Perú. Militante revolucionario desde joven, Juvenal Ñique Ríos conoció al Che Guevara. El encuentro con CL a través de su hijo Óscar. Lee a don Giussani y se queda impresionado por su gran estima por el camino del hombre. En esta entrevista habla de sí mismo, de su ansia de justicia y de Cristo, “el mayor revolucionario”
Peruano, nacido en Moche, provincia de Trujillo, Juvenal Ñique Ríos, tiene casi ochenta años. Ex docente, periodista, desde la adolescencia milita en el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), el movimiento democrático fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre, uno de los mayores ideólogos y líderes latinoamericanos. A causa precisamente de la lucha contra el régimen que oprimía su país ha sufrido persecuciones, ha sido encarcelado y torturado. Juvenal Ñique ha ocupado cargos de relevancia en el Aprismo, cuya batalla por la libertad y la democracia ha sido larga, dramática y dolorosa. Bajo los golpes de fusil de las dictaduras civiles y militares han caído a millares.
Ñique conoció al jovencísimo Che Guevara cuando éste estaba de paso por Perú, identificándose en un primer momento con su sueño de una revolución para América Latina.
El doctor Ñique ha conocido CL gracias a su hijo Oscar, alumno de Lucho Amaya, profesor del movimiento que le da clase en la Universidad de Trujillo.
A Juvenal Ñique, del cual Tracce ha publicado en septiembre una carta dirigida a don Giussani, le hemos dirigido algunas preguntas sobre su vida, marcada toda ella por una gran pasión por la justicia y el bien de su pueblo.
Doctor Ñique, ¿fue auténtica la revolución que guió Che Guevara, a quien usted conoció en Perú cuando aún era joven?
En mi carta dirigida a don Luigi Giussani me arriesgué a afirmar que la única revolución verdadera es la revolución de Cristo, decisiva aún hoy a pesar de los años transcurridos. Por lo que se refiere a Ernesto Guevara Linch, conocido como el “Che”, fue un «romántico de la revolución», un hombre de indiscutible implicación social, sin duda uno que soñaba con el cambio de la situación de nuestro pueblo. Así se explica su entrada en la lucha contra la dictadura de Batista en Cuba junto a otros líderes de la revolución, como Fidel Castro y Camilo Cienfuegos. Este es también el motivo por el cual el “Che”, una vez asentado el nuevo régimen de gobierno en Cuba, de convencida ideología marxista-leninista, pretendió extender la revolución cubana a los demás países latinoamericanos. El proyecto falló al primer intento y Che Guevara pagó sus sueños con la muerte violenta en Bolivia. Lo que es cierto es que Ernesto Che Guevara tuvo el coraje de luchar y de morir por aquello que consideraba su verdad. El "Che” hizo suya la “revolución cubana”, reconocida por sus propios líderes como marxista-leninista. Esa fue «su» revolución personal: el “Che”, en efecto, no fundó ningún partido político y ni siquiera creó un movimiento; por esta razón, solamente se le recuerda por su heroísmo como combatiente en el proceso de la revolución cubana. No hay duda de que por ese heroísmo el “Che” se convirtió enseguida en un personaje legendario, pudiendo contar con grupos de simpatizantes en todo el mundo. Su ansia de cambio entre nuestros pueblos —considerando que no hay cambio sin revolución— es lo que ha hecho posible nuestro identificarnos con él. Esto es lo que me ha llevado a definirlo como un romántico de la revolución.
De su acción revolucionaria sólo quedan recuerdos. Es una cuestión de épocas, con mayor razón hoy que el marxismo-leninismo está en crisis.
¿Qué ha significado para usted el encuentro con el movimiento de Comunión y Liberación?
