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Huellas N.04, Abril 1993

SOCIEDAD

La caridad y el SIDA

Alberto Poltronieri y Andrea Costanzi

Una experiencia de caritativa enseña la gratuidad. Hasta llegar a refutar cualquier presunta «capacidad de querer»

Álgunos encuentran las fuerzas para decir tengo miedo, solo no lo logro, otros no aceptan la enferme­dad y se encierran en ellos mismos.
En ambos casos, pero con mayor razón en el segundo de ellos, se hace evidente ante los enfermos de SIDA la gratuidad de las personas que parti­cipan en la caritativa en los dos depar­tamentos de enfermedades infecciosas del hospital de Niguarda en Milán.
Los pacientes son 35 en total. Su aislamiento tiene lugar porque el virus del SIDA ya ha producido en su organismo infecciones agudas. Se encuentran en fase de enfermedad declarada o inmunodepresión.
La caritativa empezó en el hospi­tal hace algunos años tras la petición de una asistente social, Assunta Ces­con, designada por exigencias del hospital al departamento de «infec­ciosos». «Con los enfermos tengo una relación terapéutica -afirma- ­pero estando todo el día a su lado es imposible permanecer sordos a su grito, que deriva del sufrimiento y del miedo a la muerte. Por eso pedí que alguien compartiera conmigo esta necesidad».
Veinte personas se adhirieron a la propuesta. Una vez por semana, durante la pausa de la comida o por la tarde, van a visitar a los pacientes al hospital. Y se ponen a su servicio.
Las necesidades son de lo más variadas porque los pacientes, en esta fase de la enfermedad, entran y salen continuamente del hospital. Por lo tanto hay quien espera ser dado de alta de un momento a otro pero no tiene ni casa ni trabajo, quien ya no logra comer por sí mismo, quien necesita que le tramiten los expedientes hospitalarios.
Para Eliana De Martis, «lo impor­tante, de cualquier modo, es no acer­carse a ellos tratándolos como a enfermos. La enfermedad es el ini­cio, el punto de partida contingente por el que les encuentras allí y no en otra parte, pero el motivo no puede reducirse a esto. De otro modo el riesgo es de dártelas de listo». Recuerda después un episodio: «En el pasado junio llevé a uno de ellos, al principio reacio a cualquier rela­ción, al Happening de Milán. Al final del día me dijo: "Tenía miedo de volver a encontrar el mundo, sin embargo me he dado cuenta de que todavía existe un lugar donde alguien me quiere"».
«Los enfermos -continúa Eliana ­no sólo necesitan médicos o exper­tos, sino un lugar donde se sientan acogidos, y nosotros somos esta posibilidad para ellos».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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