Va al contenido

Huellas N.01, Enero 1998

PORTADA

Nuevas posibilidades

Carlo Lancelloti

También en Washington los libros de Giussani en inglés. Con Schindler y Takagi. Un diálogo apasionante en la Universidad Católica de la capital federal

Recordad que el encuentro de esta tarde ha sido posible sólo porque hace diez años encontré a don Giussani, cuando vino al Monte Koya. Lo encontré hace diez años y a causa de aquel encuentro ayer estuve hablando en la ONU y esta tarde estoy en Washington». En las primeras palabras del profesor Shingen Takagi resuena el asombro por el resultado imprevisto de un encuentro, y especialmente por la posibilidad de un diálogo entre hombres provenientes de tradiciones muy diversas pero unidas por un mismo “corazón”. Para un diálogo de este tipo no se podría encontrar un tema más adecuado que el “sentido religioso”, en particular con ocasión de la publicación en inglés del Curso básico de Cristianismo por parte de la McGill-Queen's University Press. A la par que la conferencia en el Palacio de las Naciones Unidas en Nueva York,el “sentido religioso” ha sido el tema de un concurrido encuentro en la Universidad Católica de Washington, el viernes 12 de diciembre. La velada estuvo patrocinada, entre otros, por la Archidiócesis de Washington ( a través de la oficina para las relaciones interreligiosas) y ha tenido como tema «El sentido religioso y la cultura moderna: ¿nuevas posibilidades de diálogo?». Los dos principales oradores han sido el profesor Takagi, de la Universidad del Monte Koya en Japón, y el profesor David L. Schindler, teólogo del Instituto Juan Pablo II de Washington.

Relación con el Infinito
Abrió el encuentro el profesor Schindler, que expuso detalladamente los temas principales relacionados con el sentido religioso. Resultó de especial interés la comparación con la mentalidad dominante en la cultura americana. Según Schindler «el concepto positivista de razón y el concepto “consumista” de libertad son típicamente no-dramáticos; como dice Giussani, sólo la relación con el Infi-nito posibilita la aventura del hic et nunc. Los dioses finitos del consumismo (usura, lujuria y poder) reducen la vida a un tedio frenético y vacío. La propuesta de Giussani revela que los problemas culturales de América no son ante todo morales, técnicos o políticos, sino más bien religiosos, estéticos y ontológicos. El punto fundamental es que todo acontecimiento en mi vida, toda circunstancia puede asumir un valor infinito en el descubrimiento de que ahí está presente el infinito Dios, una presencia viviente y encarnada en el corazón de la realidad finita».
La lección de Schindler fue seguida por una meditación del profesor Takagi, que ofreció algunos apuntes muy interesantes sobre cómo el tema del sentido religioso interpela a la tradición budista japonesa, y sobre cómo la obra de don Giussani abre una perspectiva nueva al diálogo entre las diversas culturas. De modo significativo, Takagi eligió como punto de partida la observación de Giussani de la que el corazón humano en esencia permanece siendo el mismo en las múltiples culturas, reconociéndolo como un tema muy querido por la tradición del budismo Shingon. «La verdadera naturaleza del Yo se reconoce en el Yo mismo, pero también puede reconocerse en los otros. Don Giussani afirma que la naturaleza del corazón del hombre es fundamentalmente la misma, sean cuales sean las diferencias culturales y las tradiciones a las que se pertenezca. Esta es la misma idea que expresó Kobo-Daishi (fundador del budismo Shingon) cuando hablaba de la identidad de las tres mentes. Las tres mentes son la mente del Yo, las mentes de todos los seres y las mentes de los Budas que han alcanzado la realidad. Es como una gran red que liga entre sí todas las cosas del universo. Toda la realidad está interconectada».
Esta conciencia de la unidad de todas las cosas, según Takagi, es el fundamento del concepto budista de compasión hacia todos los seres, que conduce a un ideal de armonía universal entre los hombres y con la naturaleza. Sin embargo, la moderna civilización tecnológica parece haber destruido por completo dicho ideal. Y el hombre se ve preso de una cada vez más profunda alienación: «Estamos perdiendo la capacidad de realizar nuestra verdadera naturaleza, y somos capaces de pensar sólo en términos de un Yo “reducido”. La religión nos puede ayudar a recuperar el sentido de nuestra verdadera naturaleza que corremos el peligro de perder». Respecto a esto Takagi observó citando a Giussani que, en relación con el ecumenismo, es fundamental la capacidad de dialogar con hombres de otras tradiciones.

El lugar del ecumenismo
A estas intervenciones les siguió una discusión apasionada sobre la naturaleza del Yo y sobre la condición de la humanidad contemporánea. Takagi puso de relieve que estamos como «aquel tipo que buscaba algo debajo de un farol. Ante la pregunta: “¿ha perdido usted algo?”, respondió: “Sí, he perdido algo en la oscuridad, pero lo busco aquí porque está mejor iluminado”. Este es el hombre moderno: busca donde piensa que será fácil encontrar, en las riquezas materiales y en la vida confortable. Pero busca en el lugar equivocado. Debemos reconocer una cosa: todos tenemos la necesidad de ser nosotros mismos. Pero muchos no se dan cuenta. El egoísmo es lo que se encuentra fácilmente debajo de la farola. A sí mismos es lo que se busca en el ángulo oscuro a través de una larga y profunda meditación». Para los budistas, la verdad del Yo coincide con la Duminación, que es posible para todos porque Buda está en todas partes y coincide con la esencia universal.
Sobre el tema del ecumenismo, Schindler observó que «la llave para el diálogo ecuménico es la simultaneidad de identidad y diversidad. La diversidad no se elimina, sino que se abraza como la vía de la unidad. Ello es posible, desde el punto de vista cristiano, porque Dios es Trinidad, una absoluta comunicación entre per-sonas infinitamente diferentes. De aquí nace una “dramaticidad”. Dramaticidad presupone que exista Otro. El compromiso ecuménico será siempre dramático porque no elimina nunca la alteridad del otro, y no busca una unidad que aplaste la diferencia, sino más bien un sentido de unidad más profundo que comprenda la diferencia».

Gratitud
Concluyendo la velada, el profesor Takagi expresó una profunda gratitud por el diálogo con don Giussani y con Schindler, y añadió que lo que más le ha impresionado de esta amistad es la posibilidad de «damos luz los unos a los otros» partiendo de las respectivas identidades. Después se preguntó en voz alta qué significa ser feliz. En la experiencia budista la felicidad significa no quedar atrapa-dos por el propio egoísmo, sino ser capaces de ayudar a los otros, a quienes sufren. Al abrimos a la necesidad de los hombres, servimos a Dios y podemos ser felices. Por su parte, el profesor Schindler quiso subrayar de nuevo la importancia revolucionaria del sentido religioso para la cultura contemporánea, y, en particular, el punto de la relación entre ontología y ética. Mientras la cultura actual concibe los problemas en términos ético-técnico-políticos, es esencial, como hace Giussani, trasladar las cuestiones al nivel religioso- estético-ontológico. En concreto, según explicó Schindler, mirar a los problemas de la vida desde el punto de vista ontológico significa ser conscientes de que en todo aspecto está «comprometida la totalidad de la persona en relación con la totalidad de la realidad y con el Infinito, con la presencia personal del infinito dentro y en medio del finito».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página