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Huellas N.01, Enero 1992

IGLESIA

Testimonio del Sínodo. Cristianismo, vida nueva

La peregrinación a Czestochowa. El encuentro con el movimiento. La experiencia de una Presencia.

LE HACEN SENTARSE en una butaca y desarrollar una relación. Quienes escuchan a María Madalena da Fontoura eran el Papa y los Obispos reunidos en Roma con motivo del Sínodo. ¿Una relación? Ella ha elegido la vía del testimonio. Estuvo en Czestochova y ha hablado del corazón con el que ha ido a ese encuentro internacional con la virgen María, el Papa y un millón de jóvenes. Maria Madalena es psicóloga, periodista, pero sobre todo es una de las “servitas de Fatima": acoge en el santuario portugués a quien viene a rezar y a pedir la gracia. Ha cenado con el Papa y le ha confiado que es de Comunión y Liberación. Ha dicho: “soy cristiana no por añadir alguna virtud o algún valor a mi experiencia humana. Soy cristiana porque el cristianismo es para una humanidad, la humanidad que yo quiero... Lo que me convierte cada día al cristianismo no son los discursos o las doctrinas, sino la vida, una vida más grande... Y esta vida, esta nueva humanidad, viene de Cristo mismo que nos ha liberado. Como ha dicho una vez el cardenal Angelo Sodano: ‘Sólo en Cristo el hombre puede encontrar la salvación. La autorredención no existe... Es Cristo, sólo Cristo, la clave que nos introduce en la comprensión del sentido total de la vida y de la muerte’. Nosotros pedimos a la Iglesia: ¡Danos a Cristo!”.

Maria Madalena ha respondido a alguna de nuestras preguntas.

Parece que tu intervención en el Sínodo ha suscitado una gran atención. El Osservatore romano ha dedicado un gran título a tu intervención: “Jóvenes europeos ante las peticiones de libertad”
(7 diciembre).

¡Sí, la libertad! Ella es la que, a mi parecer, estaba en el centro de la experiencia de Czestochova y de este Sínodo para la evangelización de Europa. He intentado decir que la libertad no sólo es una posibilidad de elección, sino sobre todo la adhesión a la verdad de una presencia que es Cristo: yo la he encontrado y la encuentro en la Iglesia. Por tanto la libertad es obedecer, seguir a esta experiencia de la Iglesia.

Has hablado de los acontecimientos del Este.
Estoy profundamente convencida de que todo lo que ha ocurrido no es ajeno a la intervención del Corazón Inmaculado de María. Es lo que he aprendido en Fátima. Nuestra Señora había pedido en su mensaje que el Papa consagrase el mundo a su Corazón Inmaculado.
Y esto es lo que ha hecho el Papa. Yo no sé qué traerán estos acontecimientos en el futuro, esa es otra cuestión, pero estoy convencida de esta verdad de Fátima, y así lo he dicho al Sínodo. Y estoy convencida de que todo lo que ocurre es una ocasión más para hacer presente a Cristo. En el fondo éste ha sido el centro de mi intervención. El cristianismo es una vida nueva, una humanidad que he visto en ciertas personas y que quiero también para mí. He pedido humildemente a los obispos que me escuchaban que dieran a los jóvenes, en cuyo nombre hablaba, a Cristo presente.

La experiencia de vida nueva ¿qué connotaciones tiene para ti?
Vivía esta experiencia en la Iglesia desde la infancia. Pero debo decir que desde hace tres años esta experiencia de la Iglesia la vivo de una forma que nunca antes habría podido imaginar y con la cual no encuentro comparación: la experiencia de Comunión y Liberación, el movimiento que ha venido a mi encuentro en Portugal. Estos amigos me han introducido en la experiencia humana de una Presencia a través de una compañía concreta, a través de una educación que se basa en el reclamo a la memoria de que el origen y la fuerza para vivir vienen de Cristo mismo presente entre nosotros.

Traducido por José Claveria

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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