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Huellas N.8, Noviembre 1991

IGLESIA

Un reto para el cristianismo

Benedetto Testa

«Urge en todas partes rehacer el entramado cristiano de la sociedad humana. Pero la condición es que se rehaga de las mismas comunidades eclesiales»

JUAN PABLO II DESDE EL COMIENZO de su pontificado ha recordado a todos los cristianos, con una intuición verdaderamente profética y con una insistencia y unos acentos del todo peculiares, la necesidad de emprender una nueva evangelización en el mundo contemporáneo, dirigida en particular a Europa. ¿ Por qué la propuesta de una nueva evangelización? ¿En qué consiste? ¿Qué sentido tiene para la vida de la Iglesia y para la humanidad esta invitación tan urgente? El motivo central radica en el hecho de que es necesario hacer presente de nuevo la experiencia libre e integral del encuentro con Cristo, que da unidad en la verdad a la vida humana e ilumina todos sus aspectos. Los discípulos de Cristo están llamados a proponer una nueva síntesis creativa de Evangelio y vida. Sólo de esta manera Jesucristo llegará a ser el fundamento de un nuevo y duradero estilo de vida cristiana, en el actual tejido cultural y social secularizado. Y el hombre reconciliado con Cristo en Dios, se convertirá así en el verdadero punto de partida para la renovación y la fundación de una nueva vida cristiana.
¿Por qué una nueva evangelización dirigida a Europa? Juan Pablo II afirma que Europa atraviesa una «crisis», un giro epocal; observa que los pueblos europeos suponen «el reto más radical para el cristianismo y para la Iglesia que la historia haya conocido». El magisterio pontificio sobre este punto va directamente al centro de la cuestión: «Ciertamente urge en todas partes rehacer el entramado cristiano de la sociedad humana. Pero la condición es que se rehaga la trabazón cristiana de las mismas comunidades eclesiales que viven en estos países o naciones». (Christifidelis Laici, 34).
La profunda convicción presente en Juan Pablo II de que hoy, igual que ayer, el Espíritu Santo actúa de modo incansable y eficaz suscitando en la Iglesia, ahora como en el tiempo de los patronos de Europa, personas vivas y movimientos eclesiales, que siguiendo a Cristo se convierten a su vez en ocasión de salvación para los otros, hace que toda su enseñanza esté siempre llena de una esperanza segura para la existencia humana.


La peculiar situación de la Europa de hoy
La Europa a la que somos enviados ha sufrido tales y tantas transformaciones culturales, políticas, sociales y económicas, que plantea el problema de la evangelización en términos completamente nuevos. Es más, podríamos decir que Europa, tal y como se ha configurado tras los complejos sucesos del último siglo, supone el reto más radical para el cristianismo y para la Iglesia que la historia haya conocido, pero al mismo tiempo descubre hoy nuevas y creativas posibilidades de anuncio y de encarnación del Evangelio.
(En el encuentro de las Conferencias Episcopales de Europa, 11 de octubre de 1985)

La Iglesia y Europa
Europa ha sido bautizada por el cristianismo; y las naciones europeas, en su diversidad, han dado cuerpo a la existencia cristiana. En su encuentro se han enriquecido mutuamente con valores, que no sólo han llegado a ser el alma de la civilización europea, sino también patrimonio de toda la humanidad. Si en el curso de sucesivas crisis, la cultura europea buscó marcar distancias con la fe y la Iglesia, lo que entonces fue proclamado como una voluntad de emancipación y de autonomía, era en realidad una crisis interior de la propia conciencia europea, puesta a prueba y tentada en su identidad profunda, en sus opciones fundamentales y en su destino histórico.
(A los obispos de Europa, 5 de octubre de 1982)


Para responder a su misión hoy en Europa, la Iglesia debe tener conciencia de que, lejos de ser extraña al hombre europeo o por lo menos de considerarse inútil e impotente para resolver las crisis y los problemas de Europa, lleva en sí misma los remedios para las dificultades y la esperanza del mañana.
Y siendo fiel a Cristo hasta el fondo y siendo cada vez más reflejo de Cristo, mediante la santidad de vida y las virtudes evangélicas, será cómo la Iglesia entrará en el alma y en el corazón de Europa.
(A los obispos de Europa, 5 de octubre de 1982)

La crisis de la cultura
Las crisis del hombre europeo son las crisis del hombre cristiano. Las crisis de la cultura europea son las crisis de la cultura cristiana (...)
Podemos afirmar, todavía con mayor profundidad, que estas pruebas, estas tentaciones y este éxito del drama europeo, no sólo interpelan al cristianismo y a la Iglesia desde fuera, como una dificultad o un obstáculo externo que superar en la obra de la evangelización, sino que en un sentido verdadero están en el interior del cristianismo y de la Iglesia (...).
Pero si es verdad que las dificultades y los obstáculos para la evangelización de Europa encuentran excusas en la misma Iglesia y en el mismo cristianismo, los remedios y las soluciones se buscarán en el interior de la Iglesia y del cristianismo, es decir, en la verdad y en la gracia de Cristo, redentor del hombre, centro del cosmos y de la historia.
La Iglesia misma debe entonces autoevangelizarse para responder a los desafíos del hombre de hoy.
(A los obispos de Europa, 5 de octubre de 1985)

La nueva evangelización
Los santos protectores de Europa se constituyen en piedra angular y en el punto de referencia esencial para el proceso histórico de evangelización de Europa, permaneciendo para nosotros como modelo actual de inspiración, ya que la obra de evangelización, en la peculiar situación en la que se encuentra hoy Europa, está llamada a proponer una nueva síntesis creativa de Evangelio y vida.
(En el encuentro de las Conferencias Episcopales de Europa, 11 de octubre de 1985)

Para esta sublime misión de hacer florecer una nueva edad de evangelización en Europa, se piden hoy evangelizadores especialmente preparados. Se necesitan heraldos del Evangelio expertos en humanidad, que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, que participen de sus alegrías y esperanzas, angustias y tristezas, y que sean al mismo tiempo enamorados contemplativos de Dios. Por esto se necesitan nuevos santos. Los grandes evangelizadores de Europa han sido santos.
(En el encuentro de las Conferencias Episcopales de Europa, 11 de octubre de 1985)

Traducido por Gabriel Richi

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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