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Huellas N.8, Septiembre 2018

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

Me miró, entonces vi
Querido Julián: Yo también he sido mirada como Jesús miró a cada uno de los apóstoles. Tuve la oportunidad de conocer el movimiento a través de Laura Monti, una memor Domini que vino a Esquipulas como voluntaria a un hogar de niños huérfanos donde yo trabajaba anteriormente. Nos hicimos amigas y, cuando ella terminó su voluntariado, se llevó mi contacto para enviarme, al cabo de dos meses, una revista Tracce (la edición italiana de Huellas). Yo empecé a traducir toda la revista para ver qué decía y ella buscó la manera de ponerme en contacto con el responsable de la comunidad de El Salvador, Charlie. Él, su esposa, su hijo y una amiga más vinieron hasta mi ciudad a visitarme. Me regalaron Huellas y me invitaron a los Ejercicios espirituales. Cuando llegué, parecía que todos me conocían de tiempo, que me esperaban. En seguida me sentí querida y todos me abrazaban con esa ternura que siempre había deseado. Ese año participé en las vacaciones de la comunidad de CL y conocí a los amigos de Honduras y seguí tratando de cumplir cada gesto que el movimiento nos propone aquí en Esquipulas. Este año Charlie me escribió diciéndome que había posibilidad de participar en los Ejercicios con los universitarios de Colombia. Yo dije sí y empecé a llorar. Jamás me imaginé subir a un avión, salir tan lejos del país y además conocer a los universitarios del movimiento. Hicimos todos los preparativos para poder viajar, necesité ayuda económica pues no dispongo de muchos recursos. Cuando llegué a Bogotá una familia del movimiento me esperaba para llevarme a una cena ese mismo día, sabía que desde ese momento algo grande pasaría para mí. Cuando comenzaron los Ejercicios, me topé con el lema «Él fue mirado y entonces vio». Me sentí tan identificada porque yo también he sido mirada así: Jesús me ha mirado y me ha elegido para algo muy grande. Julián de la Morena nos decía que nos enamoremos de Cristo como nos enamoramos de una persona, porque los signos de estar enamorados son pensar siempre en él, desear verlo y el asombro al estar cerca de él. Para mi sorpresa, se me pidió dar mi testimonio. Sentí unas
ganas inmensas de llorar, pero pedí fuerzas a Cristo para no hacerlo. Mientras hablaba, me di cuenta de que las cosas malas que me pasan son insignificantes con respecto a todo lo grande que he encontrado. Me sorprendió bastante y me ayudó que algunos me dijeran que lo que yo les conté ha servido y les ha ayudado. Eso me conmueve porque siempre pensé que yo no podía ayudar a nadie con mi vida, pues siempre me consideré que no soy una buena persona. Pero he sido mirada y perdonada con esa mirada que nadie podrá quitarme. Cuando alguien ha sido mirado se le nota, y yo también siento mi cambio: soy feliz con lo que tengo y sobre todo con los amigos porque nunca me siento sola.
Ingrid, Guatemala

¿Quién visita a quién?
A partir de la propuesta de un sacerdote trinitario, empecé a visitar la cárcel de Córdoba, colaborando con la pastoral penitenciaria. Entre otras iniciativas, doy a los presos un curso de Introducción al Sentido Religioso. Esto es lo que está sucediendo: «Es lo más importante que se imparte en la cárcel, esto sirve realmente para la redención de las personas»; «Ayer estuvimos comentando en el módulo con otros internos la afirmación que nos hiciste de que "todas las circunstancias son buenas, ya que son la ocasión para crecer", ¡y es verdad! Todo es para crecer». En la primera sesión del curso: «Es la primera vez que me he sentido libre dentro de la cárcel»; «Ayer me visitó mi hermano después de tiempo, las visitas son a través de un cristal, y siendo consciente de que debía escuchar, no podía dejar de contarle a mi hermano todo lo que estamos viendo, sé que en un momento pudo pensar que me estaban comiendo el tarro, pero no podía parar de contarle dándole razones de todo lo que estamos viendo, al final mi hermano estaba totalmente sorprendido alegrándose sinceramente por mí. [Y añade dos veces emocionado, dándome en el brazo] ¡Es como a esos que les ardía el corazón!». Después de la Escuela de comunidad, me dice uno: «Esta noche no podré dormir recordando todo lo que hemos hablado»; le contesto que es necesario dormir algo, a lo que responde: «Sí, pero no quiero que se me olvide nada de lo que hemos visto». Hablando de que «el método de la investigación lo impone el objeto: una reflexión sobre la propia experiencia», me dice otro: «Ha cambiado lo que veo ahora respecto de lo que veía antes, las ventanas se están abriendo, ha cambiado todo, hasta la forma de estar en el patio, la forma de mirar a una chavala que está ida, ahora miro su corazón». «A Dios lo he conocido en la cárcel. Antes iba a misa como el que va a una tómbola, a ver si me tocaba algo, ahora reconozco los errores cometidos por influencia de las malas compañías. Antes no apreciaba a la familia, mis padres, mis hermanos; he aprendido a ver lo que he perdido por mi mala cabeza, ahora empatizo con el otro porque reconozco el sufrimiento de los demás. A Dios le debo mucho. Aprendo a buscar una nueva vida, el que tiene que cambiar es uno mismo, no el mundo. Creía que sabía y no sabía nada, estaba sin raíz, ahora estoy madurando en la relación con otras personas, antes no apreciaba a los verdaderos amigos. Me veo reflejado en todo lo que vemos en los textos, empiezo a reconocer el sentido de todas las cosas, hasta las más insignificantes. Las personas que te ayudan te las manda Dios». A la salida en libertad de un amigo me dio un abrazo de agradecimiento. Percibí clara-mente Quién era el que me estaba abrazando.
Pepe, Córdoba (España)

¿Cuánto vale un día así?
Un día mientras estaba trabajando en el penal, llegan los pastores evangélicos, presos que predican la palabra a otros presos, con los cuales ya nos habíamos cruzado varias veces e intercambiado opiniones sobre la Biblia. Para mí, antes era inconcebible hablar con ellos tan libremente, pero necesitaba confirmar la verdad de lo que estoy viviendo, el ciento por uno. Me preguntan: «Buenos días, ¿y hoy que leyó, qué novedad tiene para nosotros?»; les digo: «¿Creen en lo que el apóstol Pablo dice sobre el trabajo?», y les hablo de ello y de mi trabajo; contestan: «Está muy bien lo que usted dice,
¿de dónde lo saca? ¿Es cristiano?»; «Esperad un momento», les digo; me fui de nuevo a mi mochila y les di la revista Huellas. Otro día tuve un problema, porque en la cárcel es así, es más común tener incidencias que cosas positivas. Uno de mis presos se me fue enojado abandonando la tarea laboral y amenazando al personal. Me decían mis compañeros: «Arruinalo, sanciónalo, que no trabaje más», y no les faltaba razón porque es una falta abandonar el trabajo y una falta también amenazar al personal. Sin embargo, en mi experiencia reciente, ¿cuánta gente me escuchó? ¿Cuánta gente me ayudó cuando estuve en crisis? En ese momento, ¿qué era lo que realmente decía mi corazón? Esperé un tiempo prudencial -no es bueno hablar con un asesino cuando está enojado-; cuando estuvo tranquilo, lo llevé aparte y le dije: «Vamos a tomar unos mates», luego le pregunté: «¿Qué te pasa? ¿Tuviste algún problema?». Empezó a contarme muchas cosas, errores de vida, dramas. Me decía: «En una celda mucho no podéis hacer o solucionar, entonces ¿cómo cambias la realidad?».
