No discutir, analizar, programar, sino vivir. Los años de estudio universitario no son el peaje para «llegar a ser alguien», sino la posibilidad de descubrirse más a uno mismo. Gracias a una compañía.
Con el otoño ha llegado el nuevo curso. La Universidad ha vuelto a abrir sus puertas. Los periódicos, las revistas, la televisión, la radio no cesan en su intento de abordar la cuestión. Hay espacio para todos. Basta tener algo que decir, una opinión, para que quede reflejada o recogida por alguno de estos medios. ¡Cómo si de lo que se dice dependiera el destino del universo! Dentro de estas opiniones destacan las de los profesores, catedráticos, rectores y responsables del ministerio de educación. No faltan las de los «expertos», los sociólogos y pensadores..., que siempre, en cualquier cuestión, tienen algo que decir. Lo cierto es que tras unos meses nadie se acordará de aquello que se ha estado diciendo este año.
No somos pesimistas, ni maximalistas y para corroborarlo ponemos algunos ejemplos de los temas más discutidos.
Qué se discute:
La selectividad ha sido uno de los temas tratados con mayor interés. «Por un lado se percibe que es necesario regular de algún modo el acceso a la Universidad. Por otro se piensa que el actual no es el adecuado. Lo cierto es que hoy por hoy, es muy difícil conseguir estudiar aquello que uno eligió en primera opción», nos dice un profesor de Madrid. Un funcionario universitario sugiere: «Una selección es necesaria y mientras no haya otra habrá que seguir considerando la que tenemos».
La existencia del Numerus Clausus, muy ligada al tema de la selectividad, también ha dado que hablar. «Que haya Numerus Clausus es un acto de honestidad hacia los alumnos», opina un profesor de Valencia; «...creando una selección más severa se puede evitar a muchos la pérdida inútil de estos años» añade otro profesor; y otro dice: «Las deficiencias y las carencias del sistema educativo español no pueden recaer sobre las espaldas de nuestros jóvenes».
El futuro de los licenciados tampoco está muy claro. «Ninguna carrera, exceptuando las técnicas y algunas científicas, crean profesionales capaces de afrontar y responder a la demanda existente»; «...es preciso saber de antemano los puestos de trabajo disponibles para cada carrera con una antelación de 5/10 años». «La impresión es que el estudiante de los noventa tiene las ideas claras y precisamente por esto pide una preparación científica adecuada». Son otras opiniones.
La elección de la carrera, en el caso de poder realizarla, también ha estado presente. «Respetando el equilibrio entre tu vocación y el valor "práctico" de los estudios elegidos, podrás diseñar un futuro profesional alentador», comenta un funcionario universitario. «Es de vital importancia saber cuáles son las materias y disciplinas que tienen mayor probabilidad de continuar desempeñando en el futuro inmediato un papel decisivo en la formación científica y profesional de los universitarios».
Todo esto es verdad, en gran parte justo, algunas opiniones son inteligentes. Pero ¿no falta algo? ¿No parece todo demasiado abstracto y lejano? ¿Qué ha sido de la realidad del día a día y de la relación con la realidad cotidiana? ¿Qué lugar ocupa la persona concreta?
Estupor por lo verdadero
«Al niño le llena de sorpresa todo aquello que le pasa. Desde el primerísimo contacto con lo real, el niño acusa el dato. El camino del Señor es sencillo como el de Juan y Andrés, o el de Simón y Felipe, que comenzaron a ir detrás de Cristo: por curiosidad y deseo. No hay otro camino, en el fondo, que no sea esta curiosidad deseosa suscitada por el presentimiento de lo verdadero». Ciertamente estas palabras no serán retomadas por los periodistas, ni serán citadas en las mesas redondas, pero describen de manera sencilla y fiel la posición humana de muchos de los que viven en la universidad.
He aquí, de hecho, aquello que demasiado a menudo se olvida: los años de la Universidad no son un paréntesis, un accidente inevitable de los «sucesos progresivos» del individualismo que es necesario afrontar como si fuesen un largo curso de supervivencia o la cuenta pendiente que pagar para convertirse en alguien y obtener éxito. Son, por el contrario, los años en los que es posible descubrirse a sí mismo, dejar emerger las exigencias del corazón; en una palabra, descubrirse hombres.
Por eso, el acontecimiento más significativo de estos años puede ser el encuentro entre personas; aquel banal e inocente suceso que tiene la pretensión de cambiar la vida y que, en base a esto, cambia también la realidad, dándole al hombre la capacidad de aprender, de preguntar por aquello cuya existencia todos parecen negar, por un sentido, una tarea. Fuera de esto no hay humanidad, y la persona, como si estuviera continuamente fuera de sí, en el sentido propiamente paranoico psiquiátrico del término, no consigue unir una tras otra las cosas que hace.
Ejemplos de vida
La vida de las comunidades universitarias del movimiento durante estas semanas está forjada por esta sencillez, por esta conciencia que hace significativo el levantarse por la mañana y el acostarse por la noche.
Innumerables y diversas son las iniciativas, las propuestas.
Preparación para los exámenes de ingreso, los test, las mesas de orientación, las visitas guiadas por la Universidad, las excursiones, los cinefórum, los periódicos, los campeonatos deportivos más disparatados, las cenas, las fiestas en discotecas, los certámenes del ateneo. Todo va bien, porque todo tiene su origen en el asombro de encontrarse con la realidad. Centenares de episodios, de hechos se podrían contar.
Hemos escogido algunos. Otros vendrán. En el fondo, estamos tan solo al comienzo del año.
Milán: 1.400 inscritos para el examen de admisión en la facultad de Medicina. 1.200 de ellos participan en el curso de preparación del examen test de ingreso que algunos de la comunidad han elaborado: seis horas de clase diarias durante cinco días, y al final un examen simulado para habituarse al clima competitivo del de verdad. Todo ello preparado durante el verano con el objetivo de hacer encontrar a los futuros admitidos no una imagen de facultad, sino hombres protagonistas de la realidad.
La sorpresa: quien ha propuesto el gesto, además de haber encontrado, se ha dado cuenta de que no estaba dando, sino recibiendo el propio cambio.
Turín: punto de partida en el rectorado. Una mañana se presentan universitarios irlandeses que, gracias al programa europeo Erasmus, se beneficiaban de una beca de estudio. Una vez elegida la Universidad de Turín, no encontraron un lugar para dormir (¡ay, la organización universitaria!). Un chico de la comunidad les hospedó algunos días y ellos, asombrados, decidieron dar un curso de inglés para los de primero.
Budapest: por primera vez también a orillas del Danubio han estado presentes las mesas de acogida para los de primero. No porque haya más libertad una vez caído el telón de acero, sino porque las personas de la comunidad querían contar quiénes eran. Lo han hecho proponiendo a todos el texto del Equipe del '16, El punto de partida, recién traducido al húngaro. Al final, se celebró una asamblea sobre el texto de Giussani en la Universidad.
Sofía: los universitarios son sólo dos. Ninguna mesa de orientación, ningún panfleto, ningún curso de preparación al ingreso o presentación de la facultad. Sólo la decisión de contar lo que este verano les había sucedido en las vacaciones: el encuentro con el movimiento. Esto es suficiente.
Cambridge: en la enrarecida y aristocrática atmósfera del corazón británico de la cultura, vuelven a aparecer los jóvenes de CL que traen un poco de contusión al tradicional inicio de año de los colleges. Aquí, donde asociaciones, clubs, grupos estudiantiles florecen desde siempre ocupándose de cada pequeño aspecto de la vida, un pequeño núcleo de personas se encuentra con los demás no porqué estén apasionados por el ajedrez, el cricket, el remo o la ciencia ficción, sino porque están haciendo el cristianismo. ¿Los éxitos? Por ahora una gran cena y una partida de fútbol en la mítica hierba inglesa.
«La nuestra es una vida distinta, pero verdadera», se recordaba en el Equipe del CLU del verano. Es el desafío con el que comienza este año.
Madrid: inicio de curso en la Escuela de Caminos. La necesidad de información a los de primero ya está cubierta por la Universidad. Las personas de la comunidad ponen las mesas de orientación porque desean que la amistad que está naciendo entre ellos crezca y sea motivo de esperanza para aquellos que encuentran. Allí conocen a cuatro personas que desde entonces están con ellos.
Escuela de Industriales. Diversas iniciativas en el comienzo de curso: mesas de orientación, mesas de intercambio de libros, clases de cálculo a los de primero... Todo ello por un único motivo: el deseo de crear un espacio físico dentro de la escuela donde se pueda encontrar la vida grande que vivimos.
Facultad de Derecho. La avalancha de los de primero llega a la Universidad. ¿Cómo invitarles a la aventura que viven las personas de la comunidad? Un video divertido y un aperitivo son la ocasión para conocer a mucha gente. Con algunos de ellos -más de 35 en total- se organiza una salida al Tiemblo. Tras este comienzo de curso una certeza y un deseo: que esta Historia comenzada crezca en cada uno y en el mundo.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón