Los inicios de la evangelización. A lo largo de algunos decenios más de seis mil religiosos tomaron la ruta de las Américas para sostener la evangelización.
Los primeros ejemplos de «Reducciones»
«LLOVIERON LOS FRAILES». Tal es la expresión del historiador, testigo de la primera hora de la evangelización en América Latina, Fernández de Oviedo.
La evangelización comenzó en 1493 con la llegada de algunos franciscanos y con el desembarco de otros 17 franciscanos en 1501. Los misioneros por antonomasia en su mayoría eran religiosos. Pertenecían a la flor y nata de la vida religiosa española. Llegaron a las Américas por este orden: tras los franciscanos llegan los dominicos (1510), los agustinos (1532), los jesuitas (1566), los carmelitas descalzos (1585), los mercedarios (1591 y 1594), los benedictinos (1602), los hermanos hospitalarios de S. Juan de Dios (1603), los ermitaños de S.Antonio Abad (1628) y los capuchinos (1647). A estos misioneros hay que añadir numerosos miembros del clero secular y otros religiosos. Sólo se permitía el paso al Nuevo Mundo a hombres de vida «ordenada y santa» y que perteneciesen a una congregación religiosa ya reformada. Eran casi todos hispano-portugueses (85%). El 15% restante serán religiosos nacidos ya en las Américas. Durante el siglo XVI se calcula en 2000 franciscanos, 1600 dominicos, 1200 agustinos, 550 jesuitas, 250 mercedarios, 150 carmelitas y 600 clérigos diocesanos los que pasaron a Indias.
Viaje sin retorno
Normalmente era un viaje sin retorno. La legislación española establecía que el embarque para las Indias de los misioneros era definitivo. Por ello a los misioneros que partían se les decía claramente que aquello tenía mucho de opción por el martirio. A ello había que añadir una navegación de dos meses con todos sus riesgos. En 1570 una flota que navegaba hacia Brasil fue atacada por calvinistas ingleses, que descuartizaron a toda la expedición de 40 misioneros jesuitas. Felipe II ordenó la presencia en la Corte de procuradores estables que promoviesen el reclutamiento de misioneros de las cuatro Sus insistentes intervenciones ante la Corona contribuyeron al nacimiento de la legislación española sobre el derecho de los indios y produjeron los acalorados debates en la metrópoli sobre el tema del derecho de gentes, una de cuyas expresiones máximas era la Escuela de Salamanca con Francisco Victoria como padre del derecho internacional. Los misioneros eran hijos de su patria y de su tiempo, con sus compromisos culturales y políticos, pero tales raíces culturales no condicionaron el profundo sentido de pertenencia eclesial que les ayudaba a superar aquellos límites.
Santo Domingo, la isla madre
La evangelización en América Latina empezó en el Caribe con la llegada de Colón aquel 12 de octubre de 1492 al plantar la cruz en la tierra descubierta. No todo fue improvisación, violencia y avidez de riquezas. Los Reyes Católicos vincularon desde el primer momento la presencia hispana a las tareas evangelizadoras, dando mucha importancia al papel de los seglares. «No concibieron un cristianismo indígena aislado, como producto de la predicación solitaria del sacerdote. La evangelización había de ser consecuencia de la conversación con quienes profesaban vivencialmente la fe en Jesucristo» (Leandro Tormos).
A los clérigos no se les asigna la responsabilidad de la evangelización sino la de su conservación y continuación por medio de los sacramentos, el culto y la predicación. Así en las «Instrucciones» de los Reyes Católicos a Colón del 29 de mayo de 1493, es Colón quien tiene el encargo de propagar la fe por medio de los frailes misioneros (fray Bernal Boil y sus franciscanos), no al contrario. A los seglares indios, recién bautizados, se les encarga el importantísimo papel de apóstoles de sus hermanos. Baste recordar a Juan Tisin, el ermitaño seglar Juan Román Pané que escribió la primera «Relación de las costumbres de los amerindianos», y el seglar Cristóbal Rodríguez, marinero de Palos (el puerto de donde salió Colón), «los cuales, al cabo de cinco años viviendo como indios, dominaron sus varios idiomas, predicaron con su vida austera, y su palabra fue creída sinceramente, logrando la conversión de Juan Mateo Guativaca con su familia, el cual moriría proclamando ante sus asesinos: "yo soy siervo de Dios"» (L. Tormos).
Libertad para los indios
Los Reyes Católicos insisten en sus Instrucciones (1501) en que se hagan los oficios divinos con mucha reverencia y que los indios se convirtiesen «sin les hacer fuerza alguna», que se les trate bien, reparando los agravios que se les hubiesen cometido. En otras Instrucciones reales de 1503 se disponía la construcción de pueblos para los indios «donde haya iglesia y capellán que cargo de los adoctrinar y enseñar en nuestra Santa Fe Católica ... y los muestre a leer y escribir; ... que así mismo procure que algunos cristianos (españoles) se casen con algunas mujeres indias, y las mujeres cristianas (españolas) con algunos indios, porque los unos y los otros se comuniquen y enseñen, para ser adoctrinados». El cristianismo estaba en función del pueblo cuya vida regulaban las campanas de su iglesia, de su elevación cultural y de los matrimonios mixtos. Método que será fundamental en la cristianización de toda América.
El Evangelio genera desde aquí la declaración de los derechos de la persona tres siglos antes de que lo hiciese la Revolución francesa. En Santo Domingo comienza la historia misionera de la defensa de los derechos de los indios contra las ofensas que se les hacían. Fue un dominico, fray Antonio de Montesinos, quien dio la voz de alarma con su célebre sermón el cuarto domingo de Adviento de 1511 contra el sistema de servidumbre de los indígenas practicado por los encomenderos contra las disposiciones de los Reyes. La comunidad dominica, compuesta por Pedro de Córdoba, Bernardo de Santo Domingo; y el hermano lego Dominico de Villamayor hace causa común con su hermano. Fray Pedro es autor de La primera Doctrina Cristiana escrita en el Nuevo Mundo. Aquel incidente por una parte desencadenó la polémica en torno a la conquista cuyo resultado inmediato son las Leyes de Burgos (1512-1513) que reconocen los derechos de los indios; por otra empujó a la Corona española al envío sistemático de misioneros, escogidos exclusivamente entre las Ordenes reformadas. Entre 1508 y 1516 fueron enviados a Santo Domingo 120 misioneros, que desde allí se repartieron por las regiones vecinas. Las leyes reales consideran siempre la evangelización como el sentido primero de la presencia de los españoles en aquellas tierras.
Entre aquellos primeros misioneros dominicos se hallaba también Domingo de Betanzos (León 1480, +Valladolid 1549), que se encontrará luego entre los primeros misioneros dominicos que pasan a México. El encomendero Bartolomé de Las Casas se convirtió a través del trato con este fraile misionero.
Los cimientos de las Reducciones
El regente de España (1516-17), Cardenal Cisneros, envía a su secretario, el franciscano Juan Ruiz, para que organice la evangelización y devuelva los indios esclavizados por Colón a las islas. Envía también a un juez visitador, el licenciado Zuazo, y a varios frailes jerónimos para enderezar los entuertos y a fin de que la protección dispensada a los indios fuese efectiva. Zuazo estableció un sistema de comunidades indígenas libres cuya reglamentación dio origen a todas las Reducciones misioneras que se erigieron en América: plaza central con iglesia, hospital, casa del cacique, labranzas comunales e individuales, ganadería comunal, sacerdote y maestro, escuelas de artes y oficios, obligatoriedad de la enseñanza, prohibición de enajenar las haciendas individuales, jornada laboral de seis horas, prohibición del trabajo femenino pesado, monogamia, etc. La primera experiencia de este tipo fue puesta en marcha en el pueblo de Cotuy.
En Santo Domingo fueron también erigidas las primeras diócesis del continente americano y uno de los primeros santuarios marianos del continente en 1535, el de Nuestra Señora de Boyá, donde fue sepultado el cacique Enriquillo, defensor de las libertades de su pueblo y gran devoto de la Virgen.
Las rutas de los evangelizadores
A partir de Santo Domingo y Cuba los caminos misioneros de la evangelización en América Latina seguirán varias rutas que iremos ilustrando a través del testimonio vivo de sus misioneros. La evangelización de Cuba comienza a partir de 1511; entre sus obispos destacará Diego Sarmiento ( + 1547), cartujo, celoso defensor de los indios. Desde Cuba los misioneros pasarán a la Florida y hacia México. Desde allí tomarán dos direcciones, hacia el Sur (Guatemala y Centroamérica) y hacia el Norte hasta Texas, Arizona y California. Otra ruta será la de Darién (Panamá), Tierra Firme (Colombia y Venezuela) a través de la actual Colombia, Ecuador y Perú. Desde estos paises parten a su vez otras nuevas rutas misioneras: hacia el cono sur (Chile, Regiones Andinas y del Rio de la Plata: Bolivia, Argentina, Paraguay, Uruguay), y en la parte septentrional hacia el interior de Colombia y la actual Venezuela. Enseguida los misioneros encontrarán una nueva ruta inversa, desde el Atlántico subiendo contra corriente el mismo Río de la Plata hacia el Paraguay. También allí comienza la ruta brasileña que caminará lentamente desde las costas atlánticas de Brasil hacia el interior.
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