Esa impotencia la entendí, y le dije que, estando preso o no, todos tenemos problemas que no podemos solucionar: «Mirá, yo te entiendo un poco, lo único que puedo hacer es escucharte y ayudarte en lo que pueda, si no querés trabajar decímelo, si tenés un mal día decímelo, pero hablemos mejor y tratemos de llevar adelante esto». Terminó pidiéndome disculpas por lo que había pasado y dándome las gracias. Ese fue otro día donde el miedo a la realidad no prevaleció en mí. ¿Cuánto vale un día así por más que nada se haya podido solucionar? No quiero que mi fe tenga fecha de caducidad, para eso necesito del Movimiento, para recordarme continuamente a Cristo y crecer en la fe y en la esperanza de que Él todo lo puede incluso en la cárcel, donde es hasta raro ver a alguien que sea feliz y que camine por los pasillo riéndose. Esto solo porque Otro así me hizo y así me quiere, feliz.
Javier, Argentina

Sentirse más persona
Belén nos abría ayer la puerta de su casa enfundada en su mejor vestido. Nos había invitado a cenar a mi marido y a mí. Desde hacía meses, deseaba este encuentro, más allá del tiempo que pasamos juntos cuando vamos de caritativa a visitarla. Hace ya siete largos años que, mes tras mes, vamos a su casa a llevarle la bolsa de alimentos. Durante todo este tiempo la he acompañado y hoy nuestra relación se ha convertido en una amistad que supone un bien para ambas. Ella reconoce que en su vida se ha introducido otra cosa a la que no acaba de darle nombre, pero que reconoce como el mayor bien. La vida de Belén ha sido un caos: la droga, los malos hábitos, parejas que entraban y salían de su casa. Todo ello ha repercutido gravemente en la educación de su hijo que entonces contaba con 5 años, porque en todas estas parejas que aparecían en la vida de su madre, él veía la posibilidad del padre que tanto anhelaba. Óscar empezaba a mostrar violencia y agresividad hacia todo el que se le ponía delante, niños o adultos ya fuese profesor o directora del Centro escolar al que asistía. La situación llegó a tal punto que se plantearon retirarle la custodia de su hijo si la situación no mejoraba. La caritativa me está enseñando a amar, a no juzgar, a mirar a Belén en relación con su destino, a abrazar su corazón con una ternura infinita. Es la misma mirada que necesito yo y que deseo para ella, porque es así como he sido mirada yo. Cuando llegamos anoche, su casa estaba limpia y ordenada, la mesa perfectamente puesta y todos los detalles cuidados, pero lo que vestía realmente la noche era la alegría desmedida de Belén, la belleza de su rostro, la gratitud de que compartiéramos su mesa y nuestro tiempo con ellos. Al volver a casa me daba cuenta de que no era totalmente consciente de lo que acababa de vivir, del bien que suponía haber acudido a la cena. Le envié un mensaje de agradecimiento y ella me contestó: «Me hacéis sentir más persona». Me vino a la memoria la frase de von Balthasar citada en los Ejercicios: «El amor convierte al sujeto o individuo genérico, que sería el hombre por sí mismo, en persona». Mi corazón vibraba hoy al recordar esto, porque reconozco el amor incondicional que Dios nos tiene y cómo se las ingenia para llegar a la vida de esta chica y a la mía.
