Va al contenido

Huellas N.09, Octubre 2019

PRIMER PLANO

Comprobar en la vida

Paola Bergamini

El relato del Equipe de Gioventù Studentesca, entre chavales y adultos, en un diálogo a fondo sobre qué significa que «el camino a la verdad es una experiencia». Y qué significa amar la libertad del otro

«Sambalando, sambalando / ¿Qué tienes tú que no tenga yo?». El grito de los esclavos negros en América Latina resuena en el salón del hotel TH Marilleva 1400, en el Trentino. Lo cantan 500 voces, entre bachilleres y adultos, que siguen la experiencia de Gioventù Studentesca como responsables. Llegan de distintos países. Algunos como los polacos han hecho 19 horas en autobús, hay quien viene solo y no conoce a nadie de su edad. «¿Qué tienes tú que no tenga yo?», repite el estribillo. ¿Por qué venir estos tres días de finales de agosto, tal vez con el “peso" de algún examen pendiente de recuperar y la certeza de no haber estudiado lo suficiente? O, en el caso de los profesores, teniendo que posponer alguna reunión o compromiso del comienzo de curso «porque tengo una cita imprescindible». La primera noche, en la cena, una profesora contaba que en el Meeting había vuelto a ver a algunos chavales con los que había estado de vacaciones. «Me impactaron sus rostros. Ya no estaban encerrados en sí mismos, se les veía felices. Me interesa saber qué les ha pasado. Y qué me ha pasado a mí».
El lema de estos días era “El camino a la verdad es una experiencia". Todo se juega a partir de esa palabra: experiencia, no como cosas que se prueban o se sufren, sino como la posibilidad, dentro de la vida, de crecer, de descubrir el valor de lo que se ha encontrado. La experiencia es algo que se da y que no se limita a un bonito recuerdo.
Vale, ¿y para mí, que en el fondo estoy aquí por “trabajo"? Es la misma posibilidad. También se vive mirando. No hay otra opción, para conocer hay que
toparse con la realidad, descubrir su sentido. Es lo que decía Francesco Barberis, responsable de GS, en la introducción. «Vivir el ideal en el instante, no como reflexión sino como pregunta. Para enamorarnos de Cristo, que nos ha hecho este regalo: la compañía de Gioventù Studentesca (GS), independientemente de cualquier mérito o capacidad nuestra. Una compañía donde tú eres importante, tal como eres. Yo estoy aquí para serviros, como los camareros en las mesas, y tengo el honor de deciros: “¿Caminamos juntos?"».
Después de la excursión, en la explanada, con las botas desatadas y los bocadillos en la boca, salta Tommaso, en su último año de liceo: «Pero mis amigos del barrio donde vivo ¡ni siquiera saben quién es Jesús! Yo he intentado hablarles de esta vida que he encontrado, pero no nos entendemos. ¡No soy capaz de moverlos!». «Es verdad. Nos conocemos desde siempre, hemos crecido juntos. ¿Qué hacemos?», insiste Lorenzo. Parece un callejón sin salida, una búsqueda inútil de algo que “hacer". Y da paso a una pregunta: ¿pero GS solo es un grupo o me ayuda a vivir?

Por diversos motivos, Giulia lo dejó un tiempo para dedicarse más al estudio.
Organizaba conferencias, se apuntó a todas las asociaciones de estudiantes. Una carrera escolar muy activa, hasta que se dio cuenta de que muchos pre-sumen de cultura y de saber, pero la realidad no es así. Se sabían todas las reglas para vivir la vida, pero no para disfrutarla, para ser felices. «Me pasé el verano pensando que ya nada podía sorprenderme; en realidad esperaba que algo pudiera hacerlo», escribió en su contribución, que Pigi leyó durante la lección. «Especialistas sin espíritu, hedonistas sin corazón», como los definía Max Weber. Pero ahora Giulia está aquí. «Porque en GS no hay grandes discursos ni organización de eventos para atraer a la gente, pero aquí hay un gusto por vivir que nunca había visto antes. Basta con estar, con decir sí», dice Pigi. «A todos les gustaría encontrar una experiencia así». Pero Anna tenía dudas, pensaba que a sus amigos, incluso a los que más quería, no les podía interesar esta amistad. «Sin embargo, no podía creer en un Dios que no fuera para todos, en una compañía que no pudiera alcanzar a todos». Así que invitó a sus compañeros a un acto organizado por GS. Uno de ellos le dijo al acabar: «Se ve que lo vuestro es una amistad verdadera». Aquella noche marcó un antes y un después. «Me di cuenta de que yo podía llevar lo que había encontrado sin tener que hacer quién sabe qué, sino sencillamente viviendo. Siempre necesito comprobar que es real lo que he encontrado», escribió en su contribución. Y la comprobación se hace buscando la Presencia misteriosa que te ha salido al encuentro. «Eso hizo que se creara un diálogo con Dios, al que ahora considero un amigo», escribe Agnese. Hasta el punto de encontrarse cara a cara con Él, a solas, en esa soledad buena que a María le hace decir: «¿Para qué me estás llamando? ¿Quién eres? Necesito ser amada de verdad, siempre». Es el vértigo de la relación con el Misterio. En la explanada enfrente del hotel, Tommaso se prepara un cigarrillo y salta: «Yo sigo pensando en mis amigos del barrio. No tengo una respuesta». Luciano se le acerca con el mechero: «Mira, en Milán muchos de mis compañeros del cole están en GS. Yo tengo mis altibajos. Pero tengo un amigo que nunca ha querido saber nada y siempre he pensado que no le interesaba. Este año, al volver del Triduo Pascual, no me preguntes por qué, le conté cómo habían ido esos tres días. ¿Sabes qué me dijo? “¿Por qué no me has invitado?"». Tommaso sacude la cabeza: «¡No conoces a los míos!». «No, antes ni siquiera te conocía a ti». Lorenzo, que hasta ese momento guardaba silencio, los mira a ambos. «En esta compañía está la verdad, eso yo lo sé. Tengo la misma pregunta que Alfiero y pienso: ahora me encuentro en el País de las Maravillas, todo es bonito, ¿y cuando vuelva?».
La conversación sigue en la mesa, donde se incorporan Bianca, Andrea, Marina, otros chavales y un par de profesores. No se conocían hasta unos minutos antes. Sería muy fácil darles ciertas “instrucciones", ciertas ideas, y cerrar la partida. Los miro y pienso: no, no es posible. Menos aún con la experiencia de estos tres días.

Precisamente empieza por ahí, por cómo se miran los chicos, el diálogo de los profesores con Julián Carrón, guía del movimiento. Con el deseo de ver qué obra el Señor en los chavales, porque a menudo se corre el riesgo de saltarse su libertad. Entonces, animados incluso por buenas intenciones y acaso pidiendo ayuda a otros, no se propone, de alguna manera, se impone. Aquí la cuestión da un vuelco: el “problema" no son los chicos sino tú, adulto. Por tanto, la verdadera pregunta es: ¿qué es lo que te constituye en la relación con los chicos? ¿Una necesidad? ¿Una carencia? Eso no es suficiente para respetar su libertad. La única posibilidad es vivir una sobreabundancia. «Solo una persona que hace experiencia de la desbordante riqueza del Ser es capaz no solo de respetar la libertad del otro sino de amarla, de amar su destino», aclara Carrón. Solo un sujeto que vive de esta manera es «una presencia cargada de significado», como decía don Giussani, sencillamente porque lo vive. Los chavales perciben esto inmediatamente: buscan y se “pegan" a hombres y mujeres llenos de esta sobreabundancia. Eso es el reconocimiento de la autoridad, es decir, reconocen que eres importante para su vida. Pisotear la libertad del otro significa fiarse más de reglas e “instrucciones para el uso", que son el signo del fracaso educativo. Eso es lo que está en juego en la relación con los chicos: ofrecerles una ayuda que les permita conquistar desde dentro de su experiencia la verdad que están buscando.
Eso implica correr riesgos, incluido el de equivocarse. Sobre todo, implica no retenerlos por la fuerza, dejarlos marchar, como hizo el padre del hijo pródigo. Para que puedan hacer su camino, precisamente.

Después de ese encuentro, Anna relee el whatsApp de un alumno suyo al que le han quedado tres asignaturas, entre ellas la suya. «Profe, le agradezco mucho la ayuda que me prestó durante el examen, pero no creo que nos veamos el año que viene. Quería escribirle para darle las gracias de corazón por las palabras que me dijo, han sido muy útiles para mí y las guardaré como un tesoro». Después de la prueba oral, le felicitó porque lo había hecho muy bien y eso demostraba sus capacidades, aunque había estudiado poco. Y añadió: «Tú puedes ser grande no solo en inglés, también en la vida. Mira la grandeza de tu corazón y de tu deseo más que tus fracasos. Y si fracasas, puedes decidir empezar de nuevo». El muchacho se echó a llorar. El ritmo de Sambalando retorna antes de la asamblea de los chavales con Carrón. «Este canto habla de un hombre que tiene dentro un gusto y una pasión por la vida», explica Pigi. La misma pasión que animaba las intervenciones. Lo ponían todo en juego, sin reticencias, hablando de sí mismos. Una pasión que te despierta y te sorprende. Como si dijeran, ¿y ahora qué pasa?
Davide habló de sus vacaciones en la Toscana con sus amigos. «Sentí un peso, en comparación con las vacaciones de GS, donde había algo distinto, estaba feliz». Primer punto: un juicio claro por el que te das cuenta de que no todo es igual. «Has visto algo estupendo que querrías que volviera a suceder, pero no lo puedes replicar. ¿Cuándo os ha pasado esto en vuestra experiencia?», pregunta Carrón. No hay respuestas preparadas, instrucciones para el uso, sino la búsqueda de la verdad, paso a paso, juntos, para darnos cuenta de lo que hay. Anna habla de su campamento scout. ¿Qué indicios existen para decir que era la misma experiencia? «Mi corazón lleno. Y abierto, porque sé que vuelve a suceder. Espero». La actitud adecuada es la de la espera, estar en tensión. «Es decir, ser sencillos de corazón para poder sorprender, interceptar lo que Jesús nos dice. No depende de nosotros, pero cuando vuelve a suceder nos sorprende y llena el corazón, es algo de lo que tenemos experiencia».
A Kristina le preocupa más otra cuestión. Habla de un amigo que la ha hecho sentir especial. «Pero yo no quería compartirlo con nadie. ¿Cómo se puede amar sin poseer?». Al escucharla, pienso: ¿pero esto qué tiene que ver con lo que se estaba hablando? Pero esa es la cuestión. Seguir lo que hay, acompañarles. Sin rebajas. Así es como se crece. Carrón dirige la pregunta a todos: «¿Se puede amar sin poseer? Contad un hecho donde se vea que es posible». Chiara discute con su mejor amigo y él no quiere volver a dirigirle la palabra. Podría enfadarse, ir a buscarlo, imponerse, pero en cambio no lo hace, entiende que respetar esa decisión significa amar su libertad. «Así es como me he dado cuenta de que le quiero». Parece una paradoja. Se ama de verdad amando la libertad del otro, sin agobiarlo.

Se avanza por etapas de aproximación. «¿Qué camino debemos hacer para aprender a amar así?», pregunta Carrón. Emanuele tiene una novia a la que le gustaría amar totalmente. En las vacaciones de GS vivió una experiencia de plenitud que nunca antes había sentido. «La misma preferencia que vivo estos días». «¿Y eso qué tiene que ver con tu novia?», le interrumpe Carrón. «Ha cambiado mi idea del amor, me he dado cuenta de que ahora la quiero más». Otro paso. «Ha sucedido por la experiencia totalizante que has vivido», continúa Carrón. «Dar espacio, no con palabras sino como experiencia, a esa Presencia, a Jesús, que llena el corazón y permite amar al otro. Se parte de una plenitud, no de una carencia. Cada uno debe correr el riesgo de verificar si esto es cierto, si Jesús llena tanto que permite amar sin poseer. Eso se llama virginidad, y no es solo para los curas». Sin esta verificación, antes o después solo quedará la rabia, porque el otro nunca podrá satisfacer el deseo que tenemos de ser amados. Para Elena, la timidez siempre ha sido un freno. «En esta soledad, empecé a rezar y llegaron encuentros importantes. Pero permanecen el miedo y la tristeza de tener que chocarme siempre con esta parte de mí». «¿Dónde la has vencido?», le pregunta Carrón. «En GS he encontrado jóvenes a los que les gustaba cantar, algo que a mí me encanta. Con ellos ha nacido una amistad de verdad». «Entonces no has hecho ningún curso contra la timidez. Ha habido personas con las que te has sentido libre. Ese es el método que usa el Misterio para hacernos ser nosotros mismos: una preferencia. Nos pone delante personas donde esta victoria es visible. Basta secundarlo». Otra vez la experiencia. Ese es el camino: ir hasta el fondo de lo que sucede, hasta el origen. «La soledad, el miedo, son ocasiones para abrirnos a una relación, para interceptar al Misterio», continúa Carrón. Si lo piensas, vivir así es más sencillo. Y también más fascinante, porque no hay nada mecánico ni obvio.
La última pregunta es la de Luigi: «¿Cómo sigue este camino?». «Igual que ha empezado: siguiendo un atractivo», responde Carrón. Quiere decir no estar nunca tranquilos, nunca relajados pensando haberlo entendido todo. Pero esta es la apuesta de la vida. Que tiene su origen en un amor a uno mismo. Te amas a ti mismo por el deseo de felicidad que te constituye. «El límite extremo de la audacia es amarse humildemente a uno mismo», afirmó Giussani durante un encuentro de universitarios. «Lo más importante en mi vida ha sido que nunca decayera esta urgencia que llevo dentro, ese deseo de plenitud que el Misterio ha puesto en mis entrañas. Tomar en serio mi humanidad», concluye Carrón.

Al fondo del salón, Daniele Mencar lli ha seguido toda la asamblea. En el bar, antes del encuentro donde iba a hablar sobre su último libro, La casa degli sguardi (La casa de las miradas, ndt.), dice: «Nunca había visto un lugar donde los chavales se sienten tan libres para plantear preguntas tan profundas y personales. No sé si os dais cuenta».
«Esperas un día distinto / esperas un día que llegue / esperas tener fuerzas. Pero dentro de ti no ha desaparecido el recuerdo de un lugar donde ser es más que obtener, donde has aprendido a esperar, todavía puedes ser leal», dice la canción portuguesa que Leonor canta el domingo por la mañana, el último día. La nostalgia de algo perdido que resuena en esas palabras parece romperse en pedazos cantando el estribillo de Liberazione 2: «Solo Tú puedes llenar el vacío de mi mente».
Ese Tú que nos ha atraído, haciendo alegre nuestra vida, es un don gratuito. Llena hasta tal punto el corazón que dan ganas de empezar las clases. «¿Os atrae más la asociación de estudiantes, el éxito en los estudios?», les reta Pigi. «¡Adelante! Pero si eres leal, ¿qué es lo que verdaderamente te conquista? Este atractivo que sorprende. Y que nos libera. ¿De qué? Del miedo a equivocarnos». Porque Jesús dijo: «Yo estaré contigo para siempre». No hay nada que defender. Se trata de una experiencia de liberación que pide tu sí, igual que a María. Dios lo apuesta todo por tu libertad. Liberado del error, puedes por fin amarte a ti mismo. «Se jacta de la herida el alma que ha recibido en lo profundo de su corazón la punta de un deseo inmortal», escribió san Gregorio de Nisa. Cuando se ha vivido un amor así, solo queda el deseo de que te vuelva a alcanzar de nuevo. «Mantén los ojos bien abiertos para encontrarlo. Se ve que uno ha encontrado el cristianismo no porque sepa muchas cosas sino porque tiene esta pobreza de espíritu. Esto es lo que yo os deseo al comienzo de este curso», concluye Pigi.
Después de estos tres días de camino juntos, ese deseo vale también para mí. Me viene a la mente una frase de Romano Guardini que a don Giussani le gustaba mucho: «En la experiencia de un gran amor, todo lo que sucede se convierte en acontecimiento dentro de su ámbito».
Tommaso deja en el suelo su maleta y, mirando a Lorenzo, dice: «¡Amarme a mí mismo! ¿Pero te das cuenta? Tengo que empezar por aquí con mis amigos del barrio. Ahora será otra cosa». «¡Nada de País de las Maravillas! Ahora tengo muchas ganas de volver». Yo también.


 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página