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Huellas N.07, Julio/Agosto 1998

COLABORACIONES

Cartas

a cargo de Estrella Pérez

ITALIA. Un cambio que todo el mundo puede ver
El sábado 25 de abril celebramos la Primera Comunión de la sobrina de una amiga nuestra. La ocasión nos permitía conocer a su madre y a su hermana. Poco después de la ceremonia religiosa, en el clima general de fiesta, un pariente se nos acercó y nos preguntó: «¿Cómo podéis vivir juntos y en paz teniendo edades tan diversas?, ¿por qué estáis juntos? Se ve que estáis contentos, aunque vosotros vivís también los problemas de cada día». Comenzó así un diálogo que poco a poco atrajo a nuestro alrededor a todos los que se sentaban en nuestra mesa, la mayoría de los cuales eran hombres. El centro de la fiesta era aquel diálogo, en el que cada uno nos planteaba las cuestiones que más le preocupaban: «¿Cómo puedo ayudar a mi hijo que, a punto de terminar el bachillerato, lo ha dejado? ¿Creéis que basta con el ejemplo? ¿En qué punto he fallado con él? Le he dado todo lo que ha querido». Y, a partir de la educación, la conversación se fue centrando en profundizar en todos los valores de la vida. «Para usted, ¿qué es lo que tiene mayor valor? Para mí la salud, el dinero, el amor...¡Pero para vosotros no es así!». Y no cedían hasta que las respuestas les resultaban convincentes. Hubo quien habló de su vida, marcada por el fracaso y el dolor, la fatiga y el trabajo sólo para poder escuchar una palabra de consuelo y, cuando la mujer le reclamó le dijo: «Un momento, estoy hablando de las cosas más importantes de mi vida. Ven tú también». En un momento determinado me dijo: «Pero me tenéis que decir quiénes sois y por qué vivís así». «Somos de Jesús». El señor se quedó sorprendido y una de nuestras amigas le dijo: «Debe usted admitir que o bien estamos locos o este Jesús es un hombre. El nos ha tomado para toda la vida, le hemos dicho “sí” y por eso estamos contentos». «Ahora empiezo a creer que El existe». La fiesta tocaba a su fin. Comenzó el ritual de las fotos y la hermana de nuestra amiga nos pidió hacerse una foto con nosotros diciendo: «Así, cada mañana la miraré y pensaré en ese Jesús del que habéis hablado hoy y al que apenas conozco», Al volver a casa comentábamos: «Nunca habíamos tocado con las manos el cristianismo como hoy; la virginidad es una pasión por el hombre tal como se presenta ante nuestros ojos, hasta el punto que nuestro entusiasmo se convirtió en su propio gusto y nuestra pasión hizo que emergiera de su corazón la pasión por los problemas que más les acompañan durante la jornada». Verdaderamente, Cristo hace al hombre amigo del hombre.
Un grupo de Fraternidad de Milán

SUIZA
Ejercicios en directo
Queridos amigos: La conexión en directo con ocasión de los Ejercicios de la Fraternidad ha sido perfecta. Además, este año teníamos el macizo Jungfrau-Eiger como fondo. Franceses y belgas estaban muy contentos. Éramos en total casi 300 personas. Se aceptó y se vivió el clima de silencio y el trabajo personal. Me pareció que el contenido de las lecciones se nos ofrecía de un modo sistemático que hacía más fácil el hacerlo nuestro y memorizarlo. La presencia de don Giussani y sus palabras nos han provocado a todos. Siempre nos creamos problemas en relación con las personas que vienen por primera vez: si comprenderán o no, si seguirán o no. Esta vez había bastantes, tanto de habla francesa como italiana. Sin embargo, desde los primeros momentos sus reacciones fueron muy bonitas. Un ex-drogadicto que venía por primera vez me dijo que no había comprendido todo pero, al término de los Ejercicios, se acercó a nuestra secretaria para decirle que quería inscribirse para los Ejercicios del próximo año. Un joven médico, ateo y sin bautizar, que había sido invitado por su madre, que es “cielina”, ha dicho de don Giussani: «Pero ese es un laico, habla como un hombre a otros hombres, sin nada por medio, y se ve que ama a este Jesucristo. Nunca había visto un sacerdote tan laico». Esto es todo por ahora.
Claudio, Lugano

RUSIA. «No temas, pequeña grey»
Este año los Ejercicios de la Fraternidad en Rusia han tenido lugar en Novosibirsk. Eramos diez. No puedo ocultar la conmoción que experimento por la certeza de haber participado en un gesto que abraza el mundo entero. Es como si Dios, en Jesús, a través del carisma que nos hace pertenecer realmente a su cuerpo, nos hubiese dicho: «No temáis, pequeña grey, yo ya he vencido al mundo y vosotros, que sois tan pequeños y mezquinos, sois el inicio de este pedazo de humanidad ganada por Cristo, para su gloria». Estamos agradecidos a quienes han hecho posible este gesto.
Don Paolo, Novosibirsk

ESPAÑA. Un “uomo”
Ha sido al llegar a España cuando realmente he ido tomando conciencia del significado de las palabras pronunciadas por el Papa y don Giussani en el encuentro de Roma. El día anterior a la reunión visitamos la ciudad y, ¿cómo no?, la Basílica de San Pedro, en donde pudimos contemplar la Piedad de Miguel Angel, los Museos Vaticanos, la Capilla Sixtina... En todas estas increíbles expresiones culturales y de fe se puede observar una muestra de la grandiosidad y el legado que el cristianismo nos va dejando a lo largo de la historia. ¡Cómo se consiguen esos acabados de perfección, de amor y entrega de todo lo que uno tiene...! Al día siguiente nos levantamos temprano para ir “tomando posiciones” en la Plaza de San Pedro para asistir al acto. Riadas de personas iban accediendo a través de la Via della Conciliazione y otras calles laterales a la plaza en un inigualable testimonio de la universalidad de la Iglesia. A las 2 de la tarde la plaza estaba totalmente repleta. Poco antes de comenzar el acto hizo su aparición don Giussani para ocupar su sitio, vestido de monseñor. Como un resorte, muchas personas se levantaron de sus asientos y salieron a su encuentro. Para mí fue una imagen que nunca olvidaré de cómo en la distancia era testigo del amor, gratitud y admiración que muchas autoridades de la Iglesia sentían hacia ese hombre que anuncia a Cristo con todo su ser. Yo también le abracé desde el lugar que ocupaba y le di gracias a Dios por habernos regalado a esta persona. Llegó el Papa, saludó a cuantos estábamos allí recorriendo con el Papamóvil la abarrotada plaza. Intervinieron Chiara Lubich, Kiko Argüello, Jean Vanier y don Luigi Giussani. Empezó: “Fuomo...”, hablando de su gran pasión: el hombre, sin rodeos ni preámbulos. Entre el italiano, que desconozco, y las deficiencias de sonido en las terrazas donde nos encontrábamos, me perdía, pero la experiencia de que el Espíritu Santo estaba allí era tan real como las palabras que escuchaba y no llegaba a entender. Finalizada su intervención, un abrazo de rodillas delante del Papa como un hombre absolutamente libre, abandonado en Cristo, hizo que prorrumpiera en aplausos y tomara conciencia de lo que este hombre anuncia al mundo entero: la persona de Cristo, de “ese abrazo profundo del Misterio, contra el cual nada puede hacer el hombre, nada puede objetar”. Terminado el acto, consciente de haber vivido un momento histórico en la vida de la Iglesia, abandonamos la Plaza de San Pedro, dando gracias a Dios por haber podido estar allí. Ahora en Madrid, en la lejanía de la distancia pero en la cercanía del corazón con los momentos vividos, escuchando los testimonios de los amigos que han leído las palabras de don Giussani y me las explican e iluminan, entiendo más que nunca las manifestaciones que hacia su persona se dirigen y a las que me adhiero, de admiración, gratitud y reconocimiento para ese hombre que no se cansa de repetirme que Cristo es la razón de mi existencia.
Fran, Madrid

Frutos inesperados
Estoy pasando un período, ya casi de dos años, sin recoger mucha cosecha. Uno puede plantar perfectamente, regar cuando se debe, y, sin embargo, no salen los frutos previstos. ¡Cuidado, he dicho ‘no los previstos’! A mí, por ejemplo, me están empezando a salir frutos inesperados: estoy echando raíces. Me veo obligado a purificar las razones por las que me muevo por Cristo. También Él ha hecho todo por el Padre, y no quedaba aprisionado por el sutilísimo chantaje del éxito. Si todo lo hace por el Padre, incluso salvar al mundo, entonces su alimento es hacer Su voluntad. Y ese ‘por el Padre’ no es una consolación de los tontos. Es una relación que es capaz de llenar la inteligencia y el afecto sin quitar un ápice de dificultad y sufrimiento, que me hace libre respecto a todo. No indiferente. Al contrario, más apasionado. En última instancia libre. Sólo aceptar hacer esta experiencia me ha abierto la posibilidad de un nuevo inicio. Se trata, como dice la Escuela de Comunidad, de hacer una experiencia.
Y la experiencia no se hace de lo que nosotros queremos, sino de lo que de hecho nos ocurre. Y del juicio sobre lo que de hecho nos ocurre brota el famoso milagro del cambio. Pero el paso fundamental es el hacerlo “por Ti”. Eso ya libera, es ya el principio de la liberación.
Pepe Clavería, Viena

Publicamos con agradecimiento los telegramas que, entre muchos otros, han dirigido a Huellas el cardenal-arzobispo de Madrid, Antonio Ma Rouco Varela, y el arzobispo de Santiago, Julián Barrio Barrio

Estimada directora:
He recibido su carta comunicándome el envío, junto con la revista Huellas, del texto de la Exposición fotográfica del Happening de este año, que la Asociación Cultural Atlántida organiza en el Campus de la Universidad Complutense, y que tuve la ocasión de visitar. Se lo agradezco, y les felicito de veras a cuantos lo han hecho posible, el Happening, y especialmente la Exposición sobre la liberetad. Reciba mi saludo cordial.

Monseñor Antonio María Rouco Varela
Cardenal-Arzobispo de Madrid

Madrid, 2 de junio de 1998

Reciba mi cordial enhorabuena por la labor que está realizando a través del movimiento Comunión y Liberación, obedeciendo al carisma con que el Señor le ha llamado a servir a la Iglesia. La revista Huellas es un signo más de una vocación de servicio y de una presencia viva en el acontecer eclesial. Cordialmente,

Julián Barrio Barrio
Arzobispo de Santiago

Santiago de Compostela, 28 de mayo de 1998

Dios necesita de los hombres
Cuando conocí a Andrés no sabía que pertenecía a los Memores Domini. Nos presentaron -hace ya varias primaveras- en una terminal de Ormeño, en la ciudad de Trujillo, al norte del Perú. Me impresionó desde un inicio su forma de ser y su convicción en el hablar. ¿Nos unió la casualidad o el destino? Ahora sé que fue Dios, esa Presencia infinita que nos habla a través del lenguaje sencillo y humilde del apóstol. El resto de lo que pasó ya se puede avizorar: las propuestas, los encuentros y las llamadas. Dios necesita de nuestra disponibilidad y obediencia para cumplir su misión aunque seamos instrumentos imperfectos. Dios se vale de instrumentos débiles como la fragilidad de Pedro para hacerlo piedra angular; deficientes como Pablo que, a pesar de su tartamudez, fue el apóstol de los gentiles; pescadores sencillos y ordinarios para convertirlos en portavoces de su Buena Nueva y pescadores de hombres. Dios necesita de signos concretos que muestren en sí un significado; como el de Andrés.
Javier, Lima

Ed. Encuentro en México
Quiero hablarles del ímpetu que me mueve para hacer las cosas, especialmente las relacionadas con el Centro Cultural “La Aventura Humana”. En el trabajo del Centro experimento que no soy capaz, pero Cristo me ha elegido y Él me hace. Así, hace unos días tomé el teléfono y pregunté en Información el número de la Casa de la Cultura de Tonalá, en Chiapas. Porque momentos antes un amigo me había dicho que había ido a trabajar ahí y que era un pueblo muy chiquito con una carretera hermosa llena de vegetación). Llamé, pregunté por el director y escuché la voz de una mujer que me dijo: «No hay director, sino directora y soy yo». Me presenté titubeante como la representante de Ediciones Encuentro (no sabía qué decirle y me adjudiqué el nombramiento). Le hablé con una certeza que les puedo asegurar no viene de mí sobre el libro de un escritor italiano llamado Luigi Giussani, Educar es un riesgo, y así concertamos una cita para su presentación, agradeciéndome ella el haber propuesto una iniciativa semejante. Otro día tomé unos cuantos de nuestros libros, aquellos que don Giuss nos recomienda a través de la Escuela de Comunidad, y fui a tres o cuatro librerías con el único deseo de que fueran conocidos. En todas me decían que sí los iban a exhibir pero no me decían cuándo, hasta que, por obediencia, insistí y llegué a la Librería Universitaria donde ahora podemos ver un pequeño lugarcito donde se exhibe y se vende: El rostro del hombre, Miguel Mañara, y muchos libros más que empiezan a ser conocidos por muchos. Y en esta obediencia a las circunstancias que me han tocado vivir, me descubro cada vez más persona, me descubro cada vez más amada. Recuerdo ahora a un amigo muy querido, Fabrizio, que me decía: «Todo coopera al bien». Yo no le entendía, es más, le contestaba de mal modo: «Será para tu bien o para el de los demás, pero no para mí». Sin embargo, ahora puedo decir con esperanza cristiana, par-tiendo de lo que ya aconteció, que la realidad es positiva. Esto lo he podido verificar en la manera en que ahora realizo lo que me toca hacer, la vocación a la cual fui llamada, a ser mamá, a mi trabajo, que cada día va resultando una verdadera aventura humana. Cada gesto se ha convertido en la ocasión que El permite para que yo vaya a su encuentro.
Dora luz, Oaxaca

Un porqué
Publicamos la carta que un bachiller de Medellín escribió tras haber pasado unos días con los amigos del movimiento de Colombia.

Acabo de llegar a casa: otra vez los mismos problemas, las mismas discusiones, en conclusión, la misma vida. Después de esta fantástica semana no es automático volver a reconocer la presencia del mismo acontecimiento que hemos vivido en estos días. He llegado a discutir con mi padre porque me ha preguntado: «Y bueno, ¿cuál es el fin de ese movimiento? ¿Qué es lo que pretende?». ¡Qué complicado es explicarle a tu padre! Empecé diciéndole que el movimiento no pretendía nada, no buscaba nada, pero él insistía en que todo en esta vida y en este mundo pretende algo. Le he tenido que explicar que no es el movimiento el que desea algo de nosotros, sino que por el contrario, somos nosotros quienes buscamos algo, que es precisamente la felicidad. Es inconmensurable para la razón, para nuestra capacidad de describirlo. Sólo puedo decir que si lo dejo ya no soy nada, no existo. Pero, ¿cómo? ¿Quién puede decir cómo Dios está presente en todo? La respuesta es sencilla: todo te lo dice, todo te indica que el valor constitutivo de la realidad es Él en cada cosa, momento, persona... En fin, es impresionante encontrar personas a las que tras cinco días pueda llamar “amigas”.
Santiago, Medellín

La caritativa
El padre Mario Peretti nos sugirió la posibilidad de comenzar una caritativa con nuestro grupo de fraternidad, y así lo hicimos yendo una vez al mes al Hospital de San Juan de Dios de Ramos Mejía en Buenos Aires. Allí no tenemos ninguna función en especial, sólo acompañar por un par de horas mensuales a las personas del asilo. La mayoría de ellos son enfermos terminales que padecen enfermedades graves que avanzan indefectiblemente dejándolos entumecidos, sin posibilidad de moverse. El caso es que yo entablé amistad con Enzo, un hombre de unos 45 años, casado y con una hija, militar de profesión y que había vivido grandes aventuras de traficantes y drogas, ya que era de la Prefectura Naval Argentina (sector del ejército encargado de vigilar las fronteras). Mes a mes nuestra amistad fue creciendo sin hablar más que de sus historias, de fútbol y de mujeres. Su enfermedad avanzaba imparable junto con su dificultad para hablar y moverse. Un día me sorprendió con las siguientes palabras: «Pablo, no quiero vivir más, estoy su-friendo como un perro, me duele cada hueso del cuerpo y me quiero morir. No quiero vivir así».Yo le respondí, conmovido, que si estaba vivo era porque todavía tenía que hacer algo en su vida, que rezara preguntándole a Dios qué era lo que quería de él y por qué no se lo llevaba. Un día, cuando ya estaba realmente destruido física-mente y prácticamente no se le entendía nada de lo que decía, me sorprendió de nuevo. Al saludarle, me hizo la pregunta más simple que había escuchado en mi vida y al mismo tiempo la más dramática: «Y ahora, ¿qué hago? No aguanto más». Creyendo que se había olvidado de lo que le había dicho varios meses atrás, le respondí: «Reza, pide»; pero él me sorprendió: «Ya lo hago todos los días». Tras unos minutos de silencio, le dije: «Entonces, recemos juntos», y rezamos un Padrenuestro en medio de su balbuceo y mi estupor por lo que estaba pasando. Al mes siguiente no pude ir a la caritativa porque tenía un viaje de trabajo, pero su compañero de habitación me dijo que un día se durmió y no volvió a despertarse más.
Pablo, Buenos Aires

Piedras vivas

Los pasados 8, 9 y 10 de mayo hemos realizado un viaje a la ciudad de Oaxaca con 18 bachilleres. El motivo del viaje era ayudarnos a mirar la belleza que ofrecen las construcciones del siglo XVI, ex-conventos e iglesias. Los lugares que visitamos testimoniaban que sólo la unidad en Cristo podía construir algo así: la Iglesia de Santo Domingo, el ex-convento e iglesia de Yanhutlán, construida por los dominicos, como también la iglesia de la Soledad, ya que los dominicos extendieron su influencia por todo el sur de México, principalmente por Oaxaca y Chiapas. Estas construcciones dejan ver el trabajo de hombres que respondían a lo que les había acontecido, logrando una belleza incomparable. Nos dábamos cuenta de que sólo frente a un Tú presente se puede responder con energía, creatividad y audacia. En una época en que los hombres se muestran tan incapaces de construir cosas bellas, admirar la arquitectura del XVI hubiese sido imposible, algo lejano e incomprensible, fuera de nuestra experiencia, si no hubiésemos sido guiados por personas que reflejan en su rostro la novedad del mismo acontecimiento. Como el padre Pascual, que explicó con detalle la iglesia de Santo Domingo y en cierto momento se detuvo y dijo: «Muchachos, esto es para ustedes. Sin Cristo la vida... se vacía, no vale nada». O la forma en que el padre Fabio por la noche en la cena cantó canciones napolitanas con tal pasión que los muchachos se admiraban de que cantar pudiera ser tan serio. De manera que la forma de actuar, de moverse, de entender la realidad en nuestros amigos, donde todo conlleva un nexo con un significado, fascinaba a los muchachos. La cultura no se quedaba ahogada en los muros de los ex-conventos e iglesias, sino que era una propuesta de vida real y alcanzable porque se veía frente a nuestros ojos, pidiendo sólo la adhesión y despertando el deseo del corazón. El mirar a Daniel Semprini, a René, a Cecilia, fue volver a experimentar que la relación con la realidad no es un deber, un hacer, sino un concebirse perteneciente a Otro.
Guadalupe, México. D.F.

Una unidad misteriosa

A partir del encuentro con Rafael del Busto, universitario del CLU de Lima, surgió en 1998, en Huánuco, en la Sierra Central de Perú una pequeña comunidad universitaria de CL.
Conocí el movimiento en Lima en el momento en que me encontraba más necesitada, y cuando después se formó un grupo de CL aquí en Huánuco fue para mí una dicha tremenda. Sé que he aprendido algo de «la verdad de la vida» y esto me está ayudando a superar el dolor amargo y el vacío existencial que he sentido toda mi vida. Siempre recuerdo y hago experiencia de lo que dice la Escuela de Comunidad cuando habla de “Una unidad misteriosa” (p.144): «La relación de unidad en Cristo y con Cristo, si bien no es necesariamente de alegría explicita, sin embargo siempre es de paz».
Lili, Huánuco

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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