Como católico, como hombre de profundas convicciones cristianas, me preocupa el estado de confusión que sufren la juventud y la sociedad en su estar juntas, la progresiva pérdida de espiritualidad, la indiferencia por el futuro. Las diferencias sociales se agudizan y el sentido de fraternidad se debilita. El mundo parece adormecerse volviéndose insensible, dentro del vértigo de la violencia, característica principal de una cultura de muerte. Frente a todo esto, el catolicismo debilita su presa y se siente un vacío en la guía de las nuevas generaciones, con una excepción: la extraordinaria acción apostólica de Juan Pablo II.
Cuando tuve conocimiento de la existencia del movimiento de Comunión y Liberación, leí lo referente al pensamiento-guía de su creador y líder don Luigi Giussani, y me convencí de sus nobles objetivos y fines, no pude por menos que estallar de entusiasmo. En efecto este gran movimiento es el instrumento poderoso para unir las voluntades y luchar por la mejora de la sociedad, comenzando por la educación de los jóvenes, que nunca como en estos tiempos tienen necesidad de una luz para apartar las sombras del camino y salvarse pensando en el propio "yo” y en el camino de los demás hombres.
Pienso que el instrumento está dado, todo depende de quien lo utiliza. La antorcha está y con ella la firmeza del brazo que la conduce para que la luz se extienda. Éste es el significado de mi encuentro con Comunión y Liberación.
En su carta a don Luigi Giussani define usted a Cristo como el mayor revolucionario de todos los tiempos. ¿Qué pretende decir con esto?
La historia de la humanidad demuestra de modo inequívoco que sólo la venida de Cristo sacudió al mundo hasta sus raíces. El generó la verdadera revolución de los espíritus, el verdadero movimiento de las conciencias. Su peregrinación fue de siembra dolorosa, pero llena de esperanza y de fervor. Él ha introducido en el mundo una nueva dimensión del dolor, de la fe y del amor. Su magisterio no tiene igual, como no tiene igual su predicación. Sus parábolas son elocuentes, su venida marca el comienzo de una nueva época. A pesar de todos los siglos, la revolución cristiana está viva.
Según usted, ¿en qué aspecto es la propuesta cristiana más interesante para el hombre contemporáneo?
En la permanente invocación a la fraternidad, que es sin duda un vínculo para unir voluntades y acciones humanas y para expulsar la violencia, junto con el respeto por la persona humana, la lucha por los humildes y por los pobres. Es ciertamente un índice de sabiduría actuar de tal modo que todo movimiento social o partido político democrático inspirado en el bien de los pueblos, del hombre y de la sociedad, no se aleje de los principios cristianos. Todas las propuestas cristianas son actuales. Lo importante es comprenderlas y aplicarlas. Por tanto, hay que prepararse continuamente, disponiéndose a comprender a Cristo. Sobre todo en su gran amor por la humanidad.
Rusia. En la época del comunismo había participado en un grupo de disidentes y en el círculo de intelectuales conducido por Andrej Sajarov en el exilio de Gorkij. Hoy es una de las protagonistas de la vida del movimiento en Rusia. Entreviste a la profesora Natalia Jurevns, que recibió el Bautismo el día de Pascua de este año
¡Cuántos años me despertaba en la noche víctima de preguntas a las que no conseguíamos dar respuesta!. ¡Cuántos años he recitado por la noche el Padrenuestro y el Ave María! Luego, estos amigos...». Natalia Jurevna quiere saber por anticipado las preguntas y el objetivo de la entrevista. No quiere discutir de cosas, como dice ella, “teóricas”. «Querría solamente que el diálogo entre nosotros fuese una comunicación de experiencias. El resto no sirve. Ya no tenemos necesidad de palabras que no reflejan la vida». Natalia viene de Gorkij, topónimo en honor del poeta de Stalin, ciudad fundada hace 900 años en la confluencia de los dos grandes ríos, Volga y Oka, y que hoy ha recuperado el antiguo nombre de Nizhnij-Novgorod en el corazón de la Santa Rusia. Fue en Gorkij donde Breznev exilió a Andrej Sajarov, el gran científico y Nobel ruso, y fue aquí donde Sajarov, Natalia y un grupo de disidentes entretejieron un gran círculo intelectual y batallaron en nombre de la persona.
