La carta a un ministro, un provincial no precisado o quizá el mismo ministro general fray Elias, fue escrita probablemente entre 1222 y 1223, si bien hay quien prefiere fecharla en 1219. Aunque parece haberse dictado en lenguaje vulgar, ha llegado a nosostros en latín como todos los escritos de San Francisco de Asís (a excepción del Cántico cíe las criaturas). Como todos los escritos de entonces, también éste se volvió a traducir a lengua vulgar a finales del siglo XVI. Se trata de una respuesta a la quejas que el ministro en cuestión había hecho respecto a los frailes que «le dificultaban amar al Señor Dios». La respuesta de Francisco no se limita a decir que esos obstáculos los «debes tener por gracia», sino que no hay que querer de ellos «otra cosa, sino lo que el Señor te diere. Y ámalos en esto, y no quieras que sean mejores cristianos». Sólo así será verdadera obediencia, será amor verdadero, al Señor Dios, y a Francisco mismo.
A fray N., ministro. ¡Que el Señor te bendiga!
Te digo, como puedo, en lo concerniente a tu alma, que todas aquellas cosas que te impiden amar al Señor Dios, y cualquiera que te hiciere impedimento, sea fraile o no, aun cuando te azotaran, debes tenerlo por gracia. Y así lo quieras y no otra cosa. Y esto tenlo por verdadera obediencia que te pide el Señor Dios y yo también, pues yo reconozco firmemente que ésta es la verdadera obediencia. Ama a aquellos que te tratan así, y no les exijas otra cosa distinta de lo que el Señor te diere. Y ámalos en esto y no pretendas que sean mejores cristianos. Ten esto por más que estar apartado en un eremitorio.
Y en esto quiero conocer si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, sí hicieres como te voy a decir ahora: que no haya ningún fraile en el mundo que, habiendo pecado cuanto es posible pecar, después de haber visto tus ojos nunca se retire sin tu misericordia, sí te la pide. Sí no te pide el perdón, pregúntale tú sí quiere ser perdonado. Y sí pecara mil veces después delante de tus ojos, ámalo más que a mí, para que puedas atraerlo al Señor; y ten siempre misericordia hacía estos hermanos.
Y, cuando puedas, comunica esto a los guardianes, que por tu parte estás resuelto a obrar así.
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