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Huellas N.2, Febrero 2018

PRIMER PLANO

Al encuentro de la política

Paolo Perego

Desde los Alpes hasta Cerdeña, algunas experiencias de compromiso sobre el terreno, donde solo se construye junto con el otro. «¿Coraje? Sí, para mirar la realidad tal como es»

«Dimensión esencial de la convivencia civil». Son palabras de Francisco en Cesena el pasado 1 de octubre. Estaba en una plaza, un lugar «donde se toman decisiones y donde las aspiraciones de los individuos se confrontan con las necesidades, expectativas y sueños de toda la ciudadanía». En medio de la plaza tiene lugar la política, que está llamada a mediar, a administrar, a establecer día a día las “reglas del juego” de la vida social de un país. A hacerse cargo, en la medida de lo posible, de esas exigencias y expectativas de las que habla el Papa. Hoy más que nunca «es necesaria», dice Francisco, la «buena política», que no sirve a otra cosa más que al «bien de toda la comunidad».
Lejos de las cámaras y de los ministerios, en realidades locales más o menos pequeñas, hemos ido a ver si en tiempos como los que estamos viviendo, de desafección hacia la política, de verdad es posible construir ese bien. Y de qué manera.
«El Papa habla de coraje, y el primer coraje consiste en mirar la realidad por lo que es». Simone Morelli tiene 42 años. Desde hace tres es asesor y teniente de alcalde en Carpi. Fue elegido con el PD, después de una actividad política que comenzó “en la oposición”, como católico popular en una tierra de tradición “roja”. Con él en la junta está también Milena Saina, nacida en 1972, tras su primera experiencia política en una lista ciudadana después de veinte años como educadora en una cooperativa social para menores y discapacitados. Desde hace tiempo, están sacando adelante juntos un proyecto que ahora empieza a tomar forma. «Un “polo de creatividad” donde puedan interaccionar empresas y jóvenes a propósito del tema de la formación profesional y la innovación».

JÓVENES Y LÉXICO. Ya se han implicado setenta empresarios, no solo con la idea de crear un espacio de encuentro sino también una serie de cursos para los chavales. Una gran idea. Nueva, nada sencilla, pero que parte de la realidad, dice Milena. «Los empresarios te dicen: “Encuéntreme un joven con ganas de trabajar…”. Luego vas a la puerta de las escuelas y te dicen: “¿Qué sentido tiene estudiar tanto si luego el mundo laboral no nos quiere?”. Mi tarea no es otra que juntar estos dos recursos». Pero la realidad también es que los fondos que llegan a la formación profesional, procedentes de los impuestos que gravan a las empresas, la región de Emilia Romagna los entrega para su gestión a ciertas asociaciones, explica Morelli. «¿Y qué haces? Vas a la Región o a estas asociaciones y les dices que tal vez sea mejor implicar a los empresarios y a los jóvenes, creando nuevas actividades productivas. Pero te dicen que si les pones a hacer pizzas o a venderlas, entonces haces competencia a las pizzerías». ¿Dónde radica la novedad de este proyecto? «En que nace de un encuentro», afirma el teniente de alcalde. «En mi caso con Milena, que es de otra lista política. Pero la fuerza de un encuentro puede mostrar una perspectiva de la realidad distinta e interesante. Esto se ha convertido en un paradigma de lo que hago todos los días». El de Carpi es un ayuntamiento de 70.000 habitantes donde no hay emergencias especiales. La inmigración, la crisis que sufren las empresas, sobre todo las pequeñas empresas textiles del mundo de la moda, el medio ambiente... «La gente, no toda, está molesta con la política. Está distante, no responde, y a veces los que se quejan tienen sus razones. Aunque otras veces es un mero pretexto», dice Milena. «Pero tú los escuchas, les explicas por ejemplo por qué se ha decidido no abrir empresas en una zona determinada para preservar ese terreno. Son muy pocos los que tienen alguna idea de cómo funciona la administración. Por eso les damos razones, sin evitar el diálogo con ellos, como suele suceder cuando las elecciones todavía quedan lejos, que se delega esa tarea a otros, creando comités, mesas, entes…». Pero eso no es política, añade Morelli. «Es politiqueo. Donde todo queda reducido a técnica, un trabajo comercial. En cambio, la relación con Milena es como si me hubiera hecho cambiar de léxico. Ahora el resultado sigue siendo importante, claro, pero importa más la forma en que lo alcanzamos, cómo nos ayudamos a perseguirlo».

RETORNOS. Hay un «cálculo de beneficio que es más oportuno», cuando uno decide ponerse al lado de otro para hacer algo juntos, continúa Morelli. «Es un modo menos sentimental de decir que en la búsqueda del bien común está mi propio bien. Es algo que estoy viendo que va más allá de ese cálculo, de ese resultado, que puedes alcanzar o no».
Cambia el acento, cambia el color de la tesela y cambia el ámbito. Para Giorgio La Spisa, 60 años, de Cagliari, «no hay otra forma de vivir la política distinta a la que indica el Papa Francisco». Hace unos meses volvió a la tarea política como coordinador de Forza Italia en el área metropolitana de Cagliari, después de que en 2012 dejara el cargo de vicepresidente de la Región de Cerdeña y el de asesor presupuestario.
«Todo empezó en 1985», cuando le eligieron como consejero en el ayuntamiento central. «Entrar en política fue consecuencia del encuentro con mis amigos de CL y de la belleza de vida que nació de ahí». No sentía una propensión o pasión particular. «De hecho, tenía otra cosa en la cabeza. Pero la indicación de comprometerse con la realidad y la misión a la que nos invitó don Giussani adquirió para mí una declinación evidente en el compromiso político, entonces con la Democracia Cristiana». Cargos municipales, luego provinciales, y por último regionales, a finales de los noventa. «¿Un resumen de estos años? Han sido una grandísima ocasión para verificar que la fe tiene que ver con todas las cosas. A los 20 años eso abre una perspectiva fascinante. A los 60 empieza a ser una evidencia». La apuesta hoy sigue siendo la misma.

EN LA MINA. En el día a día, todos se dirigen al político. «Si estás, tienes que exponerte, dejarte tocar y también conmover. La gente te busca para conseguir una casa, un trabajo, una empresa, un proyecto de investigación científica». O por exigencias más triviales: un corte de agua o una alcantarilla rota. «Una vez, siendo asesor de Industria en la Región, fui a visitar una mina. Siempre me han llamado la atención los mineros sardos, tan apegados a las vísceras de la tierra y a su trabajo. El sector estaba en crisis y muchos mineros se habían encerrado. Yo padezco claustrofobia, pero bajé con ellos al pozo, a 400 metros bajo tierra. Se lo dije y uno de ellos me respondió: “Usted se encuentra mal cuando baja aquí. Yo cuando subo a su palacio”. ¿Cómo no iba a hacer todo lo posible por ellos?». Eso no significa hacer milagros, pero sí llevarlos en el corazón.
De ahí nacen relaciones constructivas hasta con el que está “al otro lado de la barricada”. «Te implicas con una parte por razones históricas y culturales, pero puedes experimentar el gusto de trabajar con todos. Recuerdo que cuando tomé el cargo en Programación, el entonces director general, que era simpatizante de otra línea política, me entregó una hoja de renuncia en blanco y me dijo: “Ponga usted la fecha”». Aquel folio siempre estuvo en un rincón. «Era bueno, profesionalmente válido y uno con el que poder confrontarse siempre».

CON LOS PIES EN LA TIERRA. Se puede hacer política así, pero no es fácil. «Las tácticas y juegos de poder pueden dejarte fuera. A mí me pasó y volví a mi trabajo. Pero la pregunta, la necesidad de una “buena política”, como dice el Papa, es tal que no puedes evitar volver a apostar. Superar la aridez y la hipocresía es un desafío cotidiano, para ti y para todos, dentro y fuera de las instituciones». Giorgio decidió volver a ponerse en juego. «Lo confronté con mi mujer y mis hijos. Y con mis amigos más cercanos. Todavía puedo trabajar por muchas cosas que nos preocupan, sobre todo con los más jóvenes. El valor de la persona, la educación, las necesidades de las familias, por ejemplo, de las que también dependen, aunque pocos lo digan, el paro, la crisis económica, el retraso en el desarrollo». Una acción política que tenga los pies en la tierra debe partir de ahí, comenta La Spisa. «Pero solo puedes hacerlo si lo has visto y si alguien cercano a ti te lo sigue reclamando. Por eso, confrontarse con quien tenga una mirada así, incluido el Papa, es algo vital».
«Si lo que propones lo llevas realmente en el corazón no lo usas como un arma de defensa». Pasamos de la Cerdeña a los Alpes con Walter Viola, 53 años, consejero de la Provincia autónoma de Trento, que está en la misma longitud de onda. Su compromiso político empezó entre los jóvenes de la Democracia Cristiana. «Me interesaba la política» y, al volver a Trento a finales de los ochenta, después de estudiar en Milán, empezó este camino. «Siempre he estado en la oposición, pero siempre he sentido que estaba ofreciendo una contribución constructiva». La reforma de los servicios sociales, por ejemplo, o la escolar, o la del sector minero trentino. «O la ley “anti-residuos”, trabajando con el Banco de Alimentos y Trentino Solidale, no solo incorporándola en nuestro ordenamiento sino ampliando los instrumentos disponibles». O el proyecto de ley sobre la homofobia promovido por las asociaciones de homosexuales. «El proyecto contaba con el apoyo de la mayoría pero yo no estaba de acuerdo, especialmente en la parte ligada a la identidad de género, destinada por ejemplo a entrar en las escuelas de primer ciclo. Luché, busqué el diálogo, me reuní con quien pensaba de un modo diferente, pero nunca fui “en contra” de manera ideológica. Si eres ideológico, destruyes lo que estás defendiendo. En cambio, al final, sin dejar nunca de ir al fondo de lo que se estaba discutiendo y presentando las razones de mi postura en todas mis conversaciones, hasta el presidente de la Provincia y algunos miembros de la mayoría cambiaron de idea».

MUCHOS “YO”. Nacieron relaciones nuevas, colaboraciones, amistades. «Decía Churchill: “En política, si no se es capaz de cambiar de idea tampoco se pueden cambiar las cosas”. Es inevitable que cada uno tenga su postura, pero este equipaje de partida es solo una hipótesis de trabajo, el punto de arranque para entrar en relación con la sociedad y con las instituciones. Entonces, tu idea puede cambiar, perfeccionarse, enriquecerse. Sin renunciar nunca al tamiz de mi corazón». Es el “martirio” del político, como lo llama Francisco, cuando puede «dejar sus ideas para ir hacia el bien común». Así, tal vez, es posible no escandalizarse por un “cambio de chaqueta”. Con un pasado en el centro-derecha y los últimos años en una lista ciudadana, a primeros de diciembre Viola anunció su paso a la mayoría, al Partido Autonomista Trentino Tirolés, con el presidente de la Provincia. «Precisamente por estas relaciones nacidas de la voluntad de construir juntos, por la posibilidad de un diálogo, por el mismo interés en el bien común. Igual que pasó con la ley de la homofobia». Su decisión la sostienen «doscientos amigos, un “nosotros” hecho de muchos “yo” que han decidido jugársela hasta el fondo juntos. Sin rencor y con amor al otro, la “buena política” es posible y supone un compromiso fascinante».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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