Natalia ha vuelto a su patria tras haber participado en las vacaciones internacionales de CL en La Thuile. Nos reunimos con ella la víspera de su partida, en la residencia de Rusia Cristiana, en Seriate, donde la profesora ha estado alojada durante su estancia en Italia.
¿Qué queda en la tradición religiosa y cultural rusa de la gran palabra «sobornosc», comunión?
Me ha sorprendido que se conociera la palabra «sobornosc» incluso en Italia. La verdad es que de nuestra tradición permanecen vivos tan sólo pequeños fragmentos. Hoy, todo lo que queda de la «sobornosc» rusa es la acogida, el sentimiento de que el destino de Rusia es una responsabilidad nuestra, el uso común de compartir el pan con el prójimo. Pero el mito que se ha creado en torno a la «sobornosc» rusa es análogo al que se han creado los rusos sobre el racionalismo occidental. En realidad, nuestro modo de pensar no es muy diferente del vuestro. Esquemas, mitos y abstracciones del racionalismo nos han separado de Occidente. Pero tal vez nuestra unidad logrará crear una nueva «sobornosc», ese nuevo ecumenismo del que habla don Giussani. Nosotros tenemos la tarea de desmontar estas barreras que nos separan y que impiden vernos.
En su historia personal, durante el período del círculo de los intelectuales de Gorkij, en su amistad con Sajarov, ¿había tenido otras ocasiones de afrontar el problema humano en la perspectiva ofrecida por el cristianismo?
Mi vida pasada no tiene ninguna importancia. Lo que cuenta es que nosotros buscábamos respuestas que no habríamos encontrado jamás, si no nos hubiéramos encontrado con estos amigos. Como sucede frecuentemente en la historia de la intellijentsia rusa, también yo provengo de una familia de tradición religiosa, en mi caso católica, pero de mentalidad nihilista. En mi familia la cultura era como el aire que se respiraba. Creo que allí donde hay una verdadera cultura, incluso bajo la corteza del más radical nihilismo, la religiosidad está siempre presente como un substrato. Me di cuenta cuando mi hija pidió el bautismo. Entonces pensé que la tradición cultural de mi familia volvía a reconstituirse.
¿Cuál es, a su juicio, aquello de lo que tiene más necesidad Rusia hoy?
En una situación en la que el sistema de educación ha quedado completamente destruido, sobre todo tenemos necesidad de que nuestros chicos puedan formarse, que se abran al diálogo con los demás países y las demás culturas, que aprendan a trabajar...
En La Thuile estaban presentes los responsables de CL procedentes de cuarenta y cuatro países. Tras regresar a su patria, ¿qué impresión lleva consigo de este encuentro?
No he visto nunca nada parecido y no podía imaginar que existiese algo semejante ya sea por la apertura en el plano humano, o por el altísimo nivel cultural y la madurez y plenitud de un auténtico pensamiento, como por la tensión en la búsqueda de la verdad. No habría podido sospechar jamás que podría encontrar tantas personas que de un momento a otro se te abren como amigos. Pero una de las cosas más convincentes del movimiento es la realidad de sus familias. Sobre todo los niños. Sí, estos niños con los que hay un diálogo tan tranquilo, niños que juegan, que saben escuchar lo que se les dice, que cuando están en la mesa y en cualquier otra circunstancia son seguidos responsablemente por los padres, todo esto es el testimonio vivo de que Dios está presente. Por lo que se refiere a los contenidos que se han expuesto en las vacaciones internacionales, tres temas me han llamado la atención de un modo particular: el punto relativo al carisma, la responsabilidad personal y el seguimiento. Pienso que, al volver a casa, serán estos temas el corazón de nuestro trabajo.
(Traducido por Gabriel Lanzas)
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón