Algunos fragmentos de las intervenciones de Chiara Lubich, Kiko Argüello y Jean Vanier
LUBICH
Movimiento de los Focolares
Santo Padre, Usted ha reconOcido que la chispa inspiradora de todo lo que se hace bajo el nombre Focolar es el amor. Y es esto, Santo Padre, es ésta la fuerza de nuestro movimiento. Ser amor y difundirlo es el fin último de la obra de María. Ella, de hecho, es llamada a llevar al mundo una invasión de amor. Además Usted, Santidad, ha subrayado aquí, recordando otros movimientos espirituales de la historia, una “radicalidad de amor”. Y. ¿cómo no puede ser así, si la mirada de todos los que forman parte del movimiento está dirigida, como modelo, sobre Jesús crucificado en su grito de abandono?. El amor más radical es justo éste, donde culmina su sufrimiento. Nuestro secreto para recomponer en unidad cualquier división o separación, donde quiera que sea, consiste en El - que abandonado del Padre, se reabandona en El, que sintiéndose desunido del Padre, se reúne con Él -, (...) A menudo, tomando conciencia de la consistencia y de la difusión mundial de este movimiento, Usted ha exclamado: «Sois un pueblo». Sí, Santo Padre, somos un pueblo, un pequeño pueblo, parte del gran pueblo de Dios, y cuando sobre todo nuestros jóvenes le han comunicado su deseo de llegar a hacer de la humanidad una sola familia, más que soñar y trabajar por un pueblo unido, Usted siempre ha comprendido y sostenido este ideal, que a muchos parecía utópico.
ARGÜELLO
Movimiento Neocatecumenal
Estamos contentísimos, Santo Padre, porque Usted nos ha convocado para agradecer al Señor los dones maravillosos de apostolado, de evangelización, de santidad, que el Espíritu Santo está suscitando en la Iglesia, como fruto del Concilio, para prepararla a la evangelización del mundo secularizado, para hacerla capaz de actuar en la nueva evangelización. Pero, ¿cómo llevar esta riqueza inmensa a todos los hombres? (...) El Señor nos ha enviado a vivir entre los pobres donde, junto a los más miserables, nos ha hecho encotrar una síntesis de predicación, un kerygma: el redescubrimiento del Misterio pascual en una liturgia viva que transforma la vida de las personas y sobre todo hace aparecer la pequeña comunidad cristiana, todo ello partiendo del Concilio Vaticano II. Esto es lo que somos: un instrumento para ayudar a llevar la novedad del Concilio a las parroquias. Pensamos que el significado del Concilio es la respuesta del Espíritu Santo al desafío del Tercer Milenio, sobre todo al desafío de la secularización. Para evangelizar al hombre contemporáneo, se necesitan signos que reclamen a la fe. (...) Se necesita que nuestra fe se haga adulta y pueda ofrecer signos al hombre moderno. (...) Entonces, Santidad, continúe ayudándonos, porque esta obra nos supera y nos sentimos pobrísimos, siervos inútiles, incluso totalmente impedidos. Sin Pedro, no podríamos seguir adelante.
VANIER
Communautés de L’Arche
Tú has escogido a los locos para confundir a los sabios, has escogido a los débiles para confundir a los fuertes. Es este el misterio de nuestra decisión de vivir en el “Arca”.
Este es el misterio de los pobres. Jesús ha dicho: «Cuando acojas a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoges a mí, y aquellos que me acogen, acogen a Aquél que me ha enviado». Este es un misterio de fe muy dulce y muy lleno de cruz porque, cuando vivimos con el pobre tocamos todas nuestras heridas, nuestros handicaps, angustias, violencias, todas nuestras dificultades en las relaciones. Descubrimos, de repente, que la buena Noticia es anunciada no a aquellos que sirven a los pobres, sino a los pobres, porque hay un misterio en el sacramento de los pobres que nos conduce a nuestra misma pobreza. Y descubrimos que es necesario que la semilla muera para producir fruto abundante. Yo creo que en el fondo de nosotros, descubrimos día tras día, cada vez más a María al pie de la Cruz, y sabemos que en muchas de nuestras comunidades, muchos hombres y mujeres que acogemos con graves handicaps, no los curaremos nunca (...), pero María es un modelo para aprender cómo permanecer a los pies de la Cruz.
Sabemos que somos frágiles, débiles, pequeños, pero queremos ser un signo, un pequeño signo, no la solución, del amor de Dios para con todos los hombres.
Descubrimos que si acogemos un pobre, él nos conduce al Dios del amor, nos conduce a Jesús.
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