Fundador en los años 70 del Partido comunista marxista-leninista italiano. Aldo Brandiralli abandona la actividad política en 1976 convencido de haberse metido en un callejón sin salida, sin perspectivas. En el 82 el encuentro con personas del movimiento de CL. Hoy coordina el Centro San Martina que se ocupa de inmigrantes de países no pertenecientes a la CEE y de marginados.
Los burócratas de partido, los barones universitarios, el privilegio ostentado en la propia familia, un modo individualista de vivir que se iba difundiendo en la sociedad, estos eran los enemigos de los jóvenes que en el 68 hicieron los movimientos de contestación. En realidad se quería romper con una inmoralidad y superarla con nuevas formas de vida.
El tema de la moralidad se expuso con gran confusión, cada uno de los cien grupos de contestatarios tenía su propia idea de moralidad. Prevalecía el estilo libertino de Lucha Continua, pero siempre estaba presente el intenso moralismo de Servir al Pueblo. Al final sólo quedó la ética dura de aquellos de la lucha armada. Después de la caída y de la derrota muchos acabaron en el cinismo, y se encuentran hoy entre los yuppies corruptos. Otros han mantenido la «resistencia humana», comprendida y sostenida por muchos viajes y ecologismos. Son los que ahora caen sin parar en la ralea de los autodefinidos honestos. Por último, el resto de éstos del 68 sigue adelante con la idea de que la moralidad viene de un ideal y continúan en la búsqueda de la felicidad, del sentido de la vida. Para algunos, pocos, la conversión y ahora la participación en un desafío dentro de la crisis actual del régimen: no un estar contentos por la caída de los enemigos, sino ser responsables ante la urgencia de una propuesta positiva de construcción del bien común.
Para mí, una vez más, por Gracia del Señor, puedo decir por servir al pueblo.
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