Lourdes, Tenerife


Rostros, no pañuelos
Leí la entrevista a Mikel Azurmendi en el número anterior de Huellas y me quedé con el título: «Me llama la atención su rostro de resucitados» (en realidad dice «sonrisa»). Es lo que le pido con todo mi corazón al Señor, por intercesión de don Giussani. Rezo para que se cumpla lo que él nos enseñó y quiso para nosotros. Con mi hijo Pedro, fui a una de las manifestaciones a favor de la vida, el día en que en la Plaza de los Congresos se convocaron a favor de la despenalización del aborto los de pañuelo verde, en la avenida Rivadavia, y los de pañuelo celeste a favor de la vida del otro lado, en la avenida de Yrigoyen. En el vagón del ‘Subte’[rráneo] (=Metro), mientras íbamos de camino, había mucha gente joven y todos llevaban pañuelos verdes. Ocupamos nuestros asientos y estábamos codo a codo con ellos. Ellos se pusieron a cantar una bella canción de Fito Páez: «Yo vengo a ofrecer mi corazón». Como yo soy profesora de música y lo hacían muy bien, me sumé a ellos cantando. Cuando llegamos a la estación Congreso de la Nación y salimos al andén, Pedrito, mi hijo, me dijo: «Mamá, ¡hay esperanza! Porque ellos, aunque están equivocados, todavía luchan por algo; en cambio, a mis compañeros de escuela ya no les interesa nada». Me puso muy contenta que mi hijo, de tan sólo 12 años, tuviera un juicio que no es "los celestes son buenos, los verdes son malos". En quienes piensan equivocadamente, incluso en un asunto tan trascendental, él no veía a un “enemigo". Porque el enemigo es la mentalidad, no las personas. Entendí entonces que nuestro problema, como cristianos, no es rebatir a los "pañuelos verdes", sino profundizar en nuestra relación con el Señor, deseando que nuestro corazón arda de tal modo «que Su rostro brille en nosotros», como dice el Salmo 66. Que a través de nuestro rostro los pañuelos verdes puedan abrirse al encuentro con el Señor. Y así sus pañuelos tal vez vayan perdiendo el color o cambien de color, quizás se vuelvan “verdes agua".
Laura, Buenos Aires

¿Qué es lo que renace?
Del 2 al 5 de agosto, en el pueblo de San Ramón en selva peruana, a unas 10 horas de autobús desde Lima, un centenar de personas celebraron las vacaciones de la comunidad peruana de CL. Mis vacaciones iniciaron con una pregunta sobre el lema elegido: "Algo renace", que había sido el título de Huellas en junio. Mantuve abierta esta pregunta durante todas las vacaciones: ¿qué es lo que renace? Empezamos con un testimonio de perdón, que ha sido un camino duro porque, ante el maltrato, lo primero que sale es el instinto de hacer justicia con las propias manos. Carmen nos contaba que, con la ayuda de una compañía verdadera, pudo perdonar, cuidar y acompañar a quien le había ocasionado tanto dolor. Y esto no quedó ahí, sino que ahora esa persona cambió y ella se maravilla, con la certeza de que es Cristo quien actúa. Había muchas caras nuevas y estaban como en la frontera, mirando qué pasaba sin involucrarse, un poco por vergüenza de no conocer a muchos, un poco por la extrañeza de ver la familiaridad entre adultos, jóvenes y niños. Hasta que inician los juegos y poco a poco cada uno se involucra, como si quisiera decir: «Protagonista yo, ¡esto no me lo pierdo!». Cantos, bailes y juegos contagian a todos, incluso al dueño del parque campestre que estuvo con nosotros en la Misa. Una conversación nocturna entre chicos que del CLU habían pasado a sus primeras vacaciones con adultos, otros que encontraron el carisma de CL hace 20 años y otros un poco más "recientes". La conversación giró en torno a cómo inició esta historia en la vida de cada uno. Una pareja de esposos contó su paso de una ONG abortista a su
trabajo en la UCSS (Universidad Católica Sedes Sapientiae), desde un pensamiento ateo hasta verse acompañados por la Virgen María en medio de un sentimiento de soledad a pesar de ser una familia numerosa. No se les ha ahorrado nada, incluso el abandono del camino, como le pasó al hijo pródigo, pero el corazón grita y no queda otra opción que regresar adonde has encontrado una positividad para tu vida. Otra chica nos contó que aceptó ir al Happening porque estaba aburrida. Allí encuentra gente "rara"; de ahí parte un camino que la lleva hasta reconocer su vocación personal. Es que nos movemos así por conveniencia, porque nos conviene ser felices, nos conviene Dios. En la Misa dominical se reza por los que estuvieron, por los que están y por los que vendrán, porque es una historia que es un continuo renacer como Nicodemo, como Magdalena, como Pablo, como yo.
Katty, Lima

Una nueva mirada hacia la política
Tras las últimas elecciones en México, aprendí que la política no es solo para funcionarios públicos que tienen la facultad de legislar o desempeñan cargos de poder. Si la miramos así, es fácil sentirse fuera de ella, lo que me ocurrió en dos momentos. Por ejemplo, hace un tiempo fui a las oficinas del diputado de mi distrito electoral a regalarle la revista Litterae Communionis, pero nunca lo encontré a pesar de buscarlo cuatro veces, lo que representó para mí un desencanto. También rehusaba a hablar o dar mi opinión sobre algún tema político, pues mis amigos más informados solían imponerse con sus elucubraciones, por lo que no venía al caso opinar frente a quienes de antemano "tienen la razón". Este modo de mirar me hacía percibirme como "no apta" y desproporcionada frente a estos temas.
Pero con el trabajo realizado en la Escuela de comunidad, poco a poco ha ido creciendo en mí la conciencia del "bien común", del "diálogo desarmado", de "crear puentes y no muros", de pensar que "el otro es un bien, también en política", de estar atenta a "la plaza pública", de "no quedarme viendo desde el balcón". Así es que comencé a escuchar las noticias y a buscar comentaristas por la radio, algo que llevaba años sin hacer, porque me parecía que todo lo que se difundía era negativo. Ahora sé los horarios de los noticieros que me interesan y estoy atenta a ellos, además de que soy selectiva en la programación. Incluso me invitaron a participar en un partido, para colaborar en una campaña. Pero mi interés no va por ahí, por ahora. Lo que me ha interesado
ha sido estar informada de las propuestas de los candidatos, sobre todo en lo que respecta a las elecciones presidenciales. Gracias a la lectura de La belleza desarmada, de Julián Carrón, he comprendido que vivimos este proceso electoral dentro de la confusión propia de un cambio de época. Veo que es real «el desmoronamiento de las evidencia fundamentales que antes nos sostenían», pero también la necesidad de «la generación de un sujeto, con el desafío de un nuevo inicio con gestos de humanidad nueva». Me reconozco muy agradecida y afortunada de colaborar con Comunión y Liberación en México, y reconozco que todo lo que hacen estos amigos es a partir de un interés genuino por el otro y no como un deber. Con ellos experimento que es posible trabajar juntos sin imponer nada y que existe la posibilidad de que todas las propuestas sean escuchadas y juzgadas. Todo eso me ha servido como una "plataforma vivencial" para lanzarme hacia lo que me toca vivir cotidianamente. Mi vida se desarrolla dentro del vecindario, en la parroquia, con la familia y los amigos y en mi trabajo. Con esta conciencia renovada ya no me quedo en el balcón, pues ahora participo con los vecinos, colaborando en las mejoras del parque público, limpiando coladeras de la calle para que no se inunde durante las lluvias, pagando con gusto mi cuota mensual para el cuidado del fraccionamiento, que antes pagaba por mero cumplimiento. Ahora, al ver nuestras necesidades y saber cómo se utiliza nuestra aportación, estoy sorprendida. No deja de ser curioso que de mil familias que vivimos en la colonia, solo 300 pagamos la cuota, por lo que me pregunto ¿quién paga cuotas gustosa? El Fondo Común también ha sido muy educativo, puesto que me ayuda a vivir también la pertenencia a mi colonia. Ahora también estoy más atenta a mirar a mis vecinos, a quienes antes no conocía e incluso ocasionalmente saludaba. Me doy cuenta de que antes existía un muro de indiferencia, del que ahora soy consciente. Caminar a partir de la provocación que introduce la Escuela de comunidad me permite entender esta nueva disponibilidad y apertura que tengo, la cual también es recíproca. El seguimiento al método del carisma, las lecturas que nos propone el movimiento, estar atenta a los gestos del Papa, seguir los juicios de algunos amigos en Facebook y el diálogo con la diaconía han sido pasos de un camino donde Cristo no es un discurso, sino una Presencia familiar, tan familiar que cambia todos los aspectos de mi vida. No quiero decir que esta conciencia permanezca siempre, sino que cuando me doy cuenta de que ya me desplacé, sé que hay Alguien a quien le puedo pedir y buscar.
María del Carmen, Puebla (México)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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