes en la asamblea de la Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales. Roma, 21 de junio de 2007)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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