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Huellas N.09, Octubre 1998

CULTURA

La mirada de un testigo del siglo XX

a cargo de Carmen Giussani

La ciudad de Madrid rinde ho­menaje con una exposición antológica a William Congdon, uno de los pintores más auténticos -aunque todavía poco conocido en España - de la segunda mitad de este siglo, testigo de sucesos y escenarios que han minado el corazón de la experiencia del siglo XX, desde la gue­rra a la vida de las grandes ciudades, desde la contemplación de la belleza de la historia hasta el choque con el mal que se alberga en ella.
La repentina desaparición del pintor americano, el pasado 15 de abril en Milán, modifica inevitable­mente el sentido de la exposición de Madrid proyectada ya desde hace al­gunos meses, al tiempo que aumenta el valor de la iniciativa y enriquece el sentido de esta muestra antoló­gica. En efecto, se trata de la primera retrospectiva sobre su entero itinera­rio, de la primera ocasión para esta­blecer un balance sobre su búsqueda y comprobar ahora ya de forma inte­gral, el impacto de su arte en el pú­blico y en una crítica que durante mucho tiempo, y culpablemente, le ha olvidado.
El número reducido de los cua­dros que puede albergar la Sala de exposiciones de la Plaza de España, va a coincidir con la colección que pertenece a la fundación creada en torno a la figura de Congdon - The Foundation for Improving Unders­tanding of the Arts -, y permite por tanto recorrer todos los núcleos rele­vantes de su densísimo itinerario: desde sus desconcertantes vistas neo­yorquinas de finales de los años cua­renta a las grandes representaciones de las capitales del mundo, en el de­cenio siguiente, así como sus visio­nes de algunos lugares primordiales de la experiencia humana, tales como el Sahara, las islas del Medi­terráneo o los bosques de Oriente; estarán además representados los textos pictóricos que surgieron de su conversión al catolicismo, el retorno a la pintura paisajística y el largo tema transversal de sus crucifijos, que se cruza además con la experien­cia demoledora de la India; final­mente veremos el recorrido gradual que apunta al Altersstil del artista, desde su llegada y su larga y defini­tiva permanencia en la llanura lom­barda, hasta la señal de su última despedida, esos Tres árboles pinta­dos pocos días antes de morir.
El catálogo que acompaña a la muestra da cuenta suficientemente de su grandeza y de la profundidad de sus expresiones no sólo figurati­vas, sino también literarias, filosófi­cas y de reflexión religiosa.

Del 1 de diciembre 98 al 31 de enero 99
Sala de exposiciones de la Comunidad de Madrid Plaza de España, 8 • 28008 Madrid• Tel: 91 580 24 92 De Martes a Sábado: 11.00 a 14.00 y 17.00 a 20.30 h. Domingos: 11.00 a 14.00 h.

Han escrito de él..
"William Congdon es el único pintor, después de Turner, que ha comprendido Venecia, su misterio, su poesía y su pasión. Su modo de expresarse es moderno, pero su com­prensión tan antigua como la ciudad misma. Él ha sabido captar efectiva­mente la esencia de muchos siglos, fundiendo esta visión en un sueño tan fantástico y bello que sus pintu­ras dejan sin habla."
PEGGY GUGGENHEIM, en "La Biennale di Venezia ", n. 12, fe­brero de 1953

"Cuando conocí a William Cong­don en París, lo que me sorprendió en él fue ese douceur suyo de ex­traña profundidad, su candor absolu­tamente desarmado, su vulnerabili­dad frente a todos los descalabros espirituales, y no sólo los que pro­vienen de las angustias de este mundo y de la belleza que hiere nuestros sentidos, sino también de las desgracias que suceden en la es­fera ultraterrena. Con él, como me sucedió con Rouault (por distintos que sean los dos pintores) sentí esa sorprendente semejanza entre el hombre y la obra que caracteriza a los artistas genuinamente grandes."
JACQUES MARITAIN, en el prefacio a Nel mio disco d'oro, 1962

"En la cronología de su vida se puede percibir una figura dialéctica [...] que sale a la luz incluso en su manera de entender sus propias expe­riencias, como si convergieran ele­mentos racionalmente contradictorios en una unidad más fundamental. El carácter dramático de su experiencia debe entenderse, en último análisis, como una conciliación inesperada de elementos netamente opuestos. Su imagen pictórica revela la unidad de estos opuestos: luz y tiniebla, textura y no textura, doble perspectiva, etc. Él muestra el movimiento de la gra­cia y del pecado en su vida como la integración de los opuestos en el mis­terio de Cristo."
MICHAEL PASTIZZO, "The movement towards Union with God in the Life of William Congdon", 1975

"Bien, me parece que Congdon [...] ha querido traducir en nuestro lenguaje, fundamentalmente - casi diría: patéticamente - naturalista eu­ropeo, la rabia - él mismo la llama así con mucha lucidez y claridad - de su original rebelión contra aquella uniformidad y regularidad, aquella especie de optimismo obligatorio que se imponía al mundo americano. Indudablemente Congdon ha sentido que este contacto suyo con Europa, esta entrada suya en relación con el humanismo sufriente y moribundo de Europa, no solamente era un acto de piedad espiritual, ya de por sí muy alto, sino también un acto de apertura hacia el porvenir. Ese sol era el sol que se ve al final de un tú­nel, a la salida de un túnel."
GIULIO CARLO ARGAN, en la mesa redonda "William Congdon: Europa, América", Ferrara, 29 de mayo de 1981

"A quien pensase que el largo si­lencio de los últimos quince años había marcado el final de tu pintura yo le diría, y lo diré por lo que he visto aquí de los últimos dos años, que tu pintura ha alcanzado una nueva vida."
BETTY PARSONS, declaración realizada el 17 de agosto de 1981 en el estudio de Congdon en Gudo Gambaredo, Milán

"Especie de Maverick del mundo del arte, William Congdon expuso durante muchos años con Betty Par­sons, pero eligió vivir en Europa más que en Nueva York, trabajar en un estilo semiabstracto más que en el de la vanguardia, y convertirse al catolicismo: "Mucha gente pensaba que Congdon era todo técnica y todo tema", decía Betty, pero yo lo en­contraba muy abstracto. Muy libre y muy espiritual. Se sabe que se hizo católico y se marchó a vivir a Italia precisamente porque no podía so­portar la sordidez de América y de su propio ambiente. Es algo senci­llamente mortal. No puedes hacer otra cosa que huir. Y él encontró re­fugio en la Iglesia. Yo no soy favo­rable a la Iglesia pero, por lo que se refiere a Congdon, sí, porque considero que le ha mantenido en vida. Pienso que él habría muerto, literal­mente, si no hubiera entrado en la Iglesia y no se hubiera establecido en Italia."
LEE HOLL, Betty Parsons. Artist dealer. Collector, Nueva York 1991

"Y aquí surge el misterio de la imagen en el pensamiento y la obra de William Congdon. Esta imagen no es en absoluto un reflejo natura­lista de las apariencias. Y tampoco un fantasma de la subjetividad. Es, exac­tamente, como escribe Congdon, un medium en virtud del cual el hombre se une a Dios a través de la evidencia y el secreto de las cosas [...] El pintor se unifica - y unifica su cuadro - unificándose con el mundo de Dios [...] La rebeldía del Action Pain­ting encuentra su sentido aquí: su revuelta des­truye, no el mundo, sino "este mundo" en sentido evangélico y paulino, esta red de mentira y de muerte en la que nos aho­gamos... "
OLIVIER CLÉMENT, "I luoghi santi di Wi­lliam Congdon ", en ll luogo dell'Arte oggi, Milán 1988

"Nacido en Nueva Inglaterra, Congdon llegó a su madurez junto a los Expresionistas Abstractos, en Nueva York, y ha encontrado su tim­bre auténtico en Italia. Después de haber peregrinado por todos los luga­res del mundo durante gran parte de su vida, Congdon habita ahora junto a un monasterio benedictino no lejos de Milán, rodeado de campos de cereal y verdes prados. Bien distante, tanto en el espacio como en la mente, de los cambios de estilo del mundo artístico, él prosigue su búsqueda y trabaja con un estilo altamente personal. Sus cua­dros recientes ya no son campos de acción. Despojadas de las apariencias exteriores, las pinturas de Congdon son ahora representaciones cerradas y silenciosas cuyas superficies sensua­les velan una presencia trascendente."
PETER SELZ, declaración rea­lizada en Venecia el 12 de septiem­bre de 1988

"Al proponer de nuevo a Cong­don no asistimos ni mínimamente [...] al revival de un estilo recono­cido por la crítica [...] como fundamental para los comienzos del arte americano de postguerra. Asistimos, por el contrario, a un survival. [...] Esto no significa que Congdon haya vivido los últimos treinta años sin notables desarrollos de su vocabula­rio pictórico, sino que, como artista, ha permanecido totalmente leal a la fe y a los principios que motivaron a los mayores talentos americanos de su época. [...] Se trata de conocer los valores de un pasado particular­mente significativo [...] pero en vivo, a partir de la pintura todavía activa de un artista que nos ha lle­gado indemne desde una época ya remota y, sin embargo, fundamental para nuestro autoconocimiento. Pero, dentro de la reacción de impa­ciencia que se experimenta al estar frente a un survival, hay también una inmensa fascinación que nos obliga a investigarlo, a espiarlo, a hacer nuestras sus experiencias. No es él quien debe presentarse a noso­tros. [...] Somos nosotros quienes debemos acercarnos a él."
FRED LICHT, "L'arte di Wi­lliam Congdon", en Congdon. Una vita, Milán 1992

"William Congdon es un pintor extraordi­nario, poco apreciado porque es muy difícil, muy inactual. Puede ser entendido justa­mente sólo refiriéndose a la teoría y la expe­riencia del icono [...] porque son iconos la serie de [sus] crucifijos, iconos invertidos, que parten del negro y no con el fondo de oro como los iconos orien­tales. [...] El icono oriental tiene siempre algo de triunfal, de vic­torioso, una promesa de Jerusalén celestial. En cambio los iconos de Congdon parten del negro; y la percibes, esa capa negra en el fondo: desde la cumbre de la kénosis, precisamente desde la crucifixión, sacas el color. Mientras que en la teoría del icono es la luz la que, al emanar, crea las figuras, las formas y los colores, [ ... ] en Congdon, desde el fondo de la kénosis, desde el negro de la kénosis, desde la muerte más negra y más maldita, sacas este color, esta forma, esta tierra. [...] Ninguna contem­plación, ninguna soledad contemplativa occidental puede separarse de la tierra. Desde su soledad Congdon ve la tierra de Umbría, ve Asís, ve la campiña lom­barda, el árbol, la flor."
MASSIMO CACCIARI, en "Le grandi interviste di SAT 2000", a cargo de Franco Patruno, 1998

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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