Huellas N.02, Febrero 1993

EDITORIAL

Mas que un deber, mas que un derecho

Según los recientes datos ofrecidos por la Encuesta de Población Acti­va, el número de desem­pleados en España durante 1992 ascendió a más de tres millones. Una cifra históri­ca. La tasa de paro ha alcan­zado por tanto el 20%. Y a tenor de los 266.470 em­pleos que se destruyeron en el cuarto trimestre del año pasado, la devastación labo­ral arrecia con fuerza.
Podemos considerar el trabajo tan solo como un deber o como un derecho. Pero para el hombre el tra­bajo es ante todo una nece­sidad.
Esto hace el problema todavía más dramático. Un hombre que no realiza su necesidad de trabajar se debilita en la tensión a la realización de su destino, en la expresión de su ser.
«Mi Padre es el eterno trabajador», dice Jesús en el Evangelio. La palabra traba­jo aplicada al Misterio que hace todas las cosas indica que el ser, en todas sus mani­festaciones, se expresa siempre en un trabajo, en una obra.
Por lo demás, el Magisterio de la Iglesia, ha subraya­do recientemente de nuevo que hay que considerar el problema del trabajo como «una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre» (Laborem Exer­cens).
Por ello no podemos exi­mirnos de indicar, aunque sólo sea aproximadamente, algunas reflexiones al res­pecto.

Una tarea para el presente
La reflexión y la acción que quiera afrontar el pro­blema del trabajo en nuestro país debe partir de una pie­dad por la necesidad con­creta de los hombres. Es de aquí de donde nace una inteligencia mayor sobre la realidad, y no de los análisis teóricos.
Un juicio es tal si es capaz de suscitar una tarea ya, ahora. La situación cada vez más dramática provoca en nosotros el deseo de una construcción y de una res­ponsabilidad. En estas páginas presen­tamos la realidad de la Compañía de las Obras, que reú­ne, coordina y sostiene un tejido de empresas, de inicia­tivas sociales y caritativas, culturales y educativas.
Es la expresión de un hecho social, de un pueblo sui generis que supera los confines geográficos y las rejas de la insolidaridad y de la defensa de intereses privile­giados frente a la crisis actual.