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Huellas N.02, Febrero 1998

VIDA DE CL

Paraguay
Los 14 del "Panchito"

Giovanna Tagliabue

Sacramento de la confirmación para catorce reclusos de la cárcel de menores de Asunción. Un fruto imprevisible de la caritativa.
La catequesis con el libro Huellas de experiencia cristiana.
La noticia en las portadas de todos los periódicos.


Es un milagro que estos chicos hayan encontrado en la prisión a Cristo y su vida haya cambiado. Este tiempo ha servido para generar este encuentro que es como una flor en medio de un pantano». Con estas palabras, pronunciadas durante la homilía, S. E. monseñor Adalberto Martínez, obispo auxiliar de Asunción, comentó el acontecimiento que el 28 de diciembre abrió de par en par las puertas de la cárcel de menores «Panchito López» de la capital paraguaya. Aquel día, catorce jóvenes presos recibieron el sacramento de la confirmación de manos del obispo. Se habían preparado durante dos años con la ayuda de un grupo de jóvenes trabajadores de CL que cada domingo se acercaban al «Panchito» para hacer la caritativa. «La verdadera libertad - siguió diciendo monseñor Martínez, que ha llevado a cabo un trabajo pastoral durante varios años en las cárceles de Estados Unidos y de las Islas Vírgenes - es poseer la paz y el amor de Jesús, es decir, ser liberados espiritualmente antes que físicamente». Insistió para que estos jóvenes transformados por el gesto sacramental contribuyan positivamente a la sociedad, a partir de esta observación: «Todos cometemos errores, pero la grandeza de Jesús se manifiesta en la fuerza del perdón».

La caritativa en el «Panchito»
Los catorce protagonistas de esta historia, espectáculo para los hombres y para los ángeles de Dios, son: Robert O., Santiago A., Edgar C., Carlos Manuel D., Bernardino C., Arsenio E. F., César A. C., Juan R, F., Víctor C., Juan V., Cristina Z., Rubén M., Víctor V., César O. M. Durante la celebración estuvieron acompañados por otros tantos padrinos - todos ellos amigos del movimiento que los habían preparado para el sacramento de la confirmación - y de sus familiares.
Desde hace cuatro años, los jóvenes trabajadores de CL de Asunción hacen la caritativa en el «Panchito». Y hace dos años algunos de los jóvenes reclusos del reformatorio pidieron que les preparasen para la confirmación. Así, Pedro, junto a otros cuantos, daba todos los domingos una hora de catequesis utilizando el texto de don Giussani Huellas de experiencia cristiana. Y precisamente Pedro, uno de los catorce padrinos, respondía a un periodista que le preguntaba las razones de aquella amistad nacida entre los muros y florecida en la confirmación: «Estos jóvenes reciben cosas materiales, pero sobre todo tienen necesidad de unos amigos, esto es, de alguien que les zescuche, que les ayude, que les dé razones y coraje para soportar la prisión y la situación incierta en la que viven. Por este motivo algunos hemos comenzado a hacerles compañía el domingo y algunos de ellos, con edades comprendidas entre los quince y los veinte años, espontáneamente han pedido recibir la primera comunión y la confirmación».

Camisa blanca con corbata
El día previo a la ceremonia, el padre Aníbal los confesó a todos y, al alba del domingo 28, fiesta de los Santos Inocentes, los padrinos entraron en la cárcel para preparar lo mejor posible a sus “ahijados”: ¡ducha, afeitado, pantalones, zapatos, camisa blanca y corbata! Estaban guapísimos, en fila frente al obispo. El acontecimiento ha tenido repercusión en la opinión pública - todos los periódicos dedicaron la primera página a la noticia - que no ha podido dejar de considerar a aquellos catorce jóvenes reclusos como «personas», con la misma dignidad que Dios ha dado a cada uno de nosotros.
Lo que más impresionó fue la seriedad con la que todos participaron en la liturgia, tanto los confirmandos, con sus respuestas «decididas» a las preguntas de monseñor Martínez: «¿Renunciáis a Satanás?». Su «¡Sí!» fue como un grito que expresaba un deseo de algo verdadero, más humano; como sus amigos, que en absoluto silencio les acompañaron durante la ceremonia, testigos de un suceso tan misterioso, real y físico como los muros que nos hospedaban aquel 28 de diciembre.
La fiesta que siguió a la confirmación, con tarta, cantos, juegos y brindis, fue muy hermosa - como todo, por otra parte -, gracias también al director de la cárcel, que ofreció toda la colaboración necesaria para llevar a cabo el gesto.
Creo que para todos nosotros esta es otra gracia de la Virgen de Caacupé: una vez más ha querido hacernos experimentar que sólo Cristo es la respuesta al deseo de felicidad del hombre, en la compañía humana nacida de nuestro “padre” y de todos nosotros, sus hijos. La amistad de Cristo es realmente una humanidad nueva, en un pueblo fascinante. Y un poderoso factor de reinserción